Capítulo 9: Ataque en el bosque

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La interposición de los troncos y las ramas con la luz del sol hacía que, la tarea por poder asumir que tiempo exacto del día era, fuera complicada para nuestros viajeros. Habían pasado aproximadamente dos horas de viaje, y por discernimiento de los más sabios en éste grupo, todavía faltaba al menos una hora para poder llegar a su destino. Los temas de conversación se habían agotado, al igual que el agua de los termos. Jessica comenzó a quejarse pidiendo que descansaran por unos instantes, ella no estaba acostumbrada a montar caballos, por lo que se encontraba muy adolorida. Las tripas de las muchachas comenzaron a rugir, los ludens flotaban con mayor lentitud, y a oídos de los presentes, sonaron las aguas del río Salca, que se encontraba a unos cuantos pasos al este. Todo esto, motivó a los ancianos a permitirles a las muchachas reposar por unos momentos antes de continuar con la jornada. Todos bajaron de sus caballos, y se dirigieron al río bajando por la depresión de tierra, y llenaron sus termos de dulce y refrescante agua, solo para después beberla usando sus propias manos.

Valery, mientras bebía, pensó haber visto al árbol frente a ella moverse a una corta distancia. Alzó su mirada y notó que lo único que se movía del árbol eran sus hojas por el viento. Entonces prosiguió a beber. Pero nuevamente, se distrajo con los crujidos de las ramas de aquel árbol.

¿Qué estaba sucediendo? Al parecer, nada sobrenatural, solo la presencia de unos animalitos, unas cuantas ardillas.

Valery pensó que ellas querían algo de su persona, tal vez semillas, o una bellota, pero al verlas con mayor atención se dio cuenta de que las pequeñas le miraban con encanto, con aparente admiración, al igual que el mapache del capítulo uno. ¿Acaso los roedores tenían una fascinación con Valery?

Mientras ella analizaba lo jocoso de la escena, una ardilla descendió del árbol, cruzó el río saltando sobre las pequeñas rocas que sobresalían del agua, y se detuvo sobre una roca alta frente a la mujer.

Aww ¿Qué buscas, pequeña? - Preguntó Valery entre risitas.

Obviamente no esperaba respuesta alguna, pero por su experiencia, estaba con la mente abierta a una situación chusca. La ardilla no hizo absolutamente nada para confirmar que podía entenderle, solo movía su naricita y terminó por entregarle una bellota.

¿Esto es para mí? - Cuestionó Valery con una tierna sonrisa - Gracias.

La ardilla volteó su cabecita indicándole que mirara hacia el sur. Fue en ese instante que comenzó a acercarse un bellísimo zorro rojo, que caminaba confiadamente hacia la muchacha. El zorro no pasó desapercibido por Jessica ni por los demás. Los ancianos se quedaron fascinados al ver la influencia que Valery tenía sobre los animales, y maravillados se le acercaron.

Inmediatamente, Valery les dijo que los animales querían guiarlos en el camino, pues sentía que un enemigo extraño se aproximaba. ¿Cómo lo sabía? Su bastón estaba iluminado al decirles eso, los hombres asumieron que el espíritu de luz se lo había revelado. Para respaldar esto, la marea en el río comenzó a bajar radicalmente, lo suficiente para que pudieran pasar caminando sobre él y para que la gente que pasara cerca pensara que el río era muy profundo todavía. Todos llamaron a sus caballos y los guiaron tomándolos de sus cuerdas, caminando sobre las pequeñas porciones de tierra que sobresalían del cuerpo de agua y con las espaldas pegadas a los muros.

Ésta última acción, les permitió percibir el temblor de la tierra. Gradualmente detectaron en el aire el son de una marcha andante, y la suave aparición de una espesa niebla sobre sus cabezas. Los ludens que les acompañaban se escondieron en las prendas de los ancianos; parecían tener miedo. La marcha poco a poco sonaba con mayor intensidad, cómo si el ruido sirviera como fuente de curiosidad que animó a Jessica a asomarse para reconocer a la multitud. Sin embargo, la neblina no le permitió ver con claridad.

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