Halloween Wars

Capítulo 16: La Víspera de todos los Santos

¿Cuáles fueron las palabras de Valery antes de embarcarse en la búsqueda de refuerzos? "Nuestra tarea no ha sido participar en la batalla, sino reclutar guerreros para asegurar la victoria". No era una promesa, sonaba más como una afirmación absoluta.

Entonces... ¿Qué estaba haciendo su hija, en frente del ejército Septreliano? Parte de su corazón estaba conmovido, pues veía a su niña peleando, sosteniendo con valentía y poder el arma que los consejeros le habían otorgado, sin retroceder ni desmayar, y superando sus expectativas, pues cuando escuchó que llamaría por un ejército de apoyo, Dan no estaba esperando algo diferente a unas decenas o centenas de hombres valientes preparados para pelear. Fue de gran impacto para él (al igual que para sus compañeros) ver titanes con rocas como pieles obedeciendo las instrucciones de un ejército de hombres y mujeres mortales... Ese pensamiento era el que alarmaba su corazón. Valery era una mujer valiente, sin duda alguna, más eso no la hacía menos mortal que alguien más. ¿Pero que podía hacer? ¿Llegar y tomarla de la mano para salir del campo de guerra y llevarla nuevamente a casa? Por supuesto que no, no puedes huir de una guerra, pues aquellos que pueden hacerlo no son nada más que cobardes.

Dan entonces decidió que en ningún momento perdería de vista a su hija, cada vez que pudiera la salvaría de cualquiera que intentare levantar su espada contra su única hija.

En ese mismo momento, Valery, en su ira, había encajado su espada en el suelo y creó una gran onda de fuego que después fue detenida por un acto de brujería. "Su poder supera por mucho mi comprensión" pensaba Dan. Ahora no parecía que un hombre común pudiera ser de mucha ayuda para alguien con un poder sobrenatural. No obstante, ese hecho no sería un impedimento para que un padre use todas sus fuerzas para cuidar a su descendiente.

Urik habló sus palabras de burla y amenaza al reino de Septreland, y Valery volteó a ver al rey con ira en su rostro solo para preguntarle "¿Puedo matarlo?". El rey alzó su mano, dando la orden de que le escucharen primero.

¡Dudo de tu credibilidad! – Dijo el Rey – Pues tú, al igual que la sombra y las serpientes te arrastras por los suelos creyendo que estás cerca de llegar a la altura de nuestros talones. De cierto te digo que mayor es el que está con nosotros que los que están con nuestros enemigos.

Esas palabras definitivamente fueron molestas para Urik Grogan. Dio unos pasos hacia atrás mientras murmuraba diciendo "Eso lo veremos". Los orcos, las brujas y sus súbditos comenzaron a golpear los suelos con sus lanzas. Los vackums alzaron sus voces. El ejército de Septreland, sin saber cómo reaccionar, solo pudo permanecer firme, como si sus oídos fueran sordos a los bramidos enemigos.

Los soldados en Septreland levantaron sus espadas, Los rocángeles gritaron a toda potencia, respondiendo a las amenazas de los vackums. El rey gritó "¡Por Septreland!" Y todos sus guerreros declararon el mismo clamor. Ambos bandos se acercaron a gran velocidad uno contra el otro. Cada rocángel se transformó en una enorme roca que rodó para llegar a gran velocidad a atacar a los Zehoconianos. Los nodams apresuraron sus pasos y terminaron al frente de la armada.

Fue entonces cuando los truenos sonaron en la tierra.

Los guerreros septrelianos se acercaban a toda velocidad, unos corriendo y otros montados en sus caballos para atacar el frente del ejército contrario. Los orcos levantaron sus lanzas para poder detener a sus atacantes, pero el intento fue en vano. Los cuerpos de los orcos fueron levantados de los suelos al momento que los corceles les impactaron. Sus armas de los orcos caían y sus cabezas eran arrancadas de sus cuerpos.

Los nodams atravesaron a sus enemigos, engastaron sus raíces en la tierra y jalaron las piernas de sus oponentes para enterrarlos vivos. Los rocángeles golpearon, lanzaron y aplastaron a todos los monstruos que pudieron solo para finalmente llegar contra los gigantescos vackums. Los ancianos, en compañía de Valery, levantaron sus varas para repeler los hechizos de las brujas que se alzaban sobre los aires.