Prólogo - El Divorcio

2.6K 42 4
                                    


Advertencia de contenido: Menores de edad, incesto ligero, slobificación ligera, eructos, pedos.

Si estos temas te incomodan, por favor, no sigas leyendo.

------------

"¡Eres una maldita bruja, no quiero volver a verte nunca en mi vida!" – Expresó un hombre de alrededor de unos 30 años mientras firmaba un documento con furia.

"¡Puede que hayas ganado imbécil, pero lo único bueno de esto es que nunca más tendré que ver tu estúpida cara de nuevo!" – Dijo una mujer delgada de cabello rubio, mientras firmaba el mismo documento.

"Bien, con esas firmas es oficial el divorcio. Roberto y Selina, les comento que ya sólo falta un detalle..." – Habló una abogada que se encontraba frente a los dos adultos irritados, mientras exhalaba con un poco de cansancio.

"¿Quién se quedará con la custodia de Elí-"– Se vio interrumpida la abogada mientras se dirigía a los divorciados.

"¡Yo no quiero nada que tenga que ver con este idiota!" – Interrumpió Selina, mientras señalaba con el dedo a su exmarido y lo miraba de reojo con cara de asco.

"Comprendo, tomaré eso como una renuncia expresa a la custodia del menor. Entonces por ley deberá quedarse a cargo el padre, quien vendría siendo usted, Roberto" – Dijo la abogada, mientras sacaba nuevamente papeles para realizar la firma del documento correspondiente.

Roberto firmó gustoso, a final de cuentas no tenía problema con quedarse con la custodia de Elías, el chico era un adolescente muy tranquilo, tenía 15 años y siempre se había llevado bien con él, a diferencia de su madre que en diversas ocasiones expresó el poco apego que tenía hacia su hijo.

Para la pareja, el problema siempre radicó en que Elías fue producto de un embarazo adolescente no deseado, ninguno de los dos recibió apoyo de sus respectivas familias, lo que llevó a Roberto a tener que trabajar desde que tenía 17 años para poder sostener una familia, Selina por su parte, estaba obsesionada con su físico y era vanidosa, aunque con los años recuperó su figura, siempre odió a Elías por el aumento de peso que le provocó el embarazo y las piel que le quedó después del parto.

Con el tiempo Roberto creció dentro de su trabajo, se mantuvo estable y en la actualidad su trabajo estaba muy bien pagado, aunque por trabajar desde tan joven vivió reprimiendo su adolescencia y con muy pocas libertades. 

Por otra parte, y a pesar de que odiaba a Roberto, Selina aprovechaba muy bien la estabilidad económica que tenía con él, y a través de ello encontraba la manera de controlar otros aspectos de su vida, por ejemplo, al tener control casi total del dinero de Roberto, Selina podía dominar completamente la alimentación de su cónyuge y su hijo, así como el tiempo libre del menor, al que desde pequeño apuntó con un entrenador personal en diversas actividades deportivas, ya que proyectaba su vanidad y obsesión por un buen físico en su ahora exesposo y en su hijo, como una especie de venganza poética.

Roberto a veces se escapaba a escondidas con Elías para ir a algún restaurante de comida rápida o para ir a un arcade y aliviar un poco del estrés que pasaban al vivir junto con Selina, sin embargo, conforme pasaban los años, Roberto se fue dando cuenta que esa no era la vida que quería vivir y finalmente se armó de valor para exigirle el divorcio a Selina. 

Al principio ella se negó, pero tras numerosos juicios y citas con trabajadores sociales, un juez dictaminó que Selina había causado un gran daño psicológico a Roberto, por lo que el divorcio procedería con o sin ella, al final accedió a dar su firma para el trámite con tal de no tener que pagarle ni un solo peso a su ahora exmarido.

Tras firmar los papeles y despedirse de la abogada, ambos adultos salieron del despacho y sin dirigirse la mirada o una palabra, subieron a sus autos y emprendieron caminos separados hacia sus nuevas vidas.

Roberto sentía que se había quitado un gran peso de encima, se sentía pleno, feliz y estaba dispuesto a celebrarlo, pero no iba a hacerlo sólo. Siguió manejando hasta la escuela secundaria "Pedro Díaz" dónde estudiaba su hijo y pidió que lo retiraran antes de clases por un asunto familiar.

"¿Está todo bien pa'?" – Dijo el menor mientras lanzaba su mochila al asiento trasero del auto y se ajustaba el cinturón de seguridad.

"Es oficial Elías" – Dijo su padre mientras ajustaba el espejo retrovisor delantero para enfocar los ojos de su hijo.

Ambos se quedaron en silencio por unos segundos y sonrieron lentamente, para después de un par de segundos más, reír a carcajadas y festejar que no volverían a ver a Selina.

"¿Qué dices si lo celebramos?" – Dijo Roberto mientras esperaba la obvia respuesta de su hijo.

El chico asintió y sin necesitar más señales, Roberto se dirigió al centro comercial para festejar ésta nueva etapa de sus vidas.

Malos hábitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora