De camino al centro comercial, Roberto tenía mil cosas en la cabeza. Recordó como tuvo que crecer muy rápido para poder solventar los gastos de una familia, eso significó decirle adiós rápidamente a los días de flojera y a los videojuegos, mientras que por culpa de Selina tuvo que despedirse de la comida chatarra que tanto le gustaba, gracias a ello y al estrés de trabajar, Roberto tiene un físico delgado y envidiado por muchos, en el que se marcan fácilmente sus músculos, con un peso tan sólo de 65 kg.
En un tono más positivo, el haber trabajado desde muy joven hizo maravillas en el mundo laboral para Roberto, ya que actualmente es uno de los jefes más importantes para la empresa en la que trabaja, con un sueldo considerable con el que no debe preocuparse por el dinero y por el que debe trabajar relativamente poco, solamente supervisando que sus empleados hagan bien sus reportes al final de cada jornada.
Después de la pandemia del año 2020, muchas empresas incluida la de Roberto, se dieron cuenta que el Home Office era la alternativa del futuro para aumentar la productividad y felicidad de los empleados, por lo que cuando todo regresó a la normalidad, a Roberto se le brindó la opción de elegir entre estar en oficina o seguir en casa, Roberto, con tal de escapar de Selina aunque sea por un par de horas, eligió volver a la oficina.
Allí era el único lugar dónde podía darse un poco de rienda suelta con lo que le gustaba hacer, a veces Roberto se encerraba en su oficina, cerraba las cortinas y jugaba videojuegos en una vieja consola portátil que guardaba en su escritorio y otras veces pedía comida de algún restaurante para comerla allí, aunque tenía que cuidarse de no hacerlo tan seguido, ya que su ahora exesposa tenía un sexto sentido para saber cuando Roberto había aumentado de peso.
Sin embargo, ahora todo había cambiado, tenía la casa para él solo y comenzaría a hacerse cargo de su hijo, por lo que iría a solicitar el cambio de modalidad lo antes posible, especialmente por el hecho de que estaba acostumbrado a que Selina llevara a su cargo todo lo referente a la casa como las cuentas, la despensa y la limpieza, cosas de las que ahora él se tendría que hacer cargo.
Cuando el chico y su padre finalmente llegaron al centro comercial, la mente de Roberto se disipó un momento y con entusiasmo entraron juntos a la plaza, sin pensarlo mucho, el hombre se dirigió a un local de helados muy cercano a la entrada.
"Primer parada Elías, tiene años que no pruebo uno de éstos porque tu madre lo tenía estrictamente prohibido." – Dijo el padre mientras miraba rápidamente el menú de la heladería.
"Voy a querer un helado de chocolate triple con cobertura dura y jarabe de fresa" – Dijo ansioso Roberto, como si se tratara de un niño pequeño.
"¿Y para ti amigo?" – Dijo el muchacho que atendía el puesto mientras servía el helado repleto de azúcar para el padre del chico.
"Pues supongo que lo mismo" – Dijo el chico no tan convencido, ya que no estaba acostumbrado a tener la libertad de elegir.
Roberto pagó por los helados y esperó a ver la reacción de su hijo tras probar semejante bomba de azúcar, la cara de felicidad de Elías lo dijo todo.
"¿Está delicioso verdad?" – Dijo Roberto mientras comía con frenesí el helado. Elías asintió con la cabeza. "Lo mejor de todo es que ahora podemos venir cuando queramos" – continúo el hombre mientras su rostro expresaba emoción y felicidad.
Siguieron caminando en el centro comercial hasta llegar a la segunda parada que tenía planeada Roberto, la tienda de videojuegos. Allí, Roberto dejó salir a su adolescente interno y sin pensarlo mucho compró una PS7, juegos cooperativos y de peleas, así como un control adicional para poder jugar con Elías, quien tenía un brillo en sus ojos al ver lo emocionado que estaba su padre.
La tercera y última parada fue en la zona de comida, dónde se detuvieron en un restaurante de hamburguesas por algo de comer, una actividad que no hacían juntos desde hace meses, quizás años.
Roberto pidió un paquete con hamburguesa doble, papas de gajo y un refresco grande, mientras que para Elías pidió un paquete junior que incluía un juguete de Street Fighter, una saga que sabía que le gustaba a su chico y que solían jugar juntos en los arcades cuando escapaban de Selina.
Ambos comenzaron a comer sus hamburguesas con gusto y haciendo gestos que denotaban lo mucho que padre e hijo extrañaban poder comer algo así. Elías terminó de comer primero y se puso a inspeccionar la figura de juguete que venía en su paquete, se trataba de Honda, un personaje cuyo principal atractivo era ser un luchador de sumo que deseaba que su disciplina se convirtiera en un deporte olímpico.
Elías atesoró el momento y decidió que cuidaría de esa figura con su vida. como un símbolo de la nueva etapa que estaría a punto de empezar con su padre. Roberto notó la sonrisa de su hijo mientras terminaba de comer, dejó escapar un eructo ahogado con su puño y se levantó para tirar la basura en los contenedores.
Mientras se dirigían a la salida del centro comercial, Roberto se detuvo por un momento.
"Espera Elías, quiero algo más" – Habló el padre mientras caminaba de nueva cuenta al local de helados que visitó en un principio.
"Me puedes dar uno más como el de hace rato por favor... Y otro para el chico. Nos encantó el helado y estamos celebrando una ocasión especial" – Dijo Roberto mientras le daba un par de palmadas en la espalda a Elías.
"Enseguida amigo" – Dijo el empleado de la heladería mientras terminaba de atender a otro cliente.
Honestamente Elías se sentía lleno, pero al momento de probar nuevamente el cremoso manjar, su estómago hizo espacio suficiente como para poder consumirlo todo, padre e hijo siguieron comiendo su helado y charlando hasta llegar a la salida de la plaza comercial.
Con las manos llenas de videojuegos y el estómago lleno de calorías, ambos caminaron de regreso al auto y se dirigieron a casa. Allí pasaron toda la tarde probando los nuevos juegos hasta la hora de la cena, cuando ambos acordaron pedir pizza para continuar con la celebración.
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Malos hábitos
General FictionRoberto se acaba de divorciar y pretende dar rienda suelta a todos los hábitos que había reprimido durante años. ¿Cómo afectará esto a Elías, su hijo de tan sólo 15 años?