Parte VIII - Traidor

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Al inicio, el plan de Sebastián fue fácil de llevar a cabo, bastaba con decirle a Alberto, su padre, que los fines de semana se quedaría en casa de Alfredo para entrenar junto con él, esto dejaría tranquilo a su padre, quien creería que su hijo se encontraba haciendo ejercicio y bajando más de peso, cuando en realidad se encontraba atiborrándose de comida chatarra junto con Elías y disfrutando del amor paternal que de alguna manera encontró en Roberto.

Los problemas comenzaron unos tres meses después de que Sebastián pasara los fines de semana en una casa donde no se hace más que comer, ya que a pesar de que sólo estaba allí tres días a la semana, el aumento de peso de Sebastián fue notorio y acelerado por dos razones, la primera es que debido a la poca comida que le daba su padre, su metabolismo se vio disminuido, por lo que su cuerpo estaba en "modo supervivencia" y, en consecuencia, todo lo que Sebastián comía en casa de Elías era almacenado en su cuerpo en forma de grasa, en segunda, la ropa le comenzó a quedar pequeña demasiado pronto, lo que acentuó lo mucho que su panza y pechos habían crecido.

Si bien su aumento de peso no se comparaba con los obesos de Elías y Roberto, los 14 kilos que había engordado fueron más que suficientes para que su padre comenzara a tomar medidas más restrictivas.

Al principio, Alberto comenzó a aumentar el tiempo de ejercicio que Sebastián hacía en casa y a disminuir la cantidad de alimentos que se le daban diariamente, llegando al límite de solamente hacer una comida por día, lo que dejaba muy débil a Sebastián.

Sebastián era inteligente, por lo que ya se encontraba ideando planes para seguir adelante con el plan, a pesar de las acciones de su papá y para ello, requeriría la ayuda de su obeso mejor amigo y se lo comentaría el próximo fin de semana.

Era miércoles, al medio día y Elías estaba en ropa interior sentado en el sillón jugando un nuevo videojuego, se encontraba rodeado de cajas de pizza y botellas de refresco vacías y tras una ronda victoriosa de juego, el chico abrió una de las cajas que le rodeaban y tomó dos rebanadas de pizza para comerlas casi de un solo bocado.

"Elías ¿Ya terminaste la pizza de tu almuerzo? Llegaron las hamburguesas" – Gritó Roberto desde el comedor-

*BUUUUUURP* - Dejó salir Elías para hacer algo de espacio para su siguiente comida.

"Ya voy" – Respondió el obeso chico mientras se esforzaba para ponerse de pie y dirigirse al comedor, algo que cada vez le costaba más y más trabajo.

Roberto estaba de espaldas en la barra, desempacando la montaña de comida que estaba a punto de comer junto con su hijo, hamburguesas, papas fritas, aros de cebolla y Nuggets de pollo, todo ello aderezado con la salsa especial de Roberto que desde hace tiempo usaba para añadir calorías extras a la ya grasosa comida.

El obeso padre de familia se giró para comenzar a poner la comida en la mesa, y su expresión pasó a una de sorpresa, miró a su gordísimo hijo entrar al cuarto mientras juntaba las últimas dos rebanadas de pizza para comerlas como si fuera un sándwich, y tal como lo había hecho hace algunos meses atrás, empezó a admirarlo de abajo hacia arriba.

Sus piernas eran anchas como troncos, llenas de grasa que hacía que con cada paso que daba Elías éstas rozaran entre sí, la panza del chico ahora colgaba bastante, al punto que lograba tapar una buena parte de la ropa interior del muchacho y además se movía con cada paso que daba. Le había salido un nuevo rollo entre la panza y sus tetas, las cuales ahora eran grandes y flácidas, sus brazos eran gelatinosos y rechonchos, finalmente su papada tapaba por completo el cuello del muchacho, no era de sorprender que el chico se viera inflado y enorme, después de todo sólo tenía 15 años y medía 1.68 metros, el promedio de altura para su edad.

Malos hábitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora