Parte II - ¡Despedido!

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"¡Es genial vivir sólo contigo papá!" – Dijo Elías mientras se llevaba una rebanada más de pizza a la boca.

"¿Por qué lo dices Elías?" – Respondió el padre tras darle un gran trago a su refresco.

"Hemos cenado pizza toda la semana, con mamá aquí eso jamás hubiera pasado. ¡Es increíble!" – Dijo el chico mientras seguía masticando su comida.

"Jajaja lo sé. No puedo creer que me privara por tanto tiempo de cosas tan ricas por culpa de tu madre" – Agregó el padre mientras se sentía feliz de ver a su hijo contento y tomaba una rebanada más también.

El problema de un hombre como Roberto es que no piensan las consecuencias de las decisiones que toman, actúan por instinto para recibir una gratificación a corto plazo, así que, cuando dejas a alguien así a cargo de un adolescente de 15 años, estás básicamente creando la receta para el desastre.

Muestra de ello están los cambios que hizo Roberto en su vida diaria, cambios que en un principio extrañaron a Elías, quien no estaba acostumbrado a ver a su padre de esa manera tan relajada y despreocupada. 

Para empezar, ya que ahora que no necesitaba vestirse formal para asistir a una oficina, Roberto pasaba todo el día en bóxer y con playeras holgadas para estar cómodo mientras trabajaba desde su comedor, su recámara o la sala y por supuesto, comiendo algo en todo momento.

Cuando necesitaba salir a comprar algo o para ir a recoger a Elías en la secundaria, simplemente tomaba un short o un pantalón deportivo, mismo que se quitaba nuevamente al momento de regresar a casa.

Sin embargo, los cambios más grandes fueron los que se dieron en los hábitos alimenticios del padre y, por ende, en los de su hijo. A final de cuentas después de tantos años de reprimirse, era natural que Roberto se dejara ir ante la más mínima prueba de libertad, especialmente cuando el dinero no era preocupación alguna.

El primer impulso de Roberto fue tirar a la basura la comida sana que había dejado Selina en la casa y en su lugar fue comprar su propia despensa, por lo que donde alguna vez hubo frutas, verduras, agua, leche baja en grasa y pan integral, ahora había snacks, pastelillos, galletas, helado y sodas, tal y como solía comer Roberto en su adolescencia.

¿Quién le iba a decir algo sobre las decisiones que tomaba? Ahora podía comer lo que quisiera, cuando quisiera y en la cantidad que quisiera. Sin embargo, algo que Roberto jamás tomó en cuenta en su decisión, es que Elías dependía completamente de lo que él comprara para comer.

Debido a estos cambios, Elías, quien solía desayunar un licuado de avena con leche de almendras, ahora desayunaba malteadas de varios sabores acompañadas pastelillos, la comida y la cena todos los días la pedían a través de alguna aplicación en el teléfono, mientras que el almuerzo escolar de Elías pasó de ser un sándwich de jamón de pavo con pan integral, a solamente una bolsa de frituras, un paquete de galletas y un refresco de medio litro, más que nada por que a su papá le daba flojera prepararle algo más elaborado.

Alrededor de la segunda semana que se hicieron presentes éstos cambios, los mejores amigos de Elías no pudieron evitar cuestionar al chico al respecto de lo que estaba pasando ya que hasta el momento él no había comentado nada acerca del divorcio de sus padres, simplemente porque no fue algo que le impactara de manera negativa.

"Bro, una pregunta" – Dijo Alfredo, un chico delgado, de cabello castaño y lentes, quién generalmente acompañaba a Elías a los entrenamientos, entre los dos hacía un excelente equipo en los deportes.

"¿Qué onda?" – Respondió Elías mientras abría la bolsa de papas que su padre le puso para el almuerzo.

"Ya tiene tiempo que no veo que tu mamá te pase a dejar a la escuela ¿Qué onda, todo bien? Me acuerdo que nos contabas que se llevaban mal." – Cuestionó Alfredo, recordando ese detalle.

Malos hábitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora