•Capítulo 9

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img. multimedia: Twitter (@silsilen19)

Midoriya lo llevó a uno de sus lugares favoritos y le presentó uno de los Arcades

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Midoriya lo llevó a uno de sus lugares favoritos y le presentó uno de los Arcades. Una vez dentro todo se volvió brillante y un tanto bullicioso por el pasar de las clases, pero era uno de sus lugares preferidos debido a su temática de héroes de antaño, justicieros o la importancia que también le daban a otras profesiones, desde el noble papel de un policía hasta la más glamorosa de un competidor de carreras sobre el pavimento. Midoriya le explicó entusiasmado como ocupar los tockens para activar el funcionamiento de las máquinas y la historia de algunos personajes que conocía, hasta luego, avergonzado de no haber detenido su diatriba, pasar a explicarle como ocupar los controles bajo su atenta mirada.

Ahí jugaron por una hora hasta que se les acabaron las fichas de juego y con los tickets que ganaron canjearon uno de los pequeños premios. Luego Midoriya le ofreció ir a comer otra cosa si es que no prefería el helado en esta época. Todoroki lo descartó y le explicó que el clima no le afectaba. Al final fueron a la heladería favorita de Uraraka, una de las mejores de la zona según su propio conocimiento y los bastos elogios de su amiga, además de que de esa manera quedaban relativamente cerca de los dormitorios y no tendrían que andar con prisa al devolverse. Su helado era de menta con chocolate, mientras que Todoroki eligió una bola de fresa y la otra de vainilla. Una elección que le causó bastante gracia y una sonrisa divertida a Midoriya hasta que el bicolor insistió en pagar Por él.

"Déjame hacerlo a mí, de verdad no es una molestia, voy a pagar con la tarjeta de mi viejo", dijo persistente con la tarjeta plastificada brillante en mano.

Después de eso no tuvo la cara con que volvérsele a oponer y dejó que pagara. Se dirigieron al parque por el que habían pasado horas atrás y se sentaron en los columpios vacíos a petición de Midoriya, y Todoroki accedió sin mayor objeción.

El lugar estaba casi vacío. No había ningún niño en los juegos de los alrededores y solo quedaban una que otra persona que se paseaba por ahí persiguiendo el sendero de grava hasta desaparecer donde ya no los alcanzaba a ver. Era tarde y se acercaba el toque de queda, pero aún le quedaba un poco de tiempo al que aferrarse, lo suficiente como para terminar de comer con calma. Tal vez incluso podrían llegar a ver la puesta de sol. Ya sabía que eso no significaría nada, pero en realidad le gustaba apreciar el descenso del astro y la entrada de la noche. Le recordaba a sus inicios cuando no tenía peculiaridad y All Might lo seleccionó como portador del One for All, o al mismo día en que había acabado de limpiar la playa tras mucho sudor y esfuerzo. Eran sus recuerdos de como comenzó en el camino para ser un héroe y verdaderamente los apreciaba y conservaba como parte de los sucesos más importantes de su vida.

Lamiendo satisfecho su helado favorito se dedicó a observar con más detenimiento su entorno. Una gran cantidad de hojas reposaban a su alrededor, desde cálidas tonalidades naranjas hasta las más oscuras marrones, viejas y secas. La mayoría de los árboles ya no conservaban sus hojas, lo cual le daba una mejor vista a su alrededor y de lo cual no se quejaba, ya que le daría una mejor vista al crepúsculo, sin el menor inconveniente y quizás hasta su compañero disfrutaría la vista.

Descifrando tu Mirada | TododekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora