Los reyes y los príncipes

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*Narra (T/N)*

     Era de noche en el castillo, por la posición de las estrellas creo que eran las doce o una de la madrugada, tenía mucho sueño a estas alturas pero no podía ni pensar en dormir por dos razones: una, padezco algo llamado insomnio y hay noches en las que no duermo a pesar del sueño que pueda sentir. Dos, la esposa de mi tío Miraz se encuentra en labor de parto, hay doncellas corriendo de un lado a otro en el castillo para ayudarla y tengo que estar despierta para saber si da a luz a una inofensiva princesa o a un peligroso príncipe... si este último llegaba a ser el caso tendría que correr a la habitación de Caspian para despertarlo, maldito siempre me deja a mi haciendo todo el trabajo. 

     Al cabo de una hora, o talvez dos, llantos comenzaron a escucharse, llantos de un bebé. Abrí con cuidado mi puerta para enterarme y escuché a una de las doncellas decir con preocupación que la esposa de mi tío había dado a luz a un niño. Reconocía la voz de aquella doncella, era la que había cuidado de Caspian y de mi desde que éramos niños, así que su preocupación era comprensible; cerré la puerta de nuevo antes de que pudieran notar que estaba despierta y me apresure a mi armario, me vestí lo más rápido que pude y de inmediato salí asegurándome de que nadie me viera. 

     En mi camino hacia la habitación de mi hermano me encontré con mi profesor, él nos ayudaría a Caspian y a mi a salir de allí antes de que fuera demasiado tarde, los dos casi corrimos a su habitación para despertarlo. 

     Cuando estuvimos en su habitación pues lo despertamos y lo hicimos vestirse, él y yo debíamos irnos lo antes posible de ese lugar o nos matarían a los dos en cuestión de minutos... o horas si es que Miraz tenía ganas de vernos sufrir. 

     Cuando Caspian estuvo listo él, el profesor y yo nos fuimos evitando a los guardias de mi tío, estando afuera nos acercó a los dos a un solo caballo. 


-¿No sería mejor que nos fuéramos en caballos distintos? - Pregunto mi hermano en tono casi de broma, que inoportuno. 

-Caspian, tu hermana no sabe cabalgar bien y en dos caballos podrían atrapar más rápido a alguno de los dos. 

-El profesor tiene razón hermano, ya súbete de una vez. - Le dije mientras me aseguraba de tener mis dagas conmigo, dos, una a cada costado además de una espada en una funda en mi espalda, todo listo. 

-¿Usted estará bien profesor? - Caspian siempre tan preocupado, el profesor solo asintió y finalmente mi hermano subió al caballo y yo subí tras de él. 

-Vayan por el bosque, por sus miedos no se atreverán a entrar allí tras ustedes, y tomen esto - El profesor le entregó algo que no pude ver bien a mi hermano. - lo busque por años, úsenlo si necesitan ayuda y esta llegara a ustedes. 

-Muchas gracias profesor. - Le dije mientras mi hermano guardaba lo que fuera que le hubiese entregado en su bolso. - Debemos irnos ya Caspian. 

-Si... volveremos aquí, se lo prometo. - Dijo Caspian refiriéndose al reino que por derecho ahora debía ser nuestro.

-Eso espero... ahora váyanse. - Caspian hizo caso y comenzó a cabalgar, nos intentaron dejar sin salida elevando el puente, pero de alguna forma el puente volvió a bajar y pudimos escapar, aunque con soldados persiguiéndonos. 


     Nos internamos en el bosque como nos dijo el profesor, iba aferrada a mi hermano, no porque el bosque me asustara, sino que me daba miedo caerme del caballo. Y al parecer la necesidad de los soldados de atraparnos a mi hermano y a mi fue más grade que las supersticiones y sus miedos ya que continué escuchándolos cabalgar tras de nosotros persiguiéndonos. 

Nos odiamos... ¿o no? (Edmund y tú)Las crónicas de Narnia el príncipe CaspianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora