9 𝕀𝕚𝕙𝕠𝕝𝕚𝕕𝕖 𝕖𝕫𝕚𝕟𝕔𝕚𝕟𝕒𝕟𝕖

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El enorme reloj minimalista que estaba incrustado en la pared de mármol de la agencia expresaba las siete de la tarde

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El enorme reloj minimalista que estaba incrustado en la pared de mármol de la agencia expresaba las siete de la tarde. Era viernes, última sesión del día y por lo que le llegó a oídos, última de la semana.

A Portugal se lo veía relajado, caminando de acá para allá, anotando tildes en cada lista de su agenda.

──África do Sul benzinho, enfim te encontro── el nombrado lo miró sonriente, bajando la mirada debido a que, aparte de el portugués ser más bajo, tenía botas con plataforma.

──Wat 'n plesier, ons is klaar hier [Que gusto, ya terminamos aquí]── avisó a su representante y este asintió.

──Eu queria que você soubesse que um longo fim de semana está chegando para que você possa ir para casa.  Eu já cuidei de te libertar de tudo [Quería informarte que se aproxima un fin de semana largo, por lo que podrás volver a casa. Ya me encargué de liberarte de todo]—.

──Rerig? dit is fantasties [¿De verdad? eso es fabuloso]── sonrió entusiasmado y sonó tan feliz que todos los que estaban ahí podrían jurar que aquellos dientes perlados brillaban.

──Bem, vou encomendar um carro agora mesmo para alcançá-lo [Bien, enseguida pediré un auto para que te alcancen]── el portugués se dio media vuelta para irse ──Homens e mulheres!  Você pode se aposentar, os turnos acabaram! [¡Hombres y Mujeres! ¡Pueden retirarse, ya terminaron los turnos!]── gritó a todo el personal que estaba ahí.

──Ag, ek het amper vergeet... [Oh, casi lo olvido...]── susurró pensativo ──Portugal!── llamó.

Su mánager, mejor dicho, su casi tío, se acercó hasta acortar la distancia. Quizás quería decirle algún secreto.

──As die Lord Kingdom my toevallig soek, vertel hom waar ek is [Si por alguna casualidad el señor Reino me busca, dile donde estoy]──.

Con un gesto de sorpresa, que finalizó en una tierna sonrisa, el portugués asintió y le dio unas palmadas en el hombro a modo de despido.

Sabía que su benzinho sentía más que un respeto cariñoso por aquel hombre de traje y nervios nerviosos. A Sud lo conocía como la palma de su mano y puede asegurar que no existe otra persona en la faz de la tierra capaz de hacerlo sonrojar de la forma que lo hacía ese Inglés, corrección, no había otra persona capaz de enamorarlo.

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RAMÉ [C.H.- TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora