Epílogo

142 17 0
                                    

No necesitaba a nadie, ni siquiera a Yoongi

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No necesitaba a nadie, ni siquiera a Yoongi. En ese momento, la sensación de inutilidad me envolvía por completo, y sentía que no podía respirar. Mi mente estaba llena de caos, como si no pudiera disipar el dolor que me ahogaba. Intentaba, con desesperación, encontrar alguna forma de calmarme, pero no entendía el porqué de lo que sentía. La oscuridad de la madrugada parecía intensificar mi angustia, y la única fuente de luz era la luna, que brillaba espléndida y distante, iluminando tenuemente la habitación vacía.

Ese mismo día debería haber sido motivo de celebración, el cumpleaños de Sana, pero mi cuerpo y mente no podían comprender la razón para celebrar. En lugar de alegría, el pánico se apoderaba de mí, una angustia constante que me mantenía atrapada en este ciclo de desesperación. Pero sabía que debía calmarme. Me haría daño, lo sabía con certeza. Por eso, mis manos buscaron instintivamente el pequeño bulto en mi abdomen, una señal de vida que, irónicamente, me ofrecía un consuelo tibio, a pesar de todo lo que me invadía por dentro.

Fuera de la puerta, Yoongi seguía llamando mi nombre, su voz llena de preocupación y desesperación. Cada vez que me pronunciaba, un pedazo de mí quería responder, pero el control se me escapaba por completo. No quería que él me viera así, no cuando me sentía tan perdida, como un alma flotando en las sombras de la ciudad. Y, por más que intentaba, no podía decirle nada, no encontraba las palabras. No quería que me viera tan débil, tan vulnerable.

“No, no, no...” Eso era lo único que mi mente repetía una y otra vez, mientras los recuerdos de mi madre en su último suspiro seguían acechando mis pensamientos, arrojándome de lleno en el abismo de la tristeza y el miedo. Quería escapar, desaparecer y dejar que la soledad fuera mi única compañía, como si pudiera esconderme de todo lo que me estaba destrozando. La angustia era tan grande que sentí que no podía respirar. Mi teléfono, que había caído al suelo, vibró en mis manos y, al mirarlo, vi que ya eran las cuatro de la madrugada. No había cambiado nada. Seguía siendo la misma, perdida en mis pensamientos, en mi dolor, esperando que algo me diera un respiro.

—Jihyo, por favor, abre... —Escuché la voz de Yoongi, una vez más, llamándome con una dulzura desesperada. El sonido de su voz me hizo sentir más culpable. Mi silencio lo estaba desgarrando, pero no podía darme el lujo de ser sincera en ese momento. No quería que me viera así, no quería que me viera débil.

Recordé las palabras de mi madre, “No recuerdes el pasado ni sus cosas malas, eso te hará débil.” En ese momento, aunque no la entendía en su totalidad cuando las dijo, ahora las sentía más reales que nunca. Porque con cada pensamiento sobre ella, la presencia de su ausencia me hacía sentir más pequeña, más vulnerable. Me sentía débil, rota en pedazos que no podía juntar por mí misma.

Poco a poco, los mareos fueron cesando, y Yoongi también se quedó en silencio, sin moverse, sentado contra la puerta, esperando. Yo sabía que aún estaba allí, cerca de mí, pero no podía mirarlo. Las lágrimas seguían cayendo por mi rostro mientras mi respiración se hacía más profunda, pero aún agitada, buscando alguna manera de calmarme.

MIRRORS | Yoonhyo [Yoongi y Jihyo] NUEVA EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora