» Once

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La temperatura de Choi San se normaliza lo suficientemente rápido como para no preocuparle al propio JungKook. Ambos cambian en silencio desde hace unos quince minutos, en medio de un terreno que aterra a San debido a la calidad de los colores, el olor, y todo el sonido de la naturaleza nueva por la que se ve rodeado.

     El lugar por el que caminan, un sendero dibujado en el suelo, con la iluminación de antorchas guiadas, no pasan por la mitad de un pueblo, sino que se esconden. Desde la lejanía ya ve la parte trasera de un castillo, probablemente el propio hogar del príncipe.

      La conversación se ha pospuesto, aunque las repetidas inasistencias del Príncipe Jeon JungKook, hicieron a San dar pequeños detalles que, en vez de calmarle, le dejaron al borde de la locura; mas, el propio Choi San se negó a dar más información antes de estar en un lugar seguro, frente a alguna persona que fuese más responsable que dos adolescentes que se enfrentan a una realidad que los obliga a crecer sin precedente ni aparente futuro. En cuanto se encuentran en la puerta trasera al castillo, JungKook se detiene, pestañea unos segundos. Es posible verle en toda su cara un sentimiento profundo de confusión, preocupación, y ganas de llorar.

     San quiere fingir que no entiende las razones detrás de ese rostro, y le gustaría creer que todo es causado por la posibilidad de una guerra. De hecho, eso debería ser lo preocupante. Pero San bien sabe que eso no es, ni siquiera por descarte, lo preocupante de la situación. Sabe bien que Jeon JungKook, un irresponsable heredero, está enamorado de su enemigo, de su potencial fuente de dolor y rechazo, y que la única aflicción en su corazón es el bienestar del príncipe Glacier.

     —San... Mis padres aun no saben sobre TaeHyung.

      San le mira desde su lugar; lo hace de forma superficial, no quiere dirigirle toda su atención porque eso implicaría sacarse de quicio y tener un ataque de pánico en ese mismo lugar.

      Aunque ambos saben que no hay tiempo para las formalidades y presentaciones, tienen presente en su cabeza sus posiciones. Si bien JungKook no puede estar más desinteresado en todo eso, Choi San es un terrenal helado, que ni siquiera es de su reino, y debería estar en Terra. Por su parte, San sabe que está frente a un Príncipe, su alteza real, y entraría a otra casa lejos de su hogar, de su madre, de su naturaleza.

     —¿Y qué piensas hacer sobre eso?

     —Necesito hablar con ellos antes.

    —¿Qué? —Cuestiona San, exaltado. Ya en ese momento si le mira directamente, sin poder dar cuenta de sus palabras—. ¿Cómo que tienes que hablar con ellos? ¿No te das cuenta de lo que sucede cuando un Rey sabe que su hijo está con el enemigo?

      JungKook se acerca a San, procurando que no le oiga quien sea que se encuentre detrás de la puerta.

      —Las cosas no funcionan así aquí, San. No tengo miedo de lo que mis padres puedan hacer o no contra nosotros.

      —Entonces, ¿cuál es el problema?

      —Quiero saber algo, San.

      —Dilo rápido, porque esto comienza a hacerme temer en serio. He querido mantenerme al margen, y estar calmado, pero cada segundo es horrible para mí.

      —¿TaeHyung está bien?

      El suspiro pesado del jovencito glacier es lo único que ha venido recibiendo JungKook durante todo el camino. Comienza a hartarlo, es desesperante hasta la médula. ¿Por qué San sigue insistiendo en sellar la boca? Ya fue suficiente espera.

      Choi San está exhausto de su persecución, la preocupación, y el duelo de su madre sufriendo a su causa. Sin embargo, ¿qué es lo que le impide hablar de forma libertina acerca de Kim TaeHyung? Pues, es una respuesta bastante sencilla. Ni siquiera San sabe la verdad cuando se trata del rey KwanHyun.

Sangre Fría » kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora