» Doce

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La franja se halla vigilada sigilosamente por dos guardias helados, muy probablemente solo son aulladores. A lo lejos, SeokJin vigila desconfiado de sus acciones, a los jóvenes glacier que evitan algún movimiento extraño por parte de los die flamme. No se ha ubicado, al menos no exactamente, un punto en toda la frontera entre los opuestos pueblos, donde no halla, al menos, un guardia vigilando y esperando por atacar. Sólo hace falta una fina provocación para iniciar una guerra.

     Pero ni la guerra detiene a un corazón preocupado.

      A lo lejos, escoltado por guardias del su propio hogar, una sombra encapuchada camina hasta SeokJin, quien, algo precavido, no le quita los ojos de encima. Los guardias de Die Flamme no anuncian a la persona que les acompaña, si no que él mismo se quita la capucha.

      Un hombre de pelo blanquecino se deja ver, confundiendo a SeokJin a tal grado de regresar la vista con miedo hacia la frontera, donde nadie se mueve ni se ve señal de ataque.

      —No se preocupe. —NamJoon dice en voz baja—. Nadie sabe que estoy aquí.

      —¿Y usted es? ¿Y por qué razón puede mantenerse en pie?

      —Soy Kim NamJoon, el consejero principal del rey de Glacier.

      —¿Y qué lo trae por aquí? ¿Tiene un mensaje que darnos o funge como un maldito espía?

      —Ya deben de saberlo, ¿no? El príncipe TaeHyung está privado de su libertad en la pared de hielo. —NamJoon dice eso con seriedad. El capitán SeokJin ladea la cabeza, aún sin entender las razones por las que el otro les está diciendo eso—. Puede que no me agraden lo suficiente como para aceptarlos, mas, mi lealtad no me permite dejar al príncipe de esa forma.

      —¿Su lealtad? Creí que era consejero del rey.

      —Pero antes soy el amigo del príncipe. Y esa lealtad puede más que cualquier título.

      En una mirada rápida al hombre, y posteriormente a la frontera, SeokJin duda un poco de la verdad que dice el hombre. Se pregunta, ¿es posible traicionar a tu rey por una amistad blanda? Incluso tomando en cuenta la situación, donde la más mínima provocación generaría una guerra, ¿vale más para el hombre la vida de su amigo? SeokJin no halla en él más que unos ojos sinceros, llenos de empatía por el alma, y eso le remueve al grado de cuestionarse el estado del príncipe Glacier.

      Jin camina unos pasos hasta el maestro Kim, mirándolo fijamente, intenta encontrar alguna señal que lo obligue a encerrarlo. Quisiera creer que es mentira eso de la lealtad. Pero en él, sólo hay una expresión seria. El aire caliente del reino, remueve el cabello claro de Kim NamJoon, logrando sacar a SeokJin de su trance.

      —¿Y qué planea hacer al respecto sobre su príncipe?

      —Solo la familia real puede sacar al joven TaeHyung de ese inmenso pedazo de hielo.

      —¿Entonces?

      —Pero el hielo sigue siendo hielo.

[...]

—Absolutamente no.

     Jeon JungKook se pone de pie con molestia desde su lugar. Azota la mano con una pared cercana, en un acto estúpido que surge desde su desesperación. El rey sólo se queda callado, pero la reina Jeon se ha puesto de pie, con la cara desfigurada por el enojo. SeokJin, comandante, solo guarda silencio a un lado de Kim NamJoon.

     —Mamá, ¿no entiendes la situación?

     —No vas a ir. No te meterás en ese estúpido lugar. Te van a matar, JungKook. ¿No lo entiendes?

Sangre Fría » kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora