» Trece

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Amar.

      Amar es como sentir calor. De hecho, no hay mejor manera de describirlo. Amar es sentir la punta de tus dedos arder, y tu cuello sudar, amar es calentarse por completo, y sentirse cálido. Amar es un vicio. Pero, últimamente, JungKook piensa que amar es más frío que calor. Tal vez amar es sentir su temperatura fluctuar, no necesariamente arder, sino enfriarse hasta poder unir la mano con la de TaeHyung. En los últimos días, amar es sentir una brisa en su rostro y ver en dirección a una extensa línea blanca, y encontrarlo ahí de pie, descalzo, con una fina capa de tela sobre él.

        Amar.

        —¿Cómo se supone que voy a dejar salir todo eso? —Pregunta JungKook pegando la mano al hielo, cada vez más acelerado por el tiempo que lo corretea por detrás.

        Al parecer, la madre de San también tiene el tiempo en cuenta. Es mentira que el tiempo es medicina, y que solo lo tienes que dejar pasar, el tiempo va detrás tuyo, pero en silencio, y si lo dejas escapar, terminará bloqueando todas tus salidas. La señora ve a ese chico, el amable y alto joven, de un porte tan espléndido que hasta le resulta conocido, pero también nota en él un color opaco, como la lava al enfriarse, no he intensidad, ni velocidad, no ve seguridad ni una chispa que alimente el fuego de su alma. Es como si su nivel estuviese siendo retenido, por un sentimiento, por un pensamiento, por un deseo.

       Ella busca la manera de explicar lo que sabe, lo único que pudo aprender de aquel que le enseñó.

       —Lo tienes en tu estómago. —Ella dice, logrando que JungKook la vea confundido—. Ahí, hay un nudo. ¿Lo sientes?

      JungKook lo percibe. Aunque no lo describiría como un nudo, más bien, como una bola de estambre, realmente no enredada, pero hecha bola.

      —Sí.

      —Ese nudo es como la madera verde, no te deja arder. Tienes que deshacerte de él.

       —¿Pero cómo hago eso?

       —Lo tienes que averiguar solo, hijo. Deja de retenerte tanto.

       Pero, ¿Cómo deshacer ese nudo en su estómago? Siempre estuvo ahí, una pista de lo que realmente era capaz de hacer, algo más que ser un príncipe que sonríe y saluda, más que alguien destinado a ver por los demás, ¿Por qué no ver por él mismo? Un poco de egoísmo es lo que quería cultivar, por eso cada noche se escapaba a la franja, para ver que ese nudo se fuera, no quería tener una bola de estambre en su estómago, reteniéndolo, amarrándolo, manejándolo. Ese egoísmo lo llevó a TaeHyung, y ese mismo egoísmo debería salir en ese momento. Pero, ¿cómo? Se repite, ¿cómo logrará eso?

       JungKook coloca de nuevo las palmas en el hielo. No puede sentir del todo esa temperatura al tacto, más bien, es como si sus manos se... sintieran distintas, pero no particularmente frescas. Cierra los ojos, y trae a su mente el recuerdo más feliz que tiene, pero ni siquiera eso logra explotar en él su capacidad. Ese amor que debe de hacerlo arder, no es suficiente, o no logra ni siquiera en ningún sentido salir.

       —No puedo.

       Las pisadas alertan a los dos, ambos se voltean desde sus lugares hacia atrás. SeokJin baja con la mano en su cintura, preparado para empuñar su espada, y San con una expresión preocupada, recorre la situación en el momento. Al toparse con su madre, San corre hasta el calabozo y se agacha, metiendo las manos dentro, intentando alcanzarla.

       —¡Mamá! ¿Qué haces aquí? ¿Desde cuándo?

       —¡Príncipe JungKook! —grita SeokJin molesto—. ¿Qué demonios le pasa? Sáquelo de ahí ya, no tenemos tiempo para esto.

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⏰ Última actualización: Jun 13 ⏰

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Sangre Fría » kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora