Tres años era lo que hasta ahora llevaba la relación de Armando Grúas con Gustabo García. Fue un tanto difícil para el mecánico llamar en principio la atención de su actual pareja, pero con alguna que otra sonrisa coqueta y mirada tierna, logró que el rubio le aceptara una cita.
La primera de sus múltiples salidas fue normal, no hubo mucho contacto realmente. Fueron a un restaurante y charlaron, disfrutando de una comida que Armando pagó.
En la segunda fue cuando las cosas comenzaron a avanzar de verdad, y de una inocente tomada de mano pasaron a prácticamente comerse la boca a besos en la camioneta de Grúas.
Y un par de semanas después, formalizaron su "intento de relación".
Si había una palabra que Gustabo usaría para describir a su novio, sobre todo en los primeros meses de "relación", sería caballeroso.
Y no era para menos; Armando Grúas era la definición de un caballero. Constantemente procurando hacerlo sentir cómodo y alegre, y con aquellos pequeños y clichés detalles como pasarle su chaqueta si tenía frío, o mover la silla frente a la mesa para que él se sentara durante la cena.
Eran detalles pequeños, pero a Gustabo le encantaban.
Fueron esas actitudes, esa voz tan única, esa personalidad tan relajada y ese cuerpazo que el mecánico se cargaba, lo que lo convencieron de que quería pasar el resto de su vida con ese caballeroso hombre y que tenía toda la pinta de ser perfecto.
Y es que, a los ojos de Gustabo, él lo era. Armando tenía todo lo que siempre había querido, y definitivamente él era el hombre de sus sueños.
Y Grúas por supuesto no se quedaba atrás. El rubio le gustó desde el momento en el que cruzó miradas con él.
Esos ojos oceánicos lo habían cautivado, y no fue sólo eso.
Cuando tuvo la oportunidad de conocerlo mejor, se dio cuenta de lo mucho que la personalidad de Gustabo contrastaba con la suya. Ese chico era tan animado y alegre que sentía que una persona así, que prefería una y mil veces salir a bailar a un bar a quedarse viendo una película en casa, jamás podría fijarse en alguien como él.
Pero por alguna razón, si lo hizo, y Armando no podía estar más feliz de tener a una persona como él rubio lo era a su lado.
Cada caricia, cada beso, cada vez que podía recorrer con su vista la piel pálida que casi nadie había logrado ver, lo hacía sentir privilegiado. Gustabo era la perfección para él, la perfección mezclada con una carita angelical y unos ojos que no hacían más que cautivarlo un poco más cada día.
Por eso, mentirle de forma tan descarada lo hacía sentir una mierda.
Cada noche, cuando se quedaba abrazado al rubio tratando de conciliar el sueño, hacía justo lo contrario: se atormentaba a sí mismo, reclamandose lo idiota y malagradecido que era.
"Él se fijó en un perdedor como tú, ¿y así se lo pagas?" "¿tienes idea de cuanta gente mataría por estarlo abrazando ahora mismo? Y tú, que tienes esa suerte, aún le mientes."
Esa clase de ataques que se enviaba a sí mismo lo estaban matando poco a poco.
En más de una oportunidad quiso, y de hecho estaba preparado para decirle toda la verdad acerca de su doble vida a Gustabo; pero no podía.
Se tachaba a sí mismo de cobarde y egoísta por ello, y tal vez lo era, pero amaba demasiado al rubio y no quería perderlo. Le daba mucho miedo que él se asustara y lo dejara, que era lo más probable, y no sabía si su corazón estaba preparado para otro rechazo.
Pero todo cambio ese día..
Emilio había llegado a la sede con una expresión preocupada, y se acercó a Armando de inmediato.
"Lo saben." le dijo "los de la meta saben que Gustabín y usted son pareja".
En ese momento se quedó helado, y su miedo por perderlo subió a otra escala; una aún peor.
Si los de la mafia enemiga encontraban a Gustabo, todo se iba a la mierda. Lo torturarían para sacarle una información que ni siquiera sabía, y en cuanto no les fuera de utilidad lo matarían y seguramente le enviarían por partes su cuerpo a Armando, sólo para hacerle saber que se había metido con las personas equivocadas.
Unas intensas ganas de vomitar lo invadieron al imaginar a su Gustabo siendo torturado de las mismas formas que él mismo había torturado a otras personas. Hasta de formas peores.
Incluso si de lleno lo mataban para hacerlo sufrir, el desenlace era el mismo en cada caso y eso lo aterraba.
Ya no se trataba de su miedo a que Gustabo rompiera con él, ahora iba mucho más allá; su vida estaba en peligro, y era culpa suya.
No podía dejarlo estar, no más. Así que esa misma tarde tomó su celular y le avisó a Gustabo que lo esperara en el apartamento que compartían, pues tenía algo extremadamente importante que decirle.
Y vaya que era importante.
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SECRETOS
Fanfiction𝐏𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐢 𝐬𝐢𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐚 𝐞𝐥 𝐦𝐚𝐲𝐨𝐫 𝐬𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐀𝐫𝐦𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐩𝐨𝐝𝐫𝐢́𝐚 𝐬𝐞𝐩𝐚𝐫𝐚𝐫𝐥𝐨𝐬 🍃 Publicada: 14/05/2021 Acabada: 14/05/2021 (dou)