Waffles

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Un infiltrante rayo de sol se colaba a través de la pequeña división que había entre las persianas de la habitación de Kei. Su luz era tal, que luego de que reflejaba sobre los vidrios de sus gafas, la luz rebotaba hasta el cielo de su habitación formando un círculo amarillo en el techo. Kei apreciaba todo este proceso de reflexión de luz desde su cama. Rompe el rebote al tomar sus gafas de donde se encontraban para llevárselas a su rostro. Se levanta espetando un pequeño gemido y se sienta su cama posando sus pies descalzos en la alfombra donde hace dos días él y Tadashi habían tenido un momento.

La mayoría de veces que situaciones cómo está ocurrían, sus caras no estaban ni cerca de la distancia de como las estuvieron esta última vez. No sabe por qué, pero siente miedo.

Finalmente se pone de pie y se dirige a la cocina a través del pasillo.

Olía a waffles, de los que vienen en caja de la sección de congelados del supermercado. La primera vez que los comió fue en la casa de Yamaguchi, en la mañana siguiente de una pijamada que tuvieron cuando eran niños. Recuerda la caja a la perfección, en la portada tenía como personaje a una especie de criatura amorfa de color azul, con unos grandes ojos marrones y un destello blanco que les daba dimensión, un sombrero canotier reposaba en su cabeza inclinada, unos zapatos lustrosos adornaban sus pies y una agraciada mueca enmarcaba su rostro. Le pereció graciosa, y fue motivo suficiente para que la próxima vez fuera de compras con su madre, le pidiera comprar esa caja de waffles.

Se dirige a la mesa de la cocina y, saludando a su madre se sienta en su habitual asiento que ya lo esperaba con un plato de waffles frente a él. Mientras disfruta del desayuno, se percata de la presencia de la caja de waffles en la mesa. La información nutricional del producto estaba a cara, por lo que la voltea con intención de volver a ver el personaje responsable de su consumo de waffles.
Al girar la caja, para poder ver la portada, se percata que el antiguo personaje azul y gracioso había sido reemplazado por un nuevo personaje que se parecía a Bob Esponja según su parecer. Qué mal plan de marketing, piensa.

"Quitaron al amorfo azul", insinúa Kei a su madre en un tono involuntariamente decepcionado, "ahora hay una especie de Bob Esponja".

"¿En serio? A ti te encantaba ese pequeño personaje azul", replica su madre con una pizca de diversión en su tono.

"Lo sé, lamentable. Creo que ya no los comeré nunca más", espeta en un tono plano que cualquier persona que lo hubiese escuchado pensaría que lo decía en serio, pero hablábamos de su madre.

"Nunca dejarías de comerlos porque ellos te recuerdan a Tadashi", desmiente su madre volteándose  para mirar a Kei. Con los palillos en mano, él se queda quieto mientras la observa. "Tal vez no lo recuerdes pero", se da la vuelta otra vez, "la primera vez que me pediste que los comprara dijiste que los querías porque la caricatura era graciosa, pero también dijiste que te recordaban a Tadashi y por eso los compré".

Dejo el pedazo de waffle que estaba por comer entre los palillos mientras miraba a su madre, que ya estaba de espaldas. Pensó por qué nunca había recordado eso, ¿es que acaso su cerebro había decido descartar tal preciado recuerdo? Ahora odiaba a la caricatura por quitarle el lugar a un recuerdo de Yamaguchi en su cerebro. Mientras pensaba, su madre habla, despejándolo de sus pensamientos.

"Sabes, desde que conocí a Tadashi, por alguna razón, siempre supe que iba a ser bueno para ti tenerlo", agrega sin voltearse a ver a su hijo.

"Lo sé", responde con una sonrisa sin mostrar los dientes. Vuelve su vista hacia su plato y se lleva a la boca el pedazo de waffle que esperaba ser comido desde hace rato.

"Es por eso mismo que no puedo permitirme arruinar lo que tenemos con una relación fallida", piensa. "¿Qué pasaría si se alejara de mí? No es que lo primero que piense al estar en una relación con él es que no vaya a funcionar porque, mierda, siento que es la única persona compatible que tengo pero, ¿qué si no?"

"Sabes que Tadashi no te dejaría solo por ninguna circunstancia, ¿verdad?", parecía que su madre le había leído la mente, aunque no le sorprendería que lo hiciera, porque a parte de Yamaguchi, ella era la persona que más lo conocía.

"Supongo", responde cortante sin levantar la vista de su plato a medio acabar. No sabía si confiar en sus palabras, pero elegió hacerlo y esperaba que fuera bueno hacerlo.

Las cosas que guardamos el uno del otroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora