Vestuario

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Kei no es insensible, Yamaguchi lo sabe. A veces se encuentra pensando qué tanto conoce Yamaguchi de él y qué tanto no. Piensa qué pasaría si Yamaguchi encontrara la parte más podrida y oscura de él ¿aún lo querría?

Trata de no pensar en eso. Por el contrario, se levanta, se viste y sale directamente de camino a la escuela.

Vuelve esta sensación de culpabilidad cuando lo ve acercandose por la acerca con ambas manos pegadas a sus costados mientras camina. Y no se detiene ni cuando Yamaguchi está frente a él, ni cuando lo saluda, ni cuando empiezan a caminar.

"Hoy entrenamos hasta tarde", le recuerda en un modo de romper el voto de silencio que ambos se habían dispuesto a emitir.

Kei asiente con la cabeza.

Yamaguchi lo mira por unos segundos y luego aparta la mirada para clavarla en la blanca acerca por la que caminaban. No hablan más en todo el camino.

En la práctica, Yamaguchi continua su rutina diaria de reprender a Hinata y Kageyama por lo que sea que estuviesen haciendo esta vez. Los de primer año se ríen en el lado contrario de la cancha. Kei los observa y siente celos. ¿Ellos fueron así en algún momento? Pone los ojos en blanco y vuelve su mirada a la madera pulida bajo sus pies.

Yamaguchi se acerca a él con pasos cuidadosos, como si fuera un león dormido en una celda oxidada. Kei no levanta la vista, no quiere morderlo. No así.

"Tsukki, la práctica ya está por acabar"

Se aleja con la misma precaución que antes, dejó la carne del león en la celda con éxito. Kei bota el aire que no sabía que retenía. Se levanta del frío piso de madera pulida antes de dirigirse a cambiarse.

Los vestidores son una revuelta loca de adolescentes semi desnudos que cubren su olor con desodorantes perfumados baratos. Se siente en el aire su densidad y hace que Kei tosa. Ve una de las latas tiradas en el piso de los vestidores. Fragancia Pure Sport, lo hace reír. Uno de los chicos la patea mientras camina y se pierde bajo una de las bancas contrarias de donde él estaba sentado.

"¡Tsukishima!, ahora tienes vergüenza que te veamos cambiarte, ¿no?", ríe Hinata, "¿Quieres que nos vayamos?

"Cállate la boca"

Hinata hace de sus mayores esfuerzos mentales para devolverle una rápida a Kei. Se rinde rápidamente y regresa con Kageyama en busca de consuelo.

Yamaguchi lo observa y no dice nada. Termina de acomodarse el cuello de la camiseta.

Eventualmente todos dejan los vestidores, Hinata y Kageyama dan un último vistazo antes de también desaparecer por el marco de la puerta hasta la oscuridad fría y perturbada de la noche exterior. Juega contraste con la gran iluminación de los vestidores, de una cegadora luz de fluorescentes blancos.

Sin nadie ahí, Kei siente un peso menos en su espalda, pero la penetrante fragancia Pure Sport todavía se siente en el aire y lo obliga a arrugar la nariz. Yamaguchi se sienta a su lado, pegado a él como si la banca estuviese llena a pesar de que eran los únicos allí. Cualquier espacio se siente lleno junto a él. Así es como Kei siente a Yamaguchi.

Siente culpa y no sabe por qué, una pesada sensación en la boca de su estómago hace que sus adentros se sientan irritantes, y no puede cortar la cuerda que los soporta, no él solo. Yamaguchi junta sus rodillas y la tela de su uniforme negro hace contraste con su pálida rodilla huesuda. La tela es suave porque la mamá de Yamaguchi le hecha doble suavizante a su ropa desde que eran niños, lo sabe porque su mamá se lo comentó a la suya hace poco y ella también empezó a hacerlo. Kei sonríe y la cuerda es cortada con una katana en un instante, una filuda pero delicada. Yamaguchi siempre da los toques precisos a Kei para que se sienta mejor. Se arrepiente de que él no pueda devolverle el favor.

Yamaguchi sonríe perdido en sus ojos.

Él no está enojado y eso tal vez molesta a Kei. Yamaguchi actuó con normalidad toda la semana y Kei odió eso. Lo odió porque sabe que miente y está tan decepcionado como él luego de como terminó su última llamada telefónica. Yamaguchi dio un paso y Kei retrocedió dos. Siente ganas de vomitar.

"Tsukki..."

"Actúas normal toda la semana", pausa, "pero, en realidad estás molesto, ¿verdad?"

Yamaguchi no responde inmediatamente. Observa a un punto familiar en el piso.

"Algo", admite.

"Entonces actúa como tal"

Kei encuentra molesto cómo Yamaguchi puede ser expresivo en aspectos tales como presumir su estatura o cuán genial es, pero cuando se trata de expresar su enojo, rompe. Rompe en mil pedazos pequeños, imposibles de emitir coraje alguno. Kei los observa con pena desde arriba.

"Yo...", empieza, "lo siento si te presione con esa pregunta en la llamada la otra vez".

Kei frunce el ceño.

"¿Te disculpas o me reprendes?"

Yamaguchi emite el voto del silencio.

"Tú... no tienes por qué disculparte", trata de arreglar, "lo siento yo por no darte la respuesta que querías"

"No quería apurarte"

"No lo hacías"

Kei clava sus uñas cortas en la palmas de sus manos. Siente ganas de vomitarlo todo, puede sentir la materia haciendo carrera en sus entrañas hasta la boca de su estómago. Su cerebro le hace la señal de pare.

"Creo qué tal vez un día podamos decir lo que nos ocultamos", vomita.

La materia logra escapar de su cerebro.

Tadashi sonríe, esta vez de verdad. Kei lo nota con su vista periférica y siente que todo ya está bien. Las nauseas se desvanecen en el aire y se combinan con el aerosol perfumado del ambiente.

"Eso me basta"

El silencio siguiente es, por primera vez, uno cómodo, como solían serlo siempre. La línea de su boca se curva en una sonrisa mientras Yamaguchi se levanta y coge sus cosas. Kei lo imita. No se molesta en cambiarse, el perfumado barato vuelve a tomar lugar en sus fosas nasales, ¿cuánto tiempo lo había estado?

Kei se levanta y busca el desodorante perdido detrás de la banca contraria de donde estaba sentado, donde lo había visto desaparecer. Lo encuentra y lo deja en el centro de una de las tablas de la banca de los vestuarios.

Tal como los otros, ambos salen del vestuario y se pierden detrás del marco de puerta hacia la noche oscura, algo más iluminada para Kei porque Yamaguchi estaba a su lado.

Las cosas que guardamos el uno del otroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora