Let it be

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Las horas habían pasado en un abrir y cerrar de ojos desde que Tadashi llegó a la casa de Kei. Ambos ahora se encontraban tendidos de manera aleatoria en el área libre de muebles de la habitación alfombrada de Kei, uno al lado del otro. Escuchaban a The Beatles en el viejo tocadiscos que Kei había heredado de su padre, el cuál lo había hecho de su abuelo. No sabía si él también lo habría heredado de su padre, tal vez debería llamarlo y preguntarle.

La fina aguja giraba sobre el Lado A del vinilo "Let it be" de 33 RPM y su roce sobre las llanuras reproducían la tercera canción del álbum, "Across the Universe".

Nothing's gonna change my world.

Yamaguchi tenía ambas manos reposando en su estómago mientras miraba al cielo raso de la habitación, Kei se encontraba igual pero con una rodilla levantada en movimiento tratando de mantenerla sincronía con el tempo de la canción que sonaba. La luz de la tarde se infiltraba por la ventana y bañaba la habitación de un tono naranja o amarillo, haciendo que el ambiente de la habitación se torne a uno acogedor.

Jai Guru Deva, Om.

"¿Qué significa eso?", pregunta Tadashi mientras John Lennon canta el coro por segunda vez.

"Es un mantra hindú que significa 'Gloria al maestro espiritual' o algo así, creo que John lo usaba para meditar", responde, sin tratar de sonar muy nerd explicándolo, pero creo era imposible. La verdad es que siempre indagaba demasiado en las letras de las canciones y las analizaba a profundidad, era algo que le gustaba hacer. Tadashi lo complementaba al siempre preguntarle por párrafos de canciones que no entendía y entonces Kei ponía sus horas de análisis a prueba y le explicaba. Eso hacía que su corazón experimentara chispas, últimamente fuegos artificiales.

"Sí que estaba metido en cosas raras, ¿eh?", dice bromeando Yamaguchi girando su cabeza hacia la izquierda para ver a Kei.

"Supongo", responde riendo y ahora también lo mira. "El amor lo enloqueció", agrega, ganándose una risa de su compañero, él también se encuentra riendo.

Yamaguchi cambia la posición de cuerpo y se acomoda de costado para poder ver de frente a Kei, el otro repite sus acciones. Entonces se encuentran acostados frente a frente a un cuerpo de separación el uno del otro, mientras la canción de fondo ya está llegando a su fin para darle paso a "I me Mine", según la portada que contiene el orden de las canciones.

Tadashi alarga su brazo juguetonamente para ponerlo en alcance de la mejilla izquierda de Kei, notando como su cuerpo se tensa ante su repentino tocar, Yamaguchi sonríe.

"¿Crees qué el amor te podría volver loco a ti?" pregunta vacilante tratando de hacer contacto con los ojos color miel que se encuentran fijos en algún lugar del piso alfombrado como si buscará algo que perdió entre las pelusas sobresalientes.

"Ya lo hace", piensa.

"¿Cómo John?", pregunta a cambio, no encontrando el coraje en sí para responder lo que piensa, si es que lo hace, porque ahora su cabeza solo reproduce el sonido de sus latidos los cuales se han acelerado, parecían seguir el ritmo de la batería de la canción, ya apenas audible en su oído. ¿Ya estará por finalizar?

"Como John", responde. Kei apenas lo escucha por el bajo tono de su voz contra los fuertes latidos de su corazón. Se acerca a Yamaguchi, por si trata de decir algo más, despejando su vista de la aburrida alfombra y posándolos sobre los de Yamaguchi que ya esperaban por su encuentro. Yamaguchi también se acerca a él, aún con su mano posada sobre la mejilla de Kei, la cual había decidido dejar voluntariamente ahí. El cuerpo de separación que hace unos minutos se interponía entre ellos redujo su distancia, ahora el miedo y nerviosismo era lo único que los separaba.

Kei separa su brazo derecho que estaba atrapado entre el costado de su cuerpo y el suelo alfombrado de la habitación para posar su palma sobre el dorso de la de Tadashi y cierra los ojos.

"Creo que podría estarlo", responde tamborileando las yemas de sus dedos en el dorso de la mano de Tadashi. No lo puede ver, pero sabe que Tadashi está sonriendo y por el calor en su mano asegura que su cara está de un rojo carmesí. No se dio cuenta cuándo su corazón dejó de retumbar en su cabeza, pero ahora podía oír la canción que reproducía el tocadiscos, "Let it be". Le hubiera gustado disfrutar "Dig it", pero sus oídos estaban ocupados por los fuertes latidos de su corazón en ese momento.

Abre los ojos para encontrarse con la mirada de Tadashi clavada en la suya y sonríe. Se sonríen. El miedo y nerviosismo que los separaba había decidido desaparecer entre una parte del segundo verso y el coro de la canción.

And when the night is cloudy, there is still a light that shines on me.

La mano vacía de Kei se dirige hacia la mejilla de Tadashi que no estaba apoyada en la alfombra, y acerca sus frentes empujando su rostro hacia el suyo. Podía escuchar claramente las palpitaciones del corazón de Tadashi, así como las suyas y la canción de fondo, todas ellas en un ritmo distinto, pero sincronizando de una manera hermosa.

"Quiero besarte", piensa.

"Creo que yo también", responde Yamaguchi en un susurro tan bajo, Kei se sorprende pensando que Yamaguchi había leído sus pensamientos, pero eso no era a lo que estaba respondiendo, aunque era igual de interesante pensar que el amor también lo volvía loco.

Su pulgar acaricia su mejilla derecha en pequeños rastros en forma de abanico sobre sus treinta y nueve pecas, o quizás más, ¿quién sabe?, no las había contado últimamente, quisiera hacerlo ahora para saber con exactitud cuántas de ellas barre con su pulgar.

Ambos cierran los ojos mientras "Let it be" está llegando a su fin para darle paso a la última canción del lado A del vinilo que solo dura 40 segundos.

"Quiero besarte pero tengo miedo de lo que pueda pasar", reflexiona. Tras pensar un poco, Kei retira su mano que mantenía sostenida en el dorso de la de Yamaguchi y se apoya en ella para inclinarse y alcanzar la mejilla de Tadashi, posando un cálido beso en sus pecas. ¿Te basta esto para que sepas cómo me siento? ¿Te llegó mi mensaje? Lo siento, pero eso es todo lo que puedo hacer por ahora porque soy un cobarde de mierda que no puede hacer un movimiento, no pude superar a Kageyama, piensa.

Yamaguchi sonríe, y mágicamente como por un tipo de antibiótico, los tormentosos pensamientos de Kei se esfumaron. Él también sonríe. Pido a la luna que te haya llegado.

Ambos retiran sus extremidades que posaban en el otro y vuelven a su posición inicial, mirando el techo de su habitación mientras escuchan como el vinilo llega a su fin.

Termina el Lado A del disco, dejando un silencio raramente fuerte en la habitación acompañado de sus respiraciones, las cuales no habían notado lo agitadas que estaban, ralentizándose poco a poco.

Las cosas que guardamos el uno del otroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora