"De una princesa elfina rebelde y un dragón convertido en un humano lastimado"
Anne
Es taaaaaan tedioso tener que preparase para ser una reina. Estudiar, cuidar tus modales, aprender sobre la economía de Fura y, por sobre todo, aprender a ocultar mucho de lo que sentimos. Lo odiaba. Se suponía que debía ser una princesa obediente.
Y era gracioso, porque mi tía no era exactamente el prototipo de reina estipulado. Ninguna de las reinas elficas anteriores habían sido muy obedientes o muy señoritas.
Eran guerreras. Cazadoras que se hacían respetar, imponiendo su presencia y logrando autoridad con solo caminar erguidas y orgullosas.
Lo único que todas tenían en común era la falta de expresividad. Era algo importante.
Las mujeres somos condenadas por los hombres con la excusa de que somos sentimentales y no pensamos con lógica. Todas y cada una de las reinas de Fura dejaron en claro la idiotez de esa excusa.
Era necesario pensar antes que actuar por impulso.
Ese es mi problema. Y la razón por la que hoy me encuentre aquí, sentada en medio del campo de entrenamiento con mi tía y mi guardia real. Diana estaba quieta un poco lejos de nosotras, con su uniforme y sus armas, lista para defenderme. Deambulando por los lugares más lejanos estaban Josie y Cole, además de los guardias de la reina.
Mi tía estaba con su uniforme de entrenamiento, con su cabello largo, atado en lo alto de su cabeza. Una cadena delgada y ligera cruzaba su frente, como símbolo de la corona. Con el palo que tenía en sus manos, me señaló.
—Tienes que comprender que sin estrategia, no hay seguridad. Debes saber que el plan no será efectivo sino es pensado con claridad. —Caminó a mi alrededor, con esa mirada inquisidora—. Eres la futura reina, Anne. No puedes permitirte ser dominada por la impulsividad. ¿Recuerdas qué pasó con Sila, décimo tercera reina de Fura? La asesinaron sin piedad porque fue en rescate de su hija sin plan alguno. No tenía certeza de si saldría bien o mal.
—Mató a siete dragones —repliqué—. Murió con honor.
—Y dejó a su hija sola.
—¿No es lo que una reina hace? Debe anteponer las necesidades del reino.
Se detuvo enfrente de mi. —Y debe ser sensata e inteligente. No serviría nada que fuera valiente pero tonta. No sirve de nada que tengas coraje y seas imprudente.
—¡No soy insensata!
—¿Quieres recordar lo de Candara, lo del niño humano, lo del lago y lo de fingir que estabas muerta para no ir al reino humano?
Ups.
—Está bien, eso estuvo mal, pero, en mi defensa, ¡me aburro! Llevo castigada dos meses y no he podido salir a cazar. Tienes guardias en cada portal y papá tiene a todos sus soldados pendientes de mi. Es mortalmente aburrido. Me siento asfixiada. Estás reteniendo mi espíritu guerrero y eso no es muy bonito de tu parte para con tu única sobrina.
Ella suspiró, sentándose a mi lado en el suelo.
—Bertha era igual —murmuró—. Recuerdo que madre nos encerraba todo el día en las habitaciones, repletas de libros de estudios e institutrices. Ella se escapaba siempre. Le encantaba vagar por todos los rincones del reino. Cuando madre la encontraba la castigaba con golpes y muchas cosas más, pero seguía escapándose. ¿Adivinas a quien conoció en uno de sus tantas escapadas?
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Cazadores y Dragones (Anne x Gilbert) PAUSADA
أدب الهواةLos cazadores de dragones son entrenados desde niños, preparados para matar a aquellas asquerosas bestias. Cada elfo y elfina debe, en toda su vida, matar al menos un dragón antes de morir. Y, no hay premio más honorable que morir matando a uno de e...