Unión

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En el camino sigue perseverando el silencio. Ninguno de nosotros habla, y dudo que alguien tenga el placer de hacerlo.

Seattle, vaya mi mente va a mil por hora, vagamente recuerdo una de las fotografías en aquel sombrío cuarto. Un edificio muy alto, con ventanas por todos lados. ¿En qué piso estará el apartamento?

Sus brazos rodean mi cintura y mi cabeza está apoyada en su hombro, sigue siendo de noche, y no a parado de llover, Rebecca y Dom siguen callados en la parte trasera de la camioneta. John no ha dicho ni una sola palabra y yo me limito a mirarlo por ratos.

¿Que habrá sido de ese cerdo asqueroso de Bill? Ojalá y este muerto.

-Ya hemos llegado a la ciudad- anuncia Sharon sin quitar la vista del camino. Volteo a ver al parabrisas y aunque las gotas de lluvia me dificulten ver, aprecio las diminutas luces de los edificios más altos.

-Menos mal, solo quiero descansar de esta jodida noche- masculla Rebecca malhumorada desde atrás. No puedo culparla, esta noche tampoco a sido la mejor de mi vida.

Y otra vez el silencio vuelve a cernir.

Cuando por fin llegamos a un edificio enorme, Sharon desciende con el vehículo por el estacionamiento subterráneo. Se aparca y bajamos del auto. Caminamos hasta el ascensor y Rebecca coloca un código de acceso, esta vez no me interesa saberlo así que me limito a abrazarme a mi misma.

Llegamos al piso, y abro la boca, es enorme, los ventanales dan una viste impresionante a la ciudad.

-¡Aleluya!- exclama Sharon mientas entra alzando las manos. Rebecca corre a tirarse al extenso sofá en el salón.

-¿Quieres que te muestre tu habitación o prefieres dormir conmigo?- me pregunta John rodeándome con un brazo.

¿Que se supone que debo responderle? Me pongo como un tomate y el se limita a reír.

Me coge en brazos y yo chillo rodeándole el cuello con los brazos.

-John, ya sabes que dicen del gorrito- se burla Dom.

-Vete a la mierda Dom- le resopla John y yo suelto una risita.

Cruzamos el salón y caminamos hacia un pasillo a la derecha, abre la puerta del final del corredor. Y pasamos a una convencional habitación, la cama color crema las paredes son blancas y tienen un decorado en las orillas.

John me deja en el suelo y cierra la puerta. De repente me pongo nerviosa. ¿Que hago?

-Iré a cambiarme, ponte cómoda- me guiña un ojo, vaya juguetón.

Me siento al borde de la cama y espero. Me duele el pecho, y es la primera que siento algo así.

Tengo el camisón mojado, tal vez si busco algo más favorable para la ocasión.

Me pongo de pie y camino a la comida enorme enfrente de la cama. Abro uno de los cajones y me encuentro con otro camisón pero con un escote profundo. ¡Madre mía!

Mi subconsciente me sonríe con picardía. Dejo la chaqueta y el camisón en una silla y me coloco el otro camisón sintiéndome muy rara por poder verme no tan decente. Camino al espejo, tengo color en las mejillas y los ojos me brillan.

Es la primera vez que logro verme así, feliz, sonrojada y sin lagrimas en los ojos. Me acomodo el cabello detrás de la oreja. Creo que ya estoy bien.

Inspiro profundamente y camino hasta la enorme ventana, y aprecio Seattle a mis pies. !Wow¡

Escucho la puerta abrirse y volteo a ver. Me ruborizo al verlo, lleva unos pantalones de deporte, pero no lleva puesta una camiseta, tiene el pecho desnudo y me tomo este instante para apreciarlo.

Black heartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora