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Sentía que algo en él, no andaba bien. Desde que empezó a ir a la casa de Mike.

Su situación ya no era tensa. Desde ese dia la compañia del can era como si de aire se tratase, algo natural y necesitado.

Y como era de esperarse, se dirigia en camino hacia ella. Sin notarlo, su andar era apresurado, sabia que no había prisa, pero aun así era como si todo su ser estuviera ansioso por llegar a su destino.

Se acercaba el otoño, las hojas estaban ligeramente coloradas por un tono rojizo. Hacia frio ese día, pero habia tomado sus precauciones.

Ya habia pasado por un resfriado, y no quería pasar por lo mismo otra vez.

El otoño siempre fue su estación favorita. Las hojas secas y como la ciudad se pintaba de colores cálidos. Un paisaje que anhelaba ver todos los días de su vida.

Víctor le habia dicho una vez que el otoño se asociaba a la madurez. Cosa que no entendió del todo, pero le gustaba como sonaba.

Cuando salió de sus pensamientos ya habia llegado a la casa del can. No sabia con exactitud para que seguía yendo, Mike sabia lo suficiente. Supuso que la razón era porque compartían el mismo gusto, pero no le convencía del todo.

Tocó la puerta siendo recibido casi al instante por Mike quien lo jalo dentro la casa. Rápidamente saludo a Trollino quien yacía en el sofá viendo la televisión, saludándole de regreso.

Fue un dolor de cabeza lidiar con la energía del can, pero ya se habia acostumbrado. Rápidamente llegaron a la habitación de Mike. Lo que él no sabia es que él era la razón por la que Mike se esmeraba por mantenerla limpia y ordenada.

Tomaron un lugar al borde de la cama, ya estaba todo preparado para el juego.

Antes de siquiera empezar, el can tomó la palabra.

—"Quiero darte algo."— dijo ligeramente rojo.

El menor, extrañado por la acción del can, asintió en señal de que podia seguir.

—"Solo cierra los ojos."— dijo con la voz más neutra que pudo.

Sin más, obedeció. En otras circunstancias le hubiera cuestionado o le habría dicho que simplemente se lo diera, pero no lo hizo. Eso solo confirmaba lo del principio, habia algo mal con él.

Sintió que algo era depositado en su mano. Sorprendiéndolo un poco.

—"Ya puedes abrirlos."—

Hizo caso y posó su mirada en su mano, abriéndolos por el asombro. Era una joya verde, una esmeralda pequeña, pero brillante.

—"Y-yo no sé que decir."— no podia contener su tartamudeo.

—"Pense que te gustaria, ya que son del mismo color de tus ojos."— dijo igual o más que nervioso que el gato.

Un rubor se apoderó de su rostro, apartó su mirada de la joya para ver fijamente al can.

—"Gracias, me encanta."— dijo regalándole una sonrisa sincera.

El can correspondió al gesto, ya más calmado por la respuesta del más bajo.

La brisa de afuera trajo consigo una pequeña hoja de color rojizo. Avisando que ya habia comenzado el otoño.

"Mike no puede ser tan malo."




'•Cօsas զuє օԀiօ Ԁɛ ti »҉ || MikenixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora