Oyó el portazo y supo que en lugar del padre llegaba el monstruo. ¿Qué le recriminaría esa noche? Lo más probable era que pronunciase el discurso repetido hasta el cansancio: que la comida no estaba caliente, que no valía como mujer, que su madre los había abandonado por su culpa, que el pantalón se le ceñía demasiado a las caderas para excitar a los hombres.
—¡Ven aquí, María! —La sangre le bombeó más rápido, se le puso la piel de gallina y el corazón casi se le salió del pecho, pues sabía qué le esperaba después percibir el tono, la duración y el timbre del grito.
—¡Tienes dieciséis años, maldita sea, y vives a mi costa! —Vio que se quitaba el grueso cinturón de cuero—. ¿Cómo puede ser que no consigas un empleo ni que hagas bien las tareas de la casa? ¡Es porque pierdes el tiempo con esto!
Los libros de texto se estrellaron de forma estrepitosa contra el suelo. Mientras la hebilla le desgarraba la carne y las patadas le fracturaban los huesos, olfateó el hedor espeso de la sangre. Miró la pared: se coloreaba de escarlata. Cuando él regresaba a casa convertido en el maligno Mr. Hayde, anhelaba hacerse pequeña. Un bicho bola o una hormiga, que simplemente desaparecía fuera de su alcance bajo una piedra. Sin embargo, comprendió que no estaba sola y que era inútil esperar a que la bestia cambiase. Ahora se hallaba en el baño y luego le pediría perdón igual que siempre, poniendo como excusa el estrés del trabajo.
El instinto de supervivencia por primera vez fue más fuerte que el miedo, que el dolor y que la incertidumbre. Sería libre, no valiente. Consiguió coger el teléfono entre las manos y marcar el 016. Así, María apostó por la vida.
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Y la vida sigue...(Desafíos, cuentos y microrrelatos).
Short StoryAfortunadamente, siempre me están proponiendo nuevos retos que me conducen hacia mi género favorito, el paranormal. Inicio esta obra con el desafío de mi querida amiga @rosaimee, que me lleva hacia un campamento de terror. Registro todos los cue...