—Eres muy guapa, Anabelle.
—Me extraña que me lo digas, Stephan, para ti era invisible.
—Me gustas —la contradice—. Nunca te han besado, ¿verdad?, seré el primero... Puede que no estés preparada para mi pasión.
Y, sin esperar respuesta, le acercó los labios y la besó con salvajismo. Belle se quedó con la boca abierta por la sorpresa, hipnotizada por los ojos color pradera del chico. ¡Durante tanto tiempo había suspirado por él! Arrobada, contempló la piel de Stephan, que despedía destellos debajo de los rayos de sol, como si estuviese tallada en diamantes.
De improviso, la cogió entre los brazos y se la puso sobre la espalda. Con ella encima, empezó a saltar de una rama a otra.
—¡Me mareo! —exclamó la joven, chocada, no entendía a santo de qué Stephan saltaba como un chimpancé de un eucalipto a un pino y de un pino a un eucalipto.
—¡Sujétate, mi amor, yo te protejo! —gritó él, entusiasmado, poniéndole una corbata azul sobre los ojos.
—¡Que me mareo, capullo, suéltame ya!
Anabelle llegaba a una conclusión: se acostaría con todos los hombres guapos o se volvería monja de clausura o lesbiana, ¡pero jamás saldría de nuevo con este tarado!
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Y la vida sigue...(Desafíos, cuentos y microrrelatos).
Short StoryAfortunadamente, siempre me están proponiendo nuevos retos que me conducen hacia mi género favorito, el paranormal. Inicio esta obra con el desafío de mi querida amiga @rosaimee, que me lleva hacia un campamento de terror. Registro todos los cue...