18

430 24 4
                                    

✿ ----------------- ✿ ------------------ ✿

Capítulo 18
Pecador.

Capítulo 18 Pecador

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

AMELIA

Todos juntos nos fuimos de ese lugar.
—Pensé que habían muerto.—El me voltea a ver con preocupación.

—Está niña y yo somos cómo inmortales, no te la dejaremos a la fácil.—Sonrió ante mi broma.

Te extrañe demasiado.—Reí cuando dijo eso.

—Y yo a ti.—Balbuceé, Mi boca está seca, no puedo decir otra cosa. Dejar de socializar con gente me afecto.

—Iré con Glenn y Maggie para hablar con ellos, adiós.—Huyo lo antes posible de ahí.

—Hola chicos.—Susurro mientras me acerco a ellos.

—Hola, ¿Qué sucede?.—Maggie me pregunta al ver mi cara de pánico.

—Oh, nada. Solo que no se como sacar conversación o corresponder a un comentario.—Ni idea de que pensar—Cuando nos sepa...—Escuché gritos dentro del bosque, corro lo más rápido siguiendo los gritos.

—¡AMELIA espera!.—Daryl gritó detrás mío ignorándolo.

Un señor está arriba de una roca mientras es atacado por caminantes. Disparo con mi arco matando a dos de ahí. Llegan los demás detrás de mi. Saco mi cuchillo atacando a uno, no me doy cuenta y uno se me acerca, pero Daryl le dispara.

—Te dije que esperarás mocosa.—Me regaña entre dientes.—Ya está despejado, vigilen.

—No vuelvas a salir corriendo así.—Alex me ordena. Rodeé los ojos.

—Puedes bajar.—Ignoro sus regaños acercándome al hombre de traje

—¿Estas bien?.—Asiente para después, vomitar en el suelo. Rápidamente desvío mi mirada para no sentir náuseas.

—Perdonen, gracias.—Nos agradece por nuestra ayuda.

—Me llamo Gabriel.—Sonríe a la fuerza y nervioso.

—¿Estas armado?.—Rick pregunta acercándose.

—¿A ustedes que les parece?.—Bromeó nervioso. Todos quedamos en silencio, sin gracia a su chiste.

—No nos importa un comino lo que parece.—Abraham habla serio ante lo que dijo. Baje la mirada para soltar no una risa.

—No tengo ningún tipo de arma, me protege la palabra de Dios.—Me ahogó con mi propia saliva. Casi se me estaba la risa.

—No te rías.—Me susurró y después habló en alto—No es lo que parecía.

—Pedí auxilio y me ayudaron.—Nadie dice nada, solamente lo miro—¿Por casualidad no tendrán comida? lo que me quedaba se me cayó.

𝙈𝙞𝙧𝙖𝙙𝙖𝙨 𝘾𝙤𝙣𝙚𝙘𝙩𝙖𝙙𝙖𝙨 [𝘾𝙖𝙧𝙡 𝙂𝙧𝙞𝙢𝙚𝙨]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora