𝖕𝖔𝖘𝖘𝖊𝖘𝖘𝖎𝖔𝖓𝖊𝖒

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SABRINA SPELLMAN no mejoró en lanzar encantamientos similares a los de sus compañeros en el resto de la semana

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SABRINA SPELLMAN no mejoró en lanzar encantamientos similares a los de sus compañeros en el resto de la semana. En realidad, tenía miedo de siquiera tratar, pues Draco Malfoy compartía con ella la mayoría de las clases y siempre miraba a su dirección cuando tenía la varita en su mano, a pesar de que trataba ocultarse de él. Atemorizada, procedía a hacer caso omiso a los profesores indicando que debían practicar los hechizos; inclusive, cuando el maestro Flitwick le pidió que pasará al centro del aula a demostrar el encantamiento aguamenti, ella argumentó que debía ir urgentemente al tocador de mujeres. En Pociones no decía excusas como esas, pues no debía utilizar conjuro alguno, así que fue mejorando. Hermione parecía muy malhumorada cuando Slughorne asentía hacía el caldero de Sabrina y no al de ella, pero de igual manera el que atraía toda la atención era Harry: el profesor ya deliraba sobre sus habilidades y aseguraba que pocas veces había tenido un alumno de tanto talento. La única clase que Sabrina podía soportar era Transformaciones, pues Lilith era su maestra y no le importaba si alguien en su clase practicaba los hechizos que ella indicaba o no. Madam Satán solía sentarse en su escritorio, indicaba que practicarán lo que venía en tal página, y nada más. No levantaba la vista hasta que la clase terminaba.

Y, en la última clase de la semana, lo único que cambió de la rutina fue que Lilith llamó a Sabrina entre la multitud que avanzaba fuera del aula.

—Mañana no olvides que Dumbledore solicitó verte —anunció la castaña cuando todos se habían marchado— y tienes que convencerlo de que te hable sobre las reliquias, haz cualquier cosa para que te lo diga.

—No has tenido suerte con él, ¿verdad? 

—Cada que intento hablarle a ese viejo, me evita —exclamó Lilith frustrada.

—Quizá sabe que no eres quien dices ser —murmuró Sabrina en respuesta.

—Tonterías, aún sigo luciendo como Minerva para sus ojos.

—¿Y cómo es que yo te veo aún como Mary Wardwell? —se interesó la chica.

—¿Acaso no sientes el poder, Sabrina? —Lilith se recargó en el escritorio detrás de ella—. Tu poder, aparte de venir del infierno, también viene de un aquelarre.

Sabrina parpadeó escéptica.

—Todos aquí son como un aquelarre.

—Exacto —soltó Lilith—. Estar entre ellos te vuelve poderosa, y sabes que hay brujas y hechiceros poderosos que pueden ver el verdadero rostro de quien lo oculta.

—¿Eso significa que Caliban también ahora es poderoso?

—Ese rubiecito engreído es un demonio, no un brujo, por suerte —finalizó Lilith. Parecía más molesta que de costumbre desde que Sabrina le comentó que él estaba ahora en el colegio.

Otro ser del que se ocultaba la mayoría de los días era de Caliban, quien parecía muy unido a Draco y a su manada de matones, los cuales seguían a ambos rubios como si fueran reyes. Caliban también tenía problemas para hacer los hechizos, sin embargo él no lo disimulaba pues actuaba como el chico rudo que no le interesaba si algún maestro le reprochaba, sólo sonreía orgullosamente hacia Malfoy y se reían. Y el sábado, mientras Sabrina avanzaba por los desiertos pasillos con paso decidido, tuvo que esconderse precipitadamente detrás de una estatua porque escuchó las reconocibles risas del par de rubios vanidosos.

Sabrina Spellman 𖤐 Harry Potter And The Chilling Adventures Of SabrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora