"¿Porqué...?"
Murmuré mirando sus ojos aguados, su boca entreabierta. Su mirada perdida.
No importa cuánto intentara, no había luz en sus ojos grisáceos que tanto añoraba....
"Vamos, Rose. Hace una hora tendrías que haber cerrado el bar." Dijo Joey desperezándose, levantándose de una de las sillas del local, "¿No regañara tu conejito si llegas tarde?"
"Él llega más tarde que yo." Dije terminando de acomodar todo lo que se encontraba en la barra. "Ya sabes que soy la encargada de este lugar, si algo no está en orden me bajan del puesto."
"Como si fueras gerente de alguna empresa" Rodé mis ojos ante su comentario. Odiaba que minimice mi trabajo, pues era la única fuente de independencia económica que tenía disponible.
"Un bar por más chico que sea sigue siendo una emprendimiento." Dije en un tono enojado; pero, me enojaba más conmigo misma, pues no era mi emprendimiento. Solo era la encargada de que todo salga bien, para mi jefe.
Hace dos años comencé a trabajar para ese restaurante, que de a poco se fue convirtiendo en mi salvación. Fue la razón por la cuál mi mamá dejó de endeudarse, y fue también la razón por la cuál estaba viviendo con Jimmy.
Sentía que le debía mucho a ese lugar, pero de todas maneras, no me pertenecía. No fue mi ambición, no mi imaginación, ni mis sueños que pusieron este restaurante en pie. Fue el sueño de alguien más.Con 23 años de edad, ya sentía la necesidad de seguir algún camino. Y no uno cualquiera, si no el mío, el que estaba destinado a recorrer.
Cada día más que pasaba sentía el gran peso de ser una joven adulta. Mis inseguridades parecían más grandes que nunca, creando un caos en mi interior. Sentía que de alguna forma, tenía que hacer un paso adelante pero el mismo miedo me hacía retroceder diez.Al salir afuera, sentí la fresca ventisca, una tormenta se asomaba. Tal vez no en ese momento, pero las nubes recorrían el cielo, de a poco tapando la ciudad por completo.
Resople al cerrar todo, al darme la vuelta me encontré con la mirada preocupada de Joey."Oye, hace un tiempo no te veo bien." Dijo sin mover un pelo, parado enfrente mío. "¿Que te sucede?"
"Nada. Solo ando confundida, eso es todo." Dije esquivando su presencia, comenzando a caminar lentamente hacia donde se encontraba el auto de Joey. Él no trabajaba conmigo, pero al salir del suyo se encargaba de llevarme a casa cuando tenía que quedarme hasta tarde.
"Se que te sucede algo." Dijo volviendo a mi par con su mirada penetrante. "Dime, no me puedes ocultar nada."
"¿Ocultar qué?" Dije parando en seco mirándolo desafiante. "Odio mi trabajo, no estoy estudiando nada, me siento inútil, miserable y hace semanas que no veo a Jimmy por las noches. ¿Feliz?" Dije en un respiro, Joey se limitó a mirarme sin decir ni una palabra por unos segundos.
"Lo siento, no sabia que estabas tan estresada." Dijo después de un rato. Se lo notaba un tanto incómodo. "¿Que sucede con Jimmy?"
"No lo sé, pasa las noches en su estudio y algunas veces vuelve tarde, yo ya estoy dormida y solo lo veo por las mañanas cuando ya está a mi lado." Dije volviendo mi caminata hacia el auto, él me siguió.
Caminamos en silencio hasta el estacionamiento, al llegar entramos a su vehículo para sentarnos en silencio. Él no introdujo sus llaves, solo quedó pensativo mirando el volante unos segundos antes de hablar nuevamente.
"¿Quieres ir a buscarlo?" Lo miré sorprendida ante su propuesta. Nunca había ido a interrumpir a Jimmy en su trabajo, pues era algo que no quería entrometerme. Su estudio era sagrado, y él me lo repetía varias veces para dejármelo en claro.
Dentro mío había una voz que lo negaba todo, que me decía que confié en él y vuelva a casa. Pero muy dentro mío estaba aquella curiosidad e inseguridad, de querer saber que había más allá de su trabajo y sus demos.
"Son las 2 am." Dije en voz baja.
"¿Que tiene?" Pregunto al encender el auto. "Vamos a ir y te vas a sacar la duda de una vez por todas."
...
"No te tardes que roban mucho a estas horas." Escuché a Joey decir antes de cerrar la puerta del auto, para encaminarme al edificio donde estaba el estudio de Jimmy.
El portero me reconoció de inmediato y me dejó entrar, le sonreí en agradecimiento pero de todas maneras sentía mi corazón dar un vuelco con cada paso que daba. Al llegar al ascensor, apreté el botón del piso, y mientras subía mis manos temblaban.¿Porqué?, ¿porqué después de todo el amor que se que él tiene por mi siento que podría perderlo todo en un segundo?, mi mundo era él y nada más que él. Necesitaba alguna razón por la cuál poder dormir de noche y llevar adelante aquella vida monótona de siempre.
Él era mi razón de seguir con aquella vida.
Él era mi pilar.Al salir del ascensor me paseé por los pasillos hasta encontrar su puerta, y al abrirla completamente, me llevé la grata sorpresa de que no había nadie.
Solo música de fondo, fue lo único que pude percibir antes de sentir unos pasos atrás míos."Rose..." Escuché una voz familiar. Mire hacia atrás para encontrarme con el amigo productor de Jimmy, Ice, se lo notaba confundido y a la vez un poco nervioso. "¿Q-que haces aquí? A Jimmy no le gustan las visitas sorpresas y menos a estas horas."
"Solo quise pasar una noche con él, ya que hace semanas no vuelve." Dije tratando de leer su expresión. Miré lo que llevaba en sus manos, unas toallas mojadas y agua. A continuación, escuché unos alaridos aproximándose desde la siguiente sala.
Era Jimmy.
Salí del estudio para ir a la sala de al lado que se encontraba con luces tenues. Ice intentaba detenerme. "Rose, no creo que debas-" no finalizó al ver que ya había abierto la puerta para encontrarme con una escena atroz.
Mis manos dejaron caer mis pertenencias que llevaba en aquel momento.
Allí se encontraba.
Tirado en un sillón, adormecido. Una jeringa tirada, unos pinchazos en su brazo y una banda que le hacía presión. En el piso unas botellas de alcohol tiradas."Rose..." dijo enderezándose de su asiento, tratando de recobrar los sentidos.
Miré sus ojos detenidamente. Su rostro; su expresión. Todo él estaba y no estaba a la vez.
No era Jimmy, no era mi Jimmy."¿Porqué...?"
Murmuré mirando sus ojos aguados, su boca entreabierta. Su mirada perdida.
No importa cuánto intentara, no había luz en sus ojos grisáceos que tanto añoraba.Algo en mi había muerto esa noche.