Capitulo 8

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Idiota!" Había dicho mientras le arrojaba mi mochila hacia su cara, Jimmy solo podía defenderse de mis ataques. "¡Tuviste todo un año para buscar un regalo y aún así no lo hiciste!" Él trataba de detenerme pero yo realmente estaba cegada por el enojo y decepción del momento.

Estábamos afuera de nuestros remolques, justamente en el medio del patio, ya era de noche y no andaba nadie por la zona. Jimmy volvía de trabajar, recién comenzaba en la fábrica y por ende le tocaba hacer el trabajo más duro.
Yo solamente lograba verlo a esas horas, para aún que sea saludarlo desde mi ventana mientras él llegaba.

Continuaba golpeándolo, hasta que sepa que el dolor que recibía no se comparaba con el que sentía en ese instante.

"¡Hace dos semanas que estoy hablando sin parar de este día y de lo especial que es! Hasta Sol me regaló algo y lo conozco hace unos meses!, ¡pero tú ni siquiera *golpe* te *golpe* dignaste *golpe* en buscar *golpe* ALGO!. ¿¡Qué clase de mejor amigo eres!?"
De repente, él me detuvo, con sus manos agarrando fuertemente mis costados. Otra vez sus ojos grisáceos sobre mi, estaba tieso, como si fuera que de alguna manera lograría hipnotizarme con su poderosa mirada. En cualquier momento lo iba a hacer e iba a caer ante él.
Abrumada abrí mis ojos, porque ya llevaba varios minutos en la misma posición sin mover un dedo.

De repente, pasó.

Sus labios estaban sobre los míos. Entregándome el beso más suave y tierno que alguna vez podría haber deseado.
Mi primer beso, con Jimmy Smith Jr.
Tan solo duró unos segundos, 10 intensos segundos. Pero fue lo suficiente como para dejarme fuera de órbita.
Se separó de mi, observando mi reacción. Y al verme congelada como una estatua con mis labios aún al aire, río de costado y tiró de mi mejilla.

"Feliz cumpleaños."

Eso era todo.
Jimmy, mi mejor amigo de toda la vida, me había regalado en mis 15 años mi primer beso.

Cerré los ojos lo más que pude, no quería abrirlos por nada en el mundo. Sabía que si los abría, volvería a mi realidad. No podía evitar soltar un suspiro cada vez que recordaba el porqué de todo esto, de mi situación con él.
Los abrí lentamente, observando mi techo. Miré hacia mi ventana, una resolana se hacía notar de a poco entre las nubes. Mi humor parecía reflejarse en el día, siempre lo sentía de esa manera. Los días grises, nunca ayudaron.

Se había ido.

Era lo único que podía pensar luego de haberlo visto anoche, yéndose de su casa con la misma bolsa con la que volvía de Janeane.
¿Y si se fue por lo qué pasó entre nosotros?, ¿y si realmente todo se acabó?. Sentía cada pensamiento y duda golpear fuertemente contra mi mente desconcertándome.
Sacudí mi cabeza, tratando de esquivarlos.

Era ilógico, no creo que se haya ido por tal razón como esa. Algo más habría ocurrido, de seguro que otras cosas habrían pasado desde antes que nos peleemos, y por eso su reacción contra mi.
De a poco todo podría cobrar sentido, pero necesitaba saber más.

Todo este tiempo había estado pensando en mi, en como todas las cosas me afectarían, me sentía atacada. Pero nunca tuve la gentileza de preguntarle cómo estaba o qué era lo que le pasaba. ¿Realmente tenía derecho de llamarme su mejor amiga?...

"¡Que los cumplas feliz, que los cumplas feliz, que los cumplas Pequeña Rosy, que los cumplas feliz!" Mi madre entró a mi habitación con una tarta en manos, y una vela encendida. Sonreí al incorporarme, restregando mis ojos para despertarme mejor. Puso la tarta encima mío, esperando a que soplara y al hacerlo, aplaudió mientras besaba mi frente.

Su última opciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora