Capítulo 13

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Nadine D'Angelo

No pude dormir, pase la noche entera leyendo los relatos ocurridos, algunos tan perturbadores como monstruosos. No entendía cómo podía haber tanta maldad en una sola persona. Porque al final de todo, él daba las órdenes, él planeaba, mentía, se deshacía de quien lo cuestionara.

Marcus Wassetein

M.D.A

He encontrado un placer en el azotar. No hay nada como tener el poder en tus manos, sentir el látigo golpear contra la piel y reventarla. Me siento extasiado. Me siento dominante.

Tengo ganas de quitarles el látigo a los verdugos cuando tengo que presenciar algún azote, pero no se vería bien en un rey.

No olvido al primer hombre que azote, un vejestorio, tal vez tendría unos ochenta años, no quiso arrodillarse ante mi cuando fui a visitar su horrible estado. Lo dieron por desaparecido a las pocas horas, pero en realidad estaba en los calabozos conmigo. Aún puedo escuchar los gritos de dolor del anciano.

Lo deje morir en su propia miseria, lo hice arrodillarse. Murió sabiendo que no es bueno retarme.

No me arrepiento, pero sentí que debía escribirlo.

Ese era nuestro rey, a quien nos arrodillábamos, idolatrábamos, y creíamos.

M.D.A

Hubo una explosión en el orfanato de Kork, el maldito Kork. No hubo sobrevivientes. No puedo describir como me siento al respecto. Sobra decir que fui yo quien lo ejecuto.

No necesitamos más de su asquerosa gente, por algo están excluidos, como la escoria que son.

Es cruel, lo sé, son niños. Pero no es su culpa, ni la mía. Ellos solo estaban en el lugar incorrecto, en el momento incorrecto.

Es por esto que digo que la gente debería dejar de reproducirse. No tengas hijos que no puedes cuidar.

¿Qué tan retorcido y cruel tienes que ser para poner bombas en un orfanato?

¿Qué tan mal tienes que estar para poder seguir con tu vida, después de hacer lo que haces?

No puedo describir la ira, la furia y la impotencia que sentía mientras me cambiaba para tomar el té con Máxine. Mi cuerpo temblaba de rabia.

Él era culpable de todo, y merecía ser castigado. Todo aquel que estuviera involucrado merecía ser castigado.

"Sangre por sangre" Nunca había tenido tanto sentido como ahora.

Agradecida con Vee y Tahra de que no preguntaran el motivo de mi repentino comportamiento, salgo con destino al jardín. Intento poner mi mejor cara, cuando me paro en la mesa de té.

−Buen día, Nadine. −saluda cordialmente Máxine. Luciendo un hermoso vestido azul debajo de la rodilla. Su cabello rubio y en ligeras hondas caía como si fuera mantequilla, su piel clara brillaba más por el sol. Sus rasgos eran como los de su madre, finos y delicados. Podía ver algo de Kaylan, como sus pequeñas orejas o sus grandes ojos, aunque de diferente color.

−Buen día, Alteza. −no sabía cómo había logrado tal tono de voz. Muy convincente. Me hace una seña de que tome asiento y la obedezco.

−¿Cómo dormiste anoche? –menea su taza.

−Di vueltas un par de veces hasta quedarme por fin dormida, esta mañana no podía levantarme. −sonríe, golpeado sus chuchara contra la delicada taza para quitarle el exceso, y luego ponerla en una servilleta.

Corona de HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora