Cinco.

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POV Kimberly

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POV Kimberly.

Al otro día cuando me desperté los brazos de Kenia seguían abrazando mi cintura, mi cuerpo estaba pegado al de ella lo cual me permitía sentir su calor, una pequeña sonrisa se formó en mis labios. La tenía cerca, tan cerca que sentía su aliento tibio sobre mi nuca lo cual provocaba que pequeñas corrientes danzaran sobre la espina dorsal de mi espalda.

Tres veces tocaron la puerta y ya a la cuarta fui capaz de abrir completamente mis ojos y estirarme aún en sus brazos. La puerta se abrió lentamente y dos cabezas se asomaron.

—Hola, linda-dijo la mujer entrando y sonrió al ver como Kenia se removía sobre las sábanas-veo que pudieron descansar bien, eso me alegra mucho, con Eloisa iremos de compras a una pequeña ciudad cerca de acá, estaremos de regreso en un par de horas, el desayuno ya esta sobre la mesa para que coman algo.

Sonreí tímidamente ante las atenciones de ella, era algo nuevo, hace mucho no sentía esa preocupación de alguien mayor. Mi madre estaba del lado de Juan aún cuando él es el causante de mis pesadillas y dolores.

—Muchas gracias…-susurré.

—Marta, puedes llamarme Marta-dijo aún con una sonrisa sobre sus labios-ya eres parte de mi pequeña familia- soltó mientras miraba a las dos hermanas, la menor de las Os solo sonrío y la siguió en silencio cuando la mujer mayor salió de la habitación.

Esperé unos segundos para soltar un suspiro.

Todo esto parecía un pequeño sueño, donde estaba con ella y por fin la vida me daba indicios de que sería feliz, pero al mismo tiempo sabía que mi suerte jamás estaba de mi lado, y que todo lo que me podía hacer feliz un tiempo luego se vendría a mi contra, tenía miedo de que todo desapareciera de un solo golpe y volviera estar en esa habitación oscura siendo presa de un hombre sin corazón.

Salí de mis pensamientos cuando unos suaves labios besaron mi hombro, luego mi nuca para luego proceder a besar mi mejilla.

—Buenos días, Kim-susurró sobre mi mejilla haciéndome sonreír.

La miré y se veía tan hermosa recién levantada, su cabello castaño estaba despeinado, sus labios se veían un poco hinchados por el golpe que recibió, sus pestañas largas y su cuerpo, ella definitivamente era la chica más hermosa que había visto en toda mi vida.

—Bue-buenos días…- me sonrojé al notar el nerviosismo que ella provocaba en mi

Su suave olor me estaba enviando a un mundo donde aún no debía estar, no aún, negué con la cabeza volviendo a la realidad donde ella se estaba riendo de mi, se levantó de la cama y camino hacia el baño.

Yo la seguí como un pequeño cachorro siguendo a su madre, tallé mis ojos un poco más tratando de despertar por completo. Al entrar al bañó lave mi rostro y tomé el cepillo de dientes que me había dado Kenia, hice mi aseo corporal para luego salir y agarrar la ropa que ella me había dejado a los pies de la cama, ya no había nadie dentro de la habitación por lo cual simplemente salí y caminé por los largos y anchos pasillos de aquella casa, me reí bajo mirando las paredes llenas de hermosos cuadros, eso no era para nada una casa, más bien era una mansión.

𝐄𝐬𝐜𝐫𝐢́𝐛𝐞𝐦𝐞. [𝐊𝐞𝐧𝐢𝐚 𝐗 𝐊𝐢𝐦𝐛𝐞𝐫𝐥𝐲] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora