Seis.

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POV Kimberly

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POV Kimberly.

Los días pasaron y muy pesadamente. Tenía las palabras de Michelle en mi cabeza todo el tiempo, la rabia me estaba carcomiendo y no sabía que hacer con ella sin hacerle daño a todos los que ahora me estaban protegiendo.

Después de que la rubia se fuera llegaron Marta y Eloisa, Kenia les contó todo y la mujer solo pudo abrazarme al verme llorar gracias a la impotencia que sentía dentro. Me sentía como una niña enjaulada en una mansión gigante solo para ser protegida de un maldito depredador. Pero al mismo tiempo me sentía en casa al estar cerca de Kenia y Marta, poco a poco ellas se fueron convirtiendo en la familia que Juan me arrebató.

Había hablado a solas con Michelle para que me ayudara a conseguir más contactos, necesitaba un lugar lejano a éste, solitario y donde nadie pudiera encontrarlo. Ella un poco confusa dijo que lo haría, aún cuando sabía que lo necesitaba para algo en específico, algo que tanto como Kenia y Marta también querían, hacer pagar al bastardo de Juan.

Pasó una semana y una noche la rubia llegó con el labio roto, tenía sangre en su camisa blanca y su falsa azul marino. Su cabello estaba un tanto desordenado y sus brazos tenían rasguños.

—Esa enana es una fiera-dijo riéndose-la guarda espalda de Juan es potente.

Solo rodé los ojos sabiendo de quien hablaba. Katia, la culpable de gran parte de mi tortura, era una bocata, todo el tiempo le decía absolutamente todo lo que hacía a Juan, hasta cuantas veces iba al baño, siempre llegaba todo a oídos de Juan.

No era un secreto para nadie que ella estaba enamorada de él, y aunque él sólo se dedicaba a pisotearla acostándose con ella para luego decirle que ni para dar placer sirve y da asco, ella seguía fiel a su lado, en serio esa chica necesitaba un poco de dignidad.

—Es insoportable, es una bruja en la totalidad de la palabra- dijo mi hermosa Kenia acariciando mi brazo mientas veíamos como Marta limpiaba cuidadosamente el labio de Michelle.

Alcé una ceja al ver lo cerca que estaban, las dos se miraban con tanto amor, que entendí que las dos estaban enamoradas pero en el poco tiempo que llevaba con ellas me di cuenta que las dos son muy tercas como para aceptar eso.

—Bien, tengo el lugar, tengo los contactos y es hacer una llamada y ese imbécil estará ahí, aún te sigue buscando jurando a gritos que te hará pagar por la humillación que le haz hecho pasar.

—Perfecto- fue lo único que dijo Kenia mientras que caminaba a nuestra habitación, miré a las dos mujeres las cuales solo me dieron una sonrisa y corrí detrás de la castaña.

Cuando entré a la habitación la vi guardando ropa en una mochila y un par de armas que estaban por la casa a petición de Marta.

—Amor…- susurré mirándola y ella giro a verme-detente, no quiero que lo hagas

𝐄𝐬𝐜𝐫𝐢́𝐛𝐞𝐦𝐞. [𝐊𝐞𝐧𝐢𝐚 𝐗 𝐊𝐢𝐦𝐛𝐞𝐫𝐥𝐲] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora