Mark

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El ruido del reloj en la pared era lo único en lo que podías concentrarte. El sonido repetitivo que resonaba dentro de las paredes de su sala de estar y que se extendía por su cabeza. La única luz provenía del televisor. La mirabas fijamente, sin prestar atención al drama que se emitía en la pantalla. Esperaste y esperaste. Sentada en el sofá, con una manta bien envuelta sobre los hombros, que te reconfortaba mientras la ansiedad y el estrés se enterraban en la boca del estómago. Mark aún no había entrado por la puerta de tu apartamento, aunque había prometido llegar a casa a las once como muy tarde. No te importaba que Mark saliera a hacer sus cosas. Pero cuando te mentía, eso te molestaba.

Sabías que estaba con ella. La mujer que había estado viendo a tus espaldas cada semana, a veces saltándose una semana para no hacerte sospechar. Pero sabías que había algo diferente en la forma en que Mark actuaba contigo. Tenías el presentimiento de que tenía una aventura con su nueva compañera de trabajo y los mensajes de su teléfono te daban la razón. Una noche, mientras él dormía, utilizaste el reconocimiento facial de su teléfono y miraste sus mensajes. Sabías que estaba mal invadir su privacidad, pero él te estaba engañando, así que ¿Quién era el que estaba haciendo algo realmente malo? Era él. Obtuviste las respuestas que necesitabas, pero no tuviste la fuerza necesaria para echarle la culpa. Habían pasado tres semanas desde que lo descubriste y estabas intentando reunir el valor para enfrentarte a él y poner fin a su matrimonio.

Pero la idea de poner fin a un matrimonio de cuatro años por este motivo te rompía el corazón casi más que el hecho de que él te fuera desleal. Mark era la razón por la que te levantabas de la cama cada día, la razón de tu sonrisa, pero también la razón de las lágrimas que caían lentamente por tus mejillas. No podías entender porque te engañaba. Las preguntas para las que no sabías la respuesta pasaban por tu mente como un desagradable tornado ¿No eras lo suficientemente buena? ¿Habías hecho algo malo? ¿Simplemente ya no te quería y no tenía las agallas para divorciarse de ti?.

El sonido de la puerta al cerrarse te distrajo de tus pensamientos. Te diste cuenta de las emociones que se reflejaban en tu cara, te limpiaste los ojos y te giraste hacia él con la mirada perdida.

—¿Por qué sigues levantada, cariño? —Él sonrió suavemente, con una mirada de incertidumbre en su rostro ante el hecho de que te hubieras levantado para atraparlo a escondidas hasta tarde. Inconscientemente jugueteaste con el anillo de bodas en tu dedo, tragando un sollozo y dejando salir un largo aliento antes de saludarlo con una sonrisa falsa.

—Te estaba esperando —Tu voz era débil, sonando tan frágil como tu aspecto en ese momento.

—¿Has estado llorando? —Se sentó en el sofá a tu lado, su brazo rodeó automáticamente tu hombro, acercándote a él mientras te daba un beso en la cabeza. Asentiste con la cabeza, sintiendo que el estómago se te caía al suelo mientras te armabas de valor para hablar.

—Tú también llorarías si el amor de tu vida se acostara con otra persona a tus espaldas —Le miraste a los ojos, con la sonrisa falsa aún pegada a tu cara mientras las lágrimas frescas rompían las barreras y rodaban por tus mejillas sonrojadas. Sentiste que se tensaba sobre ti, retirando lentamente su brazo mientras su boca se abría y cerraba múltiples veces como si no supiera qué decir.

—Y-y-yo... —Tartamudeó, sin saber si intentar persuadirte de que no era cierto. O confesar y romper su corazón aún más. Se decantó por la segunda opción a pesar de lo mucho que le dolía el corazón— ¿Cómo lo sabes?.

No pudo establecer contacto visual contigo a pesar de que le mirabas incesantemente.

—Tuve un presentimiento y luego vi algunos mensajes en tu teléfono. Además, noté algunos rasguños en tu espalda que definitivamente no había puesto allí —Suspiraste, rompiendo en sollozos y sacudiendo la cabeza por la incredulidad de que todo salga a la luz.

—__________. Lo siento mucho. De verdad que lo siento —Tragó saliva, un llanto saliendo de sus propios labios mientras su mundo se le venía encima. No quería perderte pero hizo lo único que seguramente te alejaría. Y ver cómo llorabas de un corazón roto por su culpa le rompió por completo— Por favor, no me dejes.

Suplicó, extendiendo una mano para agarrar la tuya en su mano. Esquivaste su agarre y te pusiste de pie, limpiándote los ojos y respirando profundamente.

—¿Por qué lo has hecho, Mark? ¿Qué he hecho mal? ¿Ya no me quieres...? —Tu voz se quebró mientras llorabas. No estabas segura de querer las respuestas a sus preguntas, sabiendo que si escuchaba algo que no querías oír podría hacer o deshacer tu decisión de quedarte con él o dejarlo.

—No hiciste nada malo, sólo fui estúpido y yo... ni siquiera se... —Tuvo hipo, poniéndose de pie para mirarte— Me arrepiento, pero no podía parar, no siento nada por ella te lo juro nena. Te quiero y la he cagado. Lo siento mucho.

Los dos se miraron a los ojos el uno al otro, llorando juntos mientras los pensamientos destructivos se desgarraban en sus mentes.

—Sentirlo no es suficiente, Mark —Tu tono era suave, pero las palabras le cortaron como un cuchillo. Su corazón se desplomó y bajó la cabeza avergonzado— No puedo quedarme, tampoco quiero hacerlo.

—Quedate, por favor, te necesito —Suspiraste secando tus lágrimas, negaste con la cabeza.

—Nada me garantiza que no lo volverás a hacer y tu lo dijiste, no podías parar, no dejaré que esto pase dos veces. Me voy.

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NCT One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora