Renjun había pasado los últimos 10 minutos en el sofá con la cabeza echada hacia atrás, los ojos cerrados, el pecho subiendo y bajando rápidamente, y una gota de sudor chorreando por un lado de la cara. Tu boca hacía maravillas sobre su dura polla, la punta golpeaba la parte posterior de tu garganta y te obligaba a tener arcadas, los restos de pre-semen se untaban en tu lengua. Te apartaste, los dos sonrieron mientras te levantabas de las rodillas en el suelo para sentarte a horcajadas en su regazo. Ya estabas desnuda, y las manos de Renjuns se dirigieron a tus tetas, agarrandolas y pellizcando tus pezones mientras te hundías en su polla. El placer le hizo ver las estrellas y sus labios se dirigieron a la suave piel de tu cuello.
—Te sientes tan bien —Gemiste con voz ronca, echando la cabeza hacia atrás mientras empezabas a rebotar en su regazo, con chispas de éxtasis recorriéndote la polla de tu novio golpeando todos los lugares adecuados.
—¡Mierda! —Gimió, sus abdominales se tensaron y su agarre en tus caderas dejó hendiduras en las uñas de lo fuerte que te agarró de repente. Intentó recuperar el aliento mientras se calmaba, su cabeza cayó sobre el respaldo del sofá mientras su cara y su pecho se ponían rojos.
—¿Te acabas de correr? —Lo miraste fijamente aguantando una carcajada. Él seguía con la cabeza apoyada en el sofá, mirando al techo y negándose a recibir tu mirada.
—No quiero revelar esa información contigo ahora mismo...
—¡Renjun!.
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Jeno
—¡Date prisa y métemela ya! —Te enfadaste con tu tortuosamente lento novio. Tenías aproximadamente 15 minutos antes de que Jeno tuviera que irse a un horario con el resto de los dreamies. Los dos estaban súper calientes, así que decidieron que la mejor manera de afrontarlo era tener un rapidito.
—¡Bien, ten paciencia! —Te inclinó sobre la cama, colocándose detrás de ti mientras te levantaba la falda y te apartaba las bragas— Joder, estás tan mojada...
Deslizó su dedo sobre tu raja, recogiendo tu fluidez y empujando un dedo dentro de ti.
—¡Jeno tu polla no tu dedo!.
—¡Bien! Qué mandona —Puso los ojos en blanco, empujando su polla dentro de ti lentamente. Cuando no hizo ningún esfuerzo por moverse te giraste para mirarlo, frunciendo el ceño. Tenía los ojos cerrados y el labio atrapado entre el labio inferior. Te aclaraste la garganta para llamar su atención, lo que pareció sacarlo de su trance.
—Lo siento, cariño —Te empujó con vigor, el sonido de sus caderas golpeando contra tu culo se mezcló con los sonidos de sus gruñidos y tus jadeos.
