Caso 5

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Mingi ese día tendría que llegar tarde a casa porque salió a cenar con su familia, así que no podía estar a tiempo a la hora de dormir de Yeo. Le pidió el favor a JongHo pero este le respondió sin interés y que no le prometía nada. Igual no era la gran cosa, tan solo tenía que entrar a su cuarto un momento para fijarse si ya estaba durmiendo. No le pidió que se quedara a dormir en el mismo lugar por dos simples razones: Uno; no iba a querer. Y dos; no quería que Yeo corrompiera al maknae del grupo, si es que es capaz de hacer lo mismo que hizo con él. Pensó que JongHo es un inexperto, que nunca sería capaz de tocar siquiera el pelo de una chica, aparte de tenerle pánico cuando alguno de los integrantes intenta ser cariñoso con él.

Con todo eso en mente, se queda tranquilo y a gusto de que nada fuera de lugar ocurrirá.

Era exactamente medianoche, todos ya se encontraban durmiendo y Mingi dijo que estaría llegando entre la una y las dos de la mañana. El pelirrojo se había olvidado del favor de su mayor, levantándose luego de un mal sueño. Pasó por la habitación del rubio a revisar si ya estaba durmiendo, se acercó a la puerta y giró la perilla lentamente para no hacer ningún ruido molesto. Empujó la puerta despacio, sin abrirla por completo, solo lo necesario para que su cuerpo pueda deslizarse sin ningún problema.

No había rastro de alguien despierto, tampoco de alguien durmiendo, no estaba en su cama. Tal vez esté en el baño, pensó. Dejó la entrada para avanzar de puntillas hacia el baño privado del cuarto, luego de dar unos cuantos pasos, la puerta se cierra sola, haciéndolo exaltar y girarse. 

Yeo estaba parado justo al lado de esta, ahí fue cuando por fin pudo respirar de nuevo.

-Dios mio... ¿acaso quieres matarme de un susto?- tenía su mano en el pecho, tratando de recuperar su respiración normal.

No respondía, solo se dignó a acercarse de manera rara, sin que JongHo pudiera entender sus intenciones. Se sintió inseguro de su compañero por primera vez, de por si Yeo era difícil de comprender, pero esta vez había algo raro en él. Puede que sea el menor del grupo, pero es bastante inteligente.

-Oye ¿estás bien?- Lo detuvo de sus hombros antes de que intentase dar un paso mas y poner en riesgo su vida o quien sabe.

-Jonghie...- su voz era delicada y aguda, quitó sus brazo que lo retenían de un solo movimiento, para saltar y abrazarse a su cuello.

Su inesperada acción lo congeló, estaba estático sin saber que hacer o decir. Si él estaba raro, la situación lo era el doble. Para ser sinceros, a JongHo le agradaba ese contacto, siempre rechazaba el de los demás, pero ahora era diferente. Era cálido, algo que hace bastante tiempo no sentía y no quería desperdiciar el momento. Rodeó su estrecha cintura con su fuertes brazos, controlando demasiado su fuerza para evitar que su hyung se quedara sin aire con un simple abrazo. Su primera vez correspondiendo un abrazo se sentía bien, tanto que podría estar así toda la noche, inclusive hasta dormir de esa forma.

Yeo reacciona luego de estar casi un minuto así, sin separar tanto sus cuerpos pegados, centró su rostro a la par de JongHo. De esa manera, podía ver sus delicadas facciones y su piel de porcelana. Siempre admitió que su Hyung era magníficamente hermoso, no lo eligieron de visual porque si solamente, sino por el simple hecho de que su belleza era insustituible y única. 

Sus respiraciones golpeaban las mejillas contrarias, los ojos nunca se desviaron a otro lado mas que los labios del maknae, yendo directamente a ellos sin restrincciones. Lo había tomado de la barbilla en caso de que girara su rostro evitando el beso. En ese momento, JongHo se sentía vulnerable ante el beso húmedo y gentil, un beso que no se lo esperaba para nada, pero claro que le encantaba. 

A JongHo en su tiempo libre se lo gastaba para ver telenovelas, aunque ya había tenido su primer beso, siempre se concentraba y esperaba ansioso la escena en la que los protagonistas se besan.

Había tardado en reaccionar, iniciando por mover sus labios, siendo preciso y siguiéndole el ritmo a su hyung. Cada vez apretaba más su cintura, apegándolo a él, sin dejar ni un centímetro de espacio entre ellos. Al estar así, sus partes bajas lograban tocarse, ambos ya estaban duros por un simple beso. En vez de recostarse en una cómoda cama, JongHo caminaba hacia la pared, estampando el delicado cuerpo del rubio contra esta.

Su manos comenzaron con la acción, metiéndolas por debajo de su pijama de seda, pero su piel era aún mejor que dicha prenda. Siguiendo con besos, abandonó sus labios y dejaba un sendero de besos por todo su cuello hasta llegar a sus botones rosas. Los chupaba y los mordía, jugueteando con ellos usando su lengua, hasta que se pusieron rojos y duros. Yeo tiraba de su cabello, mordiéndose el labio para controlar sus jadeos y suspiros, su cuerpo deliraba ante cada contacto del pelirrojo, inpacientándolo y queriendo pedir más.

Nadie tenía la oportunidad de decir algo, Yeo no paraba de gemir su nombre, y JongHo se dedicaba a recorrer cada parte de su cuerpo con sus labios y manos. Estas últimas terminaron por amasar su trasero, por encima de su pijama y luego las escabulló dentro. Para ser un chico, tenía un bonito y redondo trasero.

El de cabello rubio, se atrevió a masajear su sexo erecto, para próximamente meter su mano y sacarlo. Era tan prominente que ni el propio dueño se reconocía, no recordaba que podría llegar a tener ese tamaño. YeoSang se deslizó hacia abajo, su delgado cuerpo estaba atrapado contra la pared y el fuerte pecho de JongHo. Se detuvo quedando cara a cara contra su miembro, una pequeña gota de presemen ya comenzaba a salir desde la punta de este. Acomodó sus largos cabellos detrás de las orejas para tener su rostro libre y preparado para comer ese pedazo de carne que se cargaba.

Choi soltó un gruñido grave cuando fue introducido por completo en la húmeda cavidad del rubio, sintiendo como era succionando y lamido con maestría. Ese chico le hacía ver las estrellas, algo que nunca antes había experimentado y ahora quisiera que el tiempo se detuviera en ese momento. Su viaje astral se interrumpió cuando escuchó un quejido por parte del rubio, se había ahogado intentando hacer llegar el sexo hasta su garganta.

-Ya es suficiente, detente...-

-¿Cómo se sintió?- preguntaba aun desde abajo.

Su rostro estaba completamente sonrojado, ojos entreabiertos y su boca hinchada. Lucía sumamente caliente y a la vez adorable, una sensación extraña le aceleró el corazón, su guapo compañero haciéndolo sentir en la luna y su necesidad de satisfacer su deseo sexual lo impacientaba cada vez más.

Tomó el antebrazo del rubio para pararlo y quitarle los pantalones en un movimiento rápido. Lo cargó sosteniendo su trasero y muslo, haciendo que Yeo rodee su cintura con sus piernas y se sostenga de su cuello. El miembro palpitante del pelirrojo frotaba la estrecha entrada del pasivo, ansiando entrar.

-Ponla... rápido por favor...- meneaba su cadera ávidamente contra su caliente pene. 

Solamente con la saliva que dejó anteriormente, era la única ayuda para poder adentrarse en su apretado ano, que se expandía y se amoldaba lentamente a su miembro.

Los dos jadearon pesado con dicha intromisión, sus respiraciones se aceleraron y la temperatura de sus cuerpos iban en aumento. El sexo del menor se iba adentrando a la par que que Yeo apretaba sus anchos hombros, lo cual eran su soporte. Le causaba dolor por no haberse preparado con anterioridad, pero al pasar el tiempo se acostumbraba y ese dolor fue reemplazado por un ardor delicioso. Siguió arremetiendo contra él, moviendo su pelvis con tosquedad, concediendo el deseo de su hyung en ir mas rápido.

En la pose se le dificultaba acelerar las estocadas, por eso, lo bajó y lo giró, quedando mirando solamente la pared, con sus manos y cara estampada contra esta. Estaba siendo rudo, pero a Yeo solo le excitaba cuando actuaba así, causándole dolor, que de seguro dejará moretones visibles en cada parte que tocó.

Alineó su falo en entrada de su hyung, introduciéndolo lentamente, hasta llenarlo por completo. Con las manos en sus caderas, seguió embistiendo rápido. La habitación se volvió en un desorden de sonidos obscenos, tanto gemidos como el golpeteo de sus pieles.

Yeo se masturbaba porque estaba a punto de llegar a su tan esperando orgasmo. JongHo estaba igual, penetrando su agujero bruscamente, saciando su propio deseo y alcanzar el climax.

Llegaron un vez que el menor se detuvo, mientras dejaba su esencia dentro de toda su cavidad, hasta que sus cuerpos dejaron de estremecerse se separaron. JongHo se le quedó viendo en como su líquido salía del interior de su hyung, y como luego se desplomaba en el suelo ya dormido.

S̲̅e̲̅x̲̅o̲̅m̲̅n̲̅i̲̅a̲̅ ┋Yeosang┋harem┋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora