VIII. DOCE

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Doce hijos tuvieron María Antonia y Fernando, pero de esos doce, sólo sobrevivieron cinco, los cinco protagonistas de esta historia.

Isabel, Arturo, Luis Antonio, Ricardo y Cecilia, compartieron la misma sangre, pero no los mismos caminos, pues fueron separados por circunstancias ajenas a ellos.

Al tener cinco bocas que alimentar, Fernando y María Antonia estaban desesperados, él había renunciado, y los ahorros estaban por terminar, pero fue entonces cuando una luz aparentemente salvadora, tocó a sus puertas.

-Mamá, ¿qué hace aquí?-

-Bonita forma de saludar a la mujer que le dio la vida, desagradecido, la mala maña es la que se pega- respondió Doña Luisa a su hijo, mientras lanzaba una mirada de castigo a su nuera.

-He sabido que no la están pasando nada bien, y todo por culpa de esta inútil, que no hizo otra cosa más que parir-

-Ya mamá, no necesitamos más cantaleta- contestó Fernando.- ¿Nos va a ayudar?-

-Por supuesto, tuve noticias de la ingrata de Rosalbina, está en Barranquilla, y tiene buenos contactos, ella si ha sabido qué hacer con su vida, bueno, el punto es que tiene un amigo en Contratación, y dijo que están necesitando gente para trabajar-

-Bueno, no se diga más, nos mudamos a Contratación-, aseguró María Antonia.

-No es tan fácil muchacha, en ese trabajo les darán casa, no es muy grande, pero tendrán techo, el único problema es que…-

-¿Cuál es el problema mamá? Hable-

-Bueno, es que… no se aceptan familias numerosas, como mucho la pareja con un hijo, no podrá trabajar si lleva a cinco muchachitos-

El silencio, como era ya costumbre en la familia Niño Ruíz, volvió a apoderarse de su aposento.

-Lo que sugiero es que Rosalbina se lleve a las niñas, ya hablé con ella, llega más tarde- intervino doña Luisa.

-Pero mamá, ¿cómo vamos a dejar a nuestro hijos?-

-Será temporal- repuso María Antonia-

-Lo ves fácil porque nunca te ha gustado hacer nada-

-Ya dejen de palabrear tanto, María Antonia, mi hijo tiene razón, y usted mijito, decida porque una oportunidad como esta no le va a caer del cielo ni se le va a repetir-

-Está bien- contestó triste Fernando.

Efectivamente, en las horas de la noche, Rosalbina llegó a la casa de su hermano, y entre lágrimas, Fernando se despidió de sus pequeñas, Isabel, contaba con once años, mientras la pequeña Cecilia, tenía diez meses de nacida.

-¿Y qué vamos a hacer con los niños?- preguntó angustiado Fernando.

-Dejémoslos en el monasterio del padre Joaquín, tiene fama de ser bueno, allí van a estar bien, te repito que es temporal- contestó María Antonia.

Fue así como Arturo, Luis Antonio –Toño, como cariñosamente le llamaban-, y Ricardo, fueron llevados por su madre a un monasterio que hacía las veces de orfanato, pues allí recibían a los niños que quedaban sin hogar.

María Antonia y Fernando partieron a Contratación.

Una vida normal (Opcional)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora