I. LA DESPEDIDA

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En Aratoca Santander, vio la luz una niña de nombre María Antonia, al parecer hija natural, de padre alemán a quien no conoció, pero jamás le importó, llevaba con orgullo el apellido de su progenitora, Mercedes Ruíz, con quien permaneció en sus años de infancia y  parte de su juventud.

Por su parte, en Pamplona, Norte de Santander, crecía un joven de carácter, amante de la vida, con sonrisa encantadora y ojos profundos como el mar, quien tenía en sus ideales las ansias de amar, amar profundamente a la inigualable mujer que se ganara su corazón.

Él del norte y ella del sur, ambos con ganas de comerse la vida, salieron de sus casas ese día, el día en que sin saberlo, se unirían en un lazo ancestral que marcaría sus vidas para siempre…

-Mamá, ya me voy-, dijo ella con voz trémula.

-Hija mía vaya con Dios-. Asintió con los ojos llenos de lágrimas.

María Antonia se marchó.

Tomó la flota que la llevaría a encontrarse con su destino, pero ella no lo sabía, había salido de su casa en busca de fortuna, sin mayor equipaje que unos cuantos trajes y muchos sueños, además del escapulario de la Virgen del Carmen que siempre la acompañaba desde que tenía memoria.

-¿Fernando Niño, está seguro de que esto es lo que quiere hacer?- preguntó su madre con tono desafiante.

-Mamá, no me lo haga más difícil, debo marcharme y buscar mi camino.

-Salió igual de traidor a la hermana, desde que Rosalbina se fue no sabemos nada de ella, váyase rápido antes de que me arrepienta y no lo deje ir, sé perfectamente que este es el adiós definitivo.

Ambos empapados en llanto, se brindan uno al otro el abrazo más tierno que puede existir entre madre e hijo.

Fernando se marchó.

Se dirigió a la plaza de su pueblo, el último tren con destino a Bucaramanga estaba a punto de salir, tuvo que correr para alcanzarlo, habiendo subido a él, abrió la mochila color piel que le había tejido su madre, se encontró con una arepa de queso –su favorita-, unos cuantos pesos y una foto de él y su vieja que en su reverso decía: Nunca olvide de donde viene y sabrá para donde va, lo ama, su mamá.

Una vida normal (Opcional)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora