III. AMOR A SEGUNDA VISTA

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-Querida María Antonia, han pasado ya tres meses desde que estás con nosotras, y te ha ido muy bien, de seguir con más niños en tu refuerzo, pronto tendrás que montar tu propia escuela- dijo la señora Palomeque a su huésped.

-Ay si, la verdad estoy muy feliz, gracias a Dios y a mi Virgen del Carmen todo me está saliendo bien, muchas gracias a usted por apoyarme tanto- respondió María Antonia.

Suenan las campanas, -basta de charla mi niña, la misa debe estar por empezar, debemos apurarnos para tomar un buen puesto, me gusta verle la cara al padrecito cuando habla-.

-Oremos…- ay mira María Antonia, ese muchacho que está con el padre no deja de mirarte, todos los domingos hace lo mismo-.

-Josefina ¡por favor! Estamos en la casa de Dios-

-¿Y eso qué? No estoy faltando a la verdad con lo que te digo, le gustas a ese buen mozo-

-¡Dios mío! ¡Déjame escuchar la liturgia Josefina! Dijo María Antonia, mirando con cierta complicidad a aquel misterioso joven, que sin duda no le quitaba los ojos de encima.

-Dense todos fraternalmente la paz-

-Ay Dios mío, el buen mozo viene para acá, ¿estás viendo María Antonia?-  comenta jocosamente Josefina.

-La paz sea con usted señorita-

-La paz sea con usted- y cuando sus manos se juntan en ese saludo, un papel pasa de las manos de él a las de ella, María Antonia lo recibe temerosa y lo guarda en su monedero.

-In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti. Amen. Podéis ir en paz-

-Deo gratias. -

Al llegar a casa, María Antonia y Josefina se van a su cuarto, esperando con ansias el tiempo propicio para abrir el papel, no sería nada agradable que la señora Palomeque las sorprendiera en ello.

-Pronto, ¿qué dice? ¿Que te ama y quiere que huyan juntos?

-Josefina, no digas tonterías, ¿cómo va a decir eso? ¡Ni siquiera nos conocemos!

-¿Bueno y qué esperas para abrir la nota? Mi madre debe estar muy ocupada con las labores del hogar, esta es la oportunidad.

Es usted muy bonita, le diría sin temor a equivocarme que esto ha sido amor a segunda vista, no a primera, porque en todo el tiempo que llevo observándola, hoy, hoy es la segunda vez que mi mirada se encuentra con la suya, y han sido sus bellos ojos azules los que me han indicado que usted me ama tanto como yo. Suyo por siempre, Fernando Niño.

-¡Majadero! ¿Pero qué se ha creído?- Exclamó ruborizada María Antonia.

-Jajaja, si el amor se te nota a leguas querida- respondió a carcajadas Josefina.

-¡Tú no sabes nada de eso! ¡Eres solo una niña!-

-Seré una niña pero no soy ciega, acéptalo María Antonia, ese muchacho buen mozo te trae loquita, y tú a él, mira nada más la belleza que te escribió, ¿y si le respondes con una nota? Yo podría entregársela-

El domingo siguiente, y el que le siguió a ese, y el de la semana posterior, y el del mes siguiente, y durante algunos meses más, Fernando y María Antonia se enviaban cartas en las que se expresaban su amor, un amor puro y verdadero, se veían todos los domingos al acabar la misa, con el pretexto de unas clases que el padre Joaquín le había solicitado a ella para los niños del barrio.

-Querida mía, creo que es tiempo de casarnos-

-Ca- casar- balbuceó ella, -¿No es muy apresurado?-

-Por supuesto que no, no tengo duda, eres la mujer con la que quiero compartir el resto de mi vida, tener muchos hijos y estar juntos hasta la vejez-

-Pero, para eso tenemos que ir a Aratoca, debes conocer a mi madre-

-A ella y a quien sea necesario, te amo María Antonia, por ti hasta el final de la vida-

-Entonces acepto- y con un beso se selló el compromiso.

Una vida normal (Opcional)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora