Una vida normal (Opcional)

VII. SORPRESAS DE LA VIDA

-¿Otra vez? ¡Bueno pero si no puedo con una ahora cómo será con dos!-

-No es para tanto mujer, quien cuida de Hilda soy yo, tú no has podido aprender a hacer nada-

-¿Y tienes que restregármelo en la cara?-

Entre discusiones y reconciliaciones pasaba la vida de esta pareja, María Antonia sin saber mover un dedo para el hogar, y Fernando haciéndose cargo de ello y de su trabajo; se estaba desgastando demasiado.

Pasaron cinco años y ya tenían tres hijas, Hilda María, la mayor, Hilda Fernanda, la segunda, e Isabel, la pequeña, agotaban a su pobre padre quien finalmente, tuvo que renunciar al Ejército para cuidar de ellas.

-Ya tenemos diez días en esta clínica, y mi hija no mejora doctor, ¿qué pasa?- preguntó enfurecido Fernando.

-Lo siento mucho señor, pero deben estar preparados para lo peor-

Y lo peor llegó con la noche, como las malas noticias, que no dan espera, Hilda María había muerto, y con ella, como si fuera poco, unos meses después, se llevó a su hermana Hilda Fernanda.

Fernando estaba derrumbado, en menos de seis meses había perdido a sus dos hijas mayores, sólo quedaba Isabel y el bebé que esperaba María Antonia, porque aunque odiaba ser ama de casa, amaba los placeres carnales y, al parecer, tenía un pacto con la cigüeña, que no paraba de visitarla.