Capítulo 4: comienzos

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Hacían ya tres días desde que Stella vivía en la casa junto a su nueva familia. Le gustaba la idea de vivir allí durante mucho tiempo, pues era algo totalmente distinto y podría comenzar una nueva vida tratando de superar aquellos traumas que la perseguían, pero después de lo que ocurrió el día anterior con Blair, pensó que las cosas podrían torcerse.

No quería comenzar las clases, pero era totalmente necesario para ella y para distraerse de todo aquello. Llevaba un año repitiendo curso, contando con los tres meses que estuvo en el orfanato. A pesar de que era una muy buena alumna, tras lo que ocurrió, decayó totalmente, no quería estudiar, ¿quién querría tras pasarle algo así?

Fue a comprar junto a Alice todo lo necesario para el comienzo de las clases y después, Alice la dejó sola en casa para ir a comprar, pues Stella no tenía ganas de ir.

Aprovechó para tocar el piano, pues la pareja estaba de acuerdo con ello. Lo limpió con un paño antes, hacía tiempo que nadie lo tocaba y ya tenía polvo.

Puso unas letras delante y comenzó a tocar lo que sabía de haber visto a otras personas hacerlo.

Empezó bien, pero desafinó un poco. Estuvo un rato así hasta que escuchó un golpe en el piso de arriba.

Pensó que se trataría de alguna cosa que se había caído, tal vez por el viento u otro factor. Escuchó un segundo golpe y ya sí que decidió subir a ver qué era.

—¿Hay alguien? —preguntó mientras la madera de las escaleras crujía a su paso.

Como era de esperar, nadie contestó y se limitó a mirar cuarto por cuarto hasta ver de dónde provenía el ruido.

Tal vez sea otra vez mi imaginación... —pensó.

Entró en su habitación y vio un par de libros caídos en el suelo. Los recogió y localizó la ventana con su mirada. Estaba totalmente cerrada, no había indicios de que el viento lo hubiera provocado.

De repente, mientras colocaba los libros a la perfección sobre la estantería, escuchó un ligero sonido, parecía el piano, pero Stella pensaba que sería casi imposible que se tratase de ello, pues estaba sola en casa. Salió por la puerta de su habitación y fue a bajar las escaleras, cuando el sonido se hizo más grave, y efectivamente era el de alguien pulsando una tecla del piano. Un escalofrío recorrió su columna vertical e hizo que tragase saliva, pensó que podría tratarse de un ladrón.

Bajó lentamente las escaleras y miró de forma sigilosa hacia el salón, donde se encontraba el piano, pero no había absolutamente nadie.

Decidió ir hacia allá y seguir con lo que estaba haciendo. Se sentó nuevamente en la silla y puso sus manos sobre las teclas.

Sintió un suspiro en su oído mientras tocaba algunas notas provocando que se le erizara la piel. Quería girarse por curiosidad, pero le daba bastante miedo hacerlo. Unos segundos después, el suspiro se transformó en una voz que decía su nombre suavemente. Le sonaba de haberlo escuchado antes, tal vez en la calle mientras tiraba la basura, pues aquella voz era totalmente parecida a la de su madre que pedía ayuda.

—¿Mamá? —preguntó sin saber qué hacer.

Gírate.

Stella no tenía la certeza de que fuera su madre quien le estaba hablando, por lo que aún tenía miedo de girarse y ver algo que no quería.

—¿Estás muerta?

No lo estoy, necesito tu ayuda, tienes que volver.

—¿Volver a dónde?

De repente, el timbre sonó y no obtuvo respuestas, puesto que alguien interrumpió la extraña conversación.

Stella miró hacia atrás por inercia y no había nadie. Fue hacia la puerta y la abrió.

DESTELLO EN LA OSCURIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora