Capítulo 5: no son coincidencias

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Eran las dos de la madrugada y Stella no podía dormir a pesar de que tenía que levantarse para ir al instituto. Sentía un fuerte dolor en su cabeza, punzadas como agujas extremadamente dolorosas, no era normal. Se retorcía en la cama, esperando que cesara, sin embargo, duró mucho más, hasta que soltó un grito que Alice escuchó.

Alice salió de su habitación rápidamente para entrar en la suya.

—¿Qué ocurre? —preguntó preocupada.

De repente, el dolor cesó. Stella estaba confusa por ello.

—Hasta hace un momento, sentía un gran dolor de cabeza, pero, ya no... —dijo mientras tocaba su cabeza con nerviosismo.

—Quédate aquí, te traeré una infusión.

Stella aceptó. Se quedó embobada mirando hacia lo que tenía enfrente, el espejo.

Se preguntaba qué clase de dolor de cabeza había sido aquel, pues nunca lo había sentido de manera tan intensa, ni se había quitado tan rápido.

Mientras pensaba, sintió un frío recorriendo su espalda, aquella sensación ya la había sentido antes, y no era para nada agradable.

—Otra vez no...

¿Por qué?, ¿no quieres verme? —preguntó la voz de siempre.

Stella no se exaltó ni sintió miedo, comenzaba a acostumbrarse a ello, pensando que no iría a más...

—¿Por qué no te muestras? —preguntó mientras miraba su reflejo en el espejo.

Si me ves en este estado te asustarías.

—Dudo que puedas asustarme más.

La voz no respondió.

—Si verdaderamente eres mi madre, ¿cómo puedes comunicarte conmigo en caso de que estuvieras viva?

He conseguido hablar contigo gracias a una persona que me está ayudando, pero no es suficiente, Stella, necesito tu ayuda, necesito escapar y darte explicaciones.

Las dos últimas palabras resonaron en su cabeza, «darte explicaciones». Era lo que más necesitaba en aquel momento, no quería vivir sin saber la verdad.

—Deberás decirme qué debo hacer para ayudarte.

De pronto, Alice llegó con la infusión y la colocó sobre su mesa de noche. Stella esperó unos minutos hasta que se enfriara para beber.

—Si comienza a dolerte otra vez te llevaré al médico —sugirió—. No hace falta que vayas mañana al instituto, debes descansar.

—Tranquila, iré.

Stella se recostó en su cama e intentó dormir nuevamente. Tardó quince minutos en quedarse dormida plácidamente hasta levantarse a las siete de la mañana tras sonar la alarma.

Sentía bastante pesadez en sus ojos, aun así, hizo el esfuerzo por ir al instituto, era el segundo día y comenzar a faltar no iba a ayudarla.

Al salir de casa, se topó con Blair y fueron juntas al instituto.

—Parece que no has dormido mucho —replicó fijándose en sus ojeras.

—Casi nada —replicó con la mirada fija en el suelo y los brazos cruzados.

Blair notó aquella seriedad y se mantuvo en silencio durante un minuto para luego hablar de nuevo.

—Podríamos hacer algo juntas el fin de semana.

—¿A qué te refieres?

—No sé, salir; ir al cine, por ejemplo.

Stella no se había planteado esa idea, pues la última vez que salió con amigas fue antes de la tragedia, por lo que se le hacía bastante extraño.

DESTELLO EN LA OSCURIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora