Capítulo 8: inesperado

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La noche había llegado. Blair estaba sola en casa, a la espera de información sobre su padre, aunque lo más probable era que saliera al día siguiente, pues ambos participaron en la pelea y el hombre estaba curándose las heridas en el hospital, ya que no fueron para tanto.

Como de costumbre, Blair comenzó a hacerse la cena. Sacó unos filetes de pollo del frigorífico, unas especias de la despensa y sacó la sartén para luego encender la placa de la vitrocerámica y, mientras esta se encendía, comenzó a leer un libro.

El ambiente de la noche era pesado, no parecía haber buenas energías.

Blair no estaba tranquila, tampoco sabía por qué, quizás porque estaba sola o porque aquella noche había bajado más de lo normal la temperatura, a pesar de que era primavera.

Subió a su habitación y cogió una chaqueta de su armario. Esperaba que así se fuera el frío.

Recordó que la sartén estaba suficientemente caliente y puso dentro los filetes. Comenzó a cocinarlos, pero sus manos comenzaban a temblar del frío. No era normal, a pesar de que se hubiera puesto la chaqueta, no entraba en calor. Colocó sus manos sobre el fuego para calentarlas un poco, pero para su mala suerte, una gota de aceite hirviendo saltó sobre ellas, causándole un ligero ardor.

Los filetes terminaron de cocinarse y los puso sobre el plato para comenzar a comerlos.

Mientras comía, podía notar como a penas tenía equilibrio en sus manos, pues el gélido frío comenzaba a dejarla sin fuerzas. No entendía a qué se debía.

Miró el aire acondicionado de su casa, pero estaba apagado.

Consiguió dar un bocado a unos de los filetes y decidió poner el calefactor. Tras unos minutos, Blair comenzaba a notar el calor.

De repente, escuchó un ligero ruido que provenía de fuera de casa. Alzó la mirada y juraría que había pasado alguien por detrás de la ventana.

Pensó que se trataría de alguien que simplemente caminaba por allí, pero el ruido de las pisadas volvía y esta vez detrás suya, como si corrieran hacia ella. Se giró rápidamente, pero no había nadie. Su corazón latía más que nunca, pareciera que se le fuera a salir.

No se le ocurrió otra cosa que comer rápidamente, —casi se atraganta—, apagar la estufa y salir fuera de casa con el fin de llamar a Stella, pues necesitaba estar con alguien en aquel momento o entraría aún más en pánico.

Pensó en llamar a la puerta, pero ya era demasiado tarde y sería una pésima idea molestar a los padres de Stella luego de la pelea que había tenido su padre. La única forma era llamándola por la ventana.

Corrió rápido, con el temor de que alguien de verdad estuviera por allí acechándola. Para llamar la atención de Stella, decidió lanzar una pequeña naranja cerca de su ventana.

Por suerte, ella estaría en su habitación, puesto que las luces estaban encendidas.

Stella estaba en su habitación, —acomodando la cama para irse a dormir, era temprano, ya que al día siguiente era sábado y no había clases, pero esa noche tenía bastante sueño—, cuando de pronto escuchó el sonido de la naranja chocar contra la pared, por suerte no la había estampado en la ventana. Causó bastante miedo en Stella, pero se aventuró a mirar. Abrió las persianas y miró hacia abajo.

—¿¡Blair!?

—Déjame entrar, ahora te explico.

—¿Cómo?

—No sé, es tu casa, no la mía —dijo rápidamente sin que Stella pudiera procesar lo que había dicho.

—Te abro por la puerta de atrás —replicó.

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⏰ Última actualización: Jul 04, 2021 ⏰

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