𝘣𝘰𝘰𝘬 / 𝘩𝘰𝘵 𝘤𝘩𝘰𝘤𝘰𝘭𝘢𝘵𝘦
¿Qué hora era? Saihara no tenía la menor idea, pero al asomarse por la ventana notó que seguía oscuro. Intentar adivinar era casi imposible, podían ser las ocho de la noche como las cuatro de la madrugada.
Lo último que recordaba era haber estado trabajando en un caso intentando con todas sus fuerzas mantener los ojos abiertos. Era obvio que no lo había logrado pero, ¿cómo había llegado ahí?
Finalmente se estiró para mirar el reloj; tres treinta y siete, leyó. Volvió a tirarse en el colchón y fue apenas entonces que notó la ausencia a su lado.
-¿Rantaro? -con su voz de recién despertado murmuró. No obtuvo respuesta alguna.
Se destapó, sintiendo de inmediato el frío y se sentó en la orilla de la cama, esperando tomar la fuerza suficiente para levantarse de ahí.
Respiró y se impulsó. Se estiró un poco y caminó hacia la puerta, abriendo esta perezoso. De inmediato notó que alguna luz en la planta baja estaba encendida.
Bajó las escaleras con cuidado y entonces lo vio. Rantaro estaba sentado en el sofá con una pierna sobre la otray un libro entre sus manos, lo único que se escuchaba era la llama en la estufa.
No pudo contener una pequeña sonrisa. Estaba dispuesto a volver a subir cuando Amami se levantó. Se dio la vuelta, decidido a aproximarse a la cocina pero fue ahí cuando se encontró con él.
-¡Santa Madre de-! -Se sobresaltó. Al darse cuenta de que era Shuichi quien estaba ahí, suspiró y soltó una risita-. Oh, eres tú...
-Perdón... -Él se encogió de hombros sin saber qué más decir. El aventurero se acercó y le revolvió el cabello.
-No te disculpes, ¿cómo dormiste? -le preguntó.
-Bien... supongo -Replicó el detective antes de dar un bostezo, dejando caer su cabeza en el pecho del chico. Sintió una mano llena de anillos acariciarle el cabello.
-¿A que hora te acostaste anoche?
-¿Eso importa? -Rantaro lo tomó de los hombros para alejarlo y lo miró alzando una ceja. Saihara suspiró-. No dormí
-Shu...
-Sí sí, ya sé... pero estaba ocupado.
-Tu tiempo de sueño es más importante.
Él asintió-. Ya, perdón... se me fue el tiempo.
Amami asintió también-. Entiendo, no te disculpes.
-Además tú estás despierto a las casi cuatro de la mañana, no creo que puedas quejarte. -Shuichi alzó una ceja.
-Buen punto, pero en realidad recién me despierto. Me acosté contigo en la tarde y me quedé dormido hasta ahora. -Se excusó-. Bajé porque tenía antojo de un chocolate caliente, ¿tú quieres?
-Estaría bien... supongo.
El aventurero asintió, dándole un beso en la frente-. Dame un segundo e iré a servirlos.
Poco después el muchacho siguió su camino hacia la cocina. Saihara caminó hacia la sala y se sentó en uno de los sillones con las piernas cruzadas.
No mucho después él se le unió. Apareció con dos tazas que había traído de sus viajes, una de Irlanda, otra de Colombia. Le pasó la colombiana a Shuichi y se sentó a su lado.
-Gracias -Sonrió. Rantaro no respondió por un momento, se acurrucó en el hombro del detective.
-Por nada.