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1880, Septiembre.

Ver el rostro asustado de la señorita Kim, verla temblar y morderse sus uñas, movió algo en mi. Se supone que nada debe afectarme en éste tipo de trabajos, porque, es lo que tengo que hacer, actuar con la cabeza fría y solo seguir órdenes, no seguir lo que me diga mi corazón. Pero por alguna razón la señorita Kim hace que lo use en muchas ocasiones.

Veo a sus ojos color miel, y sin querer me aventuro en un bosque donde me encanta estar, en un mar donde yo podría pasarme toda la vida nadando, una noche estrellada que podría pasar toda mi vida admirando, ese color de ojos que es tan raro de ver, que es lindo, más lindo que el azul o verde que poseen varias personas de la alta sociedad, y eso la hace más diferente a ella. Apenas llegamos yo ya tenía una idea de su comportamiento, una niña mimada y malcriada que se rehusaría a hacer cosas que yo, una salvaje, le pidiera, y así fue, solo que después de tremenda paliza que atentó contra mi vida, ella cambió.

Me gusta pensar que cambió por mi.

A pesar de que desde el primer momento pensé que sería una hija de perra (cosa que fue así) mi corazón se sintió horriblemente atraída a ella. He pasado algunas aventuras con mujeres, esposas de hacendados que yo he sido encargada de 'proteger' pero eso solo fueron... polvos rápidos, antes de que la banda se fuera al día siguiente. Yo sé que no debe pasar nada entre la señorita Kim y yo, pero, hay algo que realmente me impide pensar cuando estoy cerca a ella, y solo actúo en modo automático. Será su olor a perfume caro, jabón olor a rosas, o que directamente su olor natural es ese, olor a rosas.

Ese persistente olor a rosas en nuestro campamento montado afuera de su casa hace que Namjoom y Junmyeon cuestionen de su apariencia angelical. Junmyeon seguía diciendo que lo que hizo la señorita Kim no tiene perdón, que por qué yo la perdoné tan fácil si por su culpa casi muero, pero yo he aprendido a perdonar, tanto como he aprendido a soltar.

Aprendí a perdonar, y la primera persona que perdoné fue a mi madre.

Llevando una vida donde el perdón no existe, que la sangre, la pólvora y el dinero gobernaba, yo logré perdonar a la mujer que me llevó a esa vida, después de... no sé, 14 años. La mujer culpable de todos los males de mi vida que por dos gallinas vendió nuestra dignidad, y por dos panes vendió todo lo que teníamos. La mujer que me hizo pasar por varios burdeles para que ella pudiera comprarse su aguardiente, la mujer que me hizo sentir ira, frustración, tristeza y un amargo sabor de impotencia, la había perdonado.

¿Por qué no perdonaría a la señorita Kim, si perdoné a esa mujer?

Fue una pregunta que me hice en solo un día.

Aún así, había una gran diferencia entre ellas dos, que la señorita Kim se humilló al pedir mi perdón. O que me haya pedido perdón más de dos veces, me haya llevado de comer cuando ella juró que jamás me voltearía a ver, que me haya llevado dos cigarros aunque sé que odia que fume, que me haya llevado a desayunar aunque ella rompió directamente las órdenes de su padre, no sé qué es humillarse a si mismo si se hicieron todas esas cosas cuando se juró un odio puro. El odio las unía, pero la humillación y el rebajarse a si mismas al pedir perdón las separaba.

Seung me ayudó a superar ambas cosas, las cicatrices de la golpiza, que fueron borradas, pero no los recuerdos de mis primeros 'dulces años de niñez y adolescencia' que todo niño debe tener. Puras mierdas, la única vida feliz que pueden llevar los niños es naciendo en una cuna de oro, con todo a su disposición y que jamás les falte nada. De qué le sirve a un niño ser feliz si se está muriendo de hambre, y de qué sirve vivir si no se tiene nada en la vida, pensamientos que tuve hace tiempo. Si no fuera por ese hombre, no sé donde estaría, pero lo más seguro era que en el mismo infierno, alimentándome de las llamas y del dolor de los demás mientras me retuerzo en el propio.

El único sentir cercano que tengo a eso es cuando dejo el cerillo consumirse hasta que llega mis dedos, sintiendo la sensación de ardor, que mis manos secas ya no sienten. Después de tener que atar, atacar, todo tipo de vida salvaje, puedo prender cerillos con mis manos.

Después de los guantes que me compró la señorita Kim, todo ha sido más fácil...

Y aquí es donde me doy cuenta de que he nombrado más veces a la señorita Kim que mi propio nombre, y es algo que pasa todos los días. Embriagarme con su olor, su apellido, su esencia, todo de ella.

Sé que lo que me presentó al principio fue una capa de protección, no es tan fácil ver a más de 15 desconocidos llegar a tu casa de un día para otro, recibir amenazas de muerte y de violaciones brutales por parte de los Yang, y tampoco es un dulce sabor de boca ver a alguien ser golpeado hasta casi morir frente tuyo, cuando tú jamás atravesaste una escena de brutalidad. Algunas veces la envidiaba. Envidiaba su vida, envidiaba cómo conseguía todo tan fácil y cómo tenía acceso a todo. Envidiaba sus aires de superioridad, su facilidad para hablar, envidiaba hasta el calibre de su educación, pero luego dejaba esa envidia de lado. A cada uno le toca una vida y escenarios diferentes, y cada uno debe dar lo mejor de sí si se quiere sobrevivir.

Y quería decir que a la señorita Kim le tocó una fácil, pero sería totalmente idiota, egoísta y estúpido decirlo. Cada uno batalla como puede, y ahora su familia estaba pasando por una etapa dura, etapa que ambos querían fingir que no pasaba nada, sonriendo, siendo felices.

Eso era lo único que envidiaba de una manera insana, el pretender que se es feliz.

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amo los povs de Lisa🥰

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𝐌𝐲 𝐋𝐨𝐯𝐞 🌹𝙅𝙚𝙣𝙇𝙞𝙨𝙖🌹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora