Azufre

425 84 12
                                    

Habían empezado a negociar entre ambos asentamientos, el de Tsukasa y el de Senku, los negocios debían empezar a fluir, había sido una promesa y que ahora concretaban. La cooperación mutua les podría llevar a grandes cosas ¿No? Podrían avanzar rápido, ver beneficiado a quienes están bajo su mando.

Lo primero que iban a negociar era comida, Senku podía surtirles de comida no perecible y Tsukasa de materias primas que necesitarán, por ahora solo podían hacer trueque hasta que crearan una nueva moneda. La primera visita fue de Senku y su equipo, llevaban en el Gorila de Acero tanto comida fiolizada como en conserva, suministros que iban a necesitar los del imperio de Tsukasa en invierno, además de obviamente panacea de sulfa para que tuvieran al menos medicamentos básicos en caso de contraer alguna enfermedad que pudiera ser tratable.

Lamentablemente en cuanto pasaron por el umbral donde estaba el trono de Tsukasa, Senku vio nuevamente a quien había abusado de él...Estaba frente a Hyoga, este le miraba sabiendo que el científico estaba a nada de tener un ataque de pánico, pero también sabía que ese chico jamás abriría la boca ahí mismo, que podría sentirse mal, incluso llegar a tener nauseas por el estrés, pero no diría nada.

Y no se equivocó, Senku hizo las negociaciones pertinentes, habló con Tsukasa, incluso trato de evitarle todo el tiempo, de ni siquiera mirarle. Hyoga sabía que si encontraba solo a Senku, probablemente repetiría lo mismo, volvería a tratar de demostrarle que era un simple omega y su mente y cuerpo se lo debía a los Alfas por lo débil que era.

Senku procuró no quedar solo, que no se le acercara Hyoga y que al terminar las negociaciones se volvieran rápidamente a Ishigami, pero todo era como él deseaba en esta vida. Cuando estaban cargando el gorila de acero pidió un momento para apartarse, necesitaba ir a orinar, después de todo el viaje era largo y además de ello había comido y bebido. Estaba claro que había sido una pésima decisión, ni siquiera se le ocurrió tomar la idea de Gen de que este le acompañara.

–Hola, Senku–solo la voz de Hyoga le causaba escalofríos, miedo, terror a verle.

–Sabes que podría avisarle a cualquiera ¿No?–Dijo arreglando su ropa, había terminado de orinar hacia nada y ahora debía lavarse las manos, incluso lo estaba haciendo en ese momento

–Pero no lo harás...¿Verdad?

Casi da un grito de miedo al sentir tan cerca a Hyoga, su corazón latía rápido, acelerado, lo tenia a un paso de sí, casi frente a su rostro.

–Déjame en paz...

–Oh, no, eres un omega...hueles tan suave...–Le dijo con burla, incluso bajando su máscara y mirándole directamente a los ojos –Seguro nadie más te a cogido ¿verdad? Tu cuerpo me pertenece...Y lo sabes

–¡Ya quisieras! Aléjate ahora de mi

Hyoga le tomó de la barbilla, sintió como Senku se estremecía y lo miraba aterrado, como temblaba cada vez más y parecía que iba a sufrir un ataque de pánico en cualquier momento. Sabía bien cómo controlarle, como doblegarle, un golpe no era suficiente para hacer que se rindiera, era quebrar su espíritu ¿Pero que más podía quebrar viendo en el estado que se encontraba ahora?

–Si yo digo que me pertenece...Es porque lo hace ¿Entendido?

–Tu no eres nadie...Solo...

–Te podría intentar preñar otra vez...Senku...

Un ruido les interrumpió, Gen había ido hasta donde Senku, sabía que no podía dejarle solo con alguien como Hyoga al acecho. Vio la escena, vio como Senku parecía más y más asustado, desesperado, que tuvo que intervenir de inmediato para que le dejaran en paz.

–¡Senku-Chan ~! Vamos, ya está lista la carga, debemos volver a Ishigami–Noto como Hyoga se apartaba y le miraba, sabía que era con odio, le había prácticamente quitado su presa.

–S-si–apenas respondió Senku, acercándose de inmediato a Gen y esté tomando su mano.

Ambos caminaron en silencio, Gen sabía que golpear a Hyoga o tratar de hacer algo así sería totalmente inútil, el hombre era un hábil contrincante, a la par de Tsukasa más bien. Sintió como Senku se detenía y se apoyaba en un árbol unos segundos, estaba temblando, se notaba descompuesto y pálido, le sobo la espalda suavemente, tratando de tranquilizarlo, de hacerle saber que estaba él ahí, que no le iba a pasar nada malo.

Incluso le limpió algunas lágrimas que derramó Senku mientras buscaba tranquilizarse, todo era estresante para el de cabellos altos, ver a quien fue tu verdugo debía ser demasiado fuerte y estresante, se quedaron ahí por varios minutos hasta que el científico se encontraba mejor. El mentalista solo siguió tomándole de la mano mientras caminaban, dándole su apoyo y tratando de hacerle sentir bien, de que no estaba solo ante aquello.

–...Trate de enfrentarle ¡Ja! Pero mi mente...Que estupidez

–Es normal, te hizo daño, Senku-Chan, obviamente no reaccionarías bien–Gen daba gracias al destino que sabía de psicología, que estudio aquello por mero interés propio, ahora le estaba sirviendo más de lo que pensó que lo haría.

Cuando ya estaban llegando a donde estaban terminando de cargar, Gen se detuvo un poco y le dio un beso en la mejilla, uno suave y con cariño, incluso vio el rostro de Senku sonrojarse y mirarle confundido. Le sonrió y le insistió en que debían ya partir, tenían todo, debían regresar a Ishigami antes de que la noche cubriera el cielo.

La carga ya estaba más que preparada y lista para salir, Senku hablo un par de cosas con Tsukasa, incluso interactuo un poco con Mirai, la pequeña amaba a su hermano mayor y era bastante dulce. El miedo a que Hyoga hiciera lo mismo pero con Mirai le invadió de forma súbita, que esa niña sufriera lo mismo que él, que se encontrara frente a dicho monstruo y la abusara...La sangre se le heló de solo pensarlo.

Pero no tuvo el valor de decirle a Tsukasa, no tuvo la valentía y se odiaba por ello, él que siempre fue directo ahora no podía decir que le pasaba, que había peligro ahí mismo, frente a los ojos de Tsukasa. Se mordió el labio después de despedirse sintiéndose tan inútil y estupido, nada de sus palabras iban a salir de sus labios por el miedo y la vergüenza.

Senku casi todo el camino fue en silencio, si respondía era en monosílabos, en pequeñas palabras a lo que le preguntaban o decían ¿Porque prefería callar? ¿Porque sus labios se sellaban cuando quería decir la verdad sobre ese hombre? Quizás porque aún se sentía como una muñeca rota, aún en pedazos de lo que dejaron tirado.

Gen notaba aquello, sabia que Senku estaba así por haber visto a Hyoga, por haber tenido que compartir con él y volver a sufrir su acoso e insultos, le tomó la mano un segundo y suspiro, noto como este la apartaba, como incluso se levantaba y se movía hacia atrás del Gorila de Acero, se estaba volviendo a apartar de todos y todo, de nuevo Senku iba a cerrarse al mundo, a no abrirse hasta que él pudiera romper dicha coraza una vez más.

Quería recordar que hacer, que todo lo que alguna vez estudio de psicología estuviera en su mente, pero no, tenía vagos recuerdos de cómo ir actuando, de cómo ir respondiendo a las reacciones de Senku y contenerle. Pero se sentía perdido a veces, sentía que quizás no iba a durar para siempre esa contención si Senku no podía superar alguna fase, y no lo pensaba porque él fuera a abandonar, si no que Senku se abandonara a sí mismo, porque cuando te quiebran en pedazos ¿Que ganas daban de seguir adelante?

¿Que se podía hacer cuando tú alma y tu cuerpo se sentían ajenos a ti sin importar lo que hicieran? Los temores le acechaban a cada momento, su propia mente le traicionaba y le jugaba malas pasadas al recordarle a cada segundo que "Ya no valía nada" y que el mundo podía seguir su curso perfectamente sin que nadie supiera de su infierno personal.

Sentía aún su cuerpo mancillado, su mente quebrada y su corazón apretado por el terror que significaba enfrentar a quien le dejó asi, en pedazos ¿Y si se rendía? ¿Y si las palabras de Hyoga eran ciertas y su cuerpo ya no le pertenecía a él? Senku se olfateó un poco, tratando de percibir su aroma, su propio aroma y quiso llorar.

Aún olía a azufre.

Anémona Donde viven las historias. Descúbrelo ahora