Espejos

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⚠️⚠️⚠️⚠️Mención al suicid10⚠️⚠️⚠️⚠️
Advierto de manera anticipada para saber a qué se van a enfrentar.

Pido disculpas de ante mano si este tema les causa incomodidad o angustia :(
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Lidiar con alguien que estaba experimentando pensamientos de muerte, de auto infligirse heridas y con una distorsión completa de si mismo era duro. Había de nuevo empezado a evitar comer, a aislarse, las recaídas eran a veces peores de lo que él imaginaba que serían, pero se mantenía a su lado esperando que se recuperara, en darle ánimos y que siempre estuviera disponible para cuando Senku decidiera estar ahí.

Cuido de que no volviera a herirse, de explicarle, aunque no le escuchara, que su cuerpo no tenía nada de malo, que las cicatrices, por más recuerdos que le trajeran, eran parte de él e iban a demostrar en algún futuro cuán fuerte fue. Lo que más le acongojaba era cuando Senku le decía que a veces pensaba que debía dejar de existir, que no había motivo más para seguir adelante, que estaba cansado.

Gen pensaba que sentir que tanto tu cuerpo como tu alma te la arrancaron debía ser horrible, que saber que existe una persona en el mundo con la capacidad de romperle en pedazos sin arrepentimiento alguno, sin remordimientos y entregarlo al mundo nuevamente de esa forma debía ser algo que ni a su peor enemigo se lo podría desear.

En cambio Senku recordaba a veces como no se resistió, como le dejó hacer lo que quería para ver si se le hacía menos entretenido a Hyoga, pero contrario a todo ello solía golpearle, solía someterle aún más que las veces que luchaba y se resistía. Más de una vez sintió que iba a morir ahí mismo y que lo agradecería más bien, pero no, seguía respirando cuando el otro acababa y solo podía mirar las estrellas del lugar donde estaba.

Eso su mente lo recordaba, las estrellas, esa necesidad de contarlas y nombrarlas hasta dormirse cuando ya no soportaba más, cuando Hyoga solo le dejaba tirado cuando le constaba que seguía vivo y al día siguiente fingiría que nada pasó.

Extrañaba ser el mismo, extrañaba poder reír como antes y no sentirse menos que todos, como si el valor de sí mismo hubiera quedado por el suelo después de lo que vivió. Miraba sus manos y solo pensaba en cómo con ellas se podía lograr crear y destruir, que tanto podía hacer una persona solo con sus manos, como es que Hyoga solo con sus manos empezó a destruirle, a arrancarle cada parte de su orgullo y dignidad, como la lengua podía ser un arma más poderosa que una bomba nuclear y destruir en pedazos a una persona.

Estaba derramando más lágrimas de dolor, dolía tanto sentirse así, dolía pensar en que alguna vez su padre le prometió que jamás nadie iba a dañarle de ninguna forma, que ser lo que era debía llevarlo con orgullo y sin vergüenza alguna. Que jamás iba a definir nada de él y nadie podía pasar a través de él ¡Oh! Si tan solo su padre hubiera sabido que lo iban a romper en pedazos así jamás le hubiera alimentado un poco la esperanza de no sufrir esos cuentos de terror.

Gen escuchaba sus sollozos, pero a veces le dejaba hasta que se calmara, él mismo había quitado todo objeto que Senku pudiera usar para lastimarse, para causar algún tipo de herida. Estaba sentado en el suelo, mirando aquella puerta por donde debería entrar y abrazarle para consolarlo, pero también sabía y entendía que Senku sabía de que le esperaba abajo, que estaba ahí para él cuando necesitara un abrazo.

Aunque el mentalista solo quería llorar, se sentía impotente frente a todo lo que pasaba, como un simple observador mientras Senku caía más y más en la desesperación ¿Pero como más actuar si no era dándole su espacio y tiempo? Tampoco podía llevarle a una especie de terapia, no podía ser egoísta y exponerlo a los demás dejándole al descubierto siendo que el científico era lo que menos podía desear.

–Que mal...–murmuro al aire apoyando su cabeza hacia atrás en la pared, si el se sentía sin un rumbo, imaginar como era que Senku seguía apenas adelante debía ser una tortura.

Y es que aún recordaba las palabras de Senku, el temor, el miedo profundo en sus ojos, en cómo estaba ese día que llegó, en cómo lloraba y pedía en medio de dolores que ese aborto funcionara, porque de no hacerlo, estaba seguro que Senku se hubiera...Él se hubiera suicidado.

Y volvía a sentir ese nudo, a que las lágrimas se le juntarán en los ojos y solo pensará en cómo poder ayudarle, que jamás llegaría a ese extremo, que jamás Senku pensaría realmente en suicidarse al menos que todo llegara a un extremo sin retorno alguno.

Recordaba limpiar sus heridas, recordaba ver esos ojos que alguna vez eran vivaces y que le enamoraban, llenos de desesperación y muertos, en cómo ni siquiera lágrimas ya caían de estos del dolor que sentía en su alma.

Esa noche fue larga para ambos, ninguno durmió ni descanso, la mente divagaba por cada experiencia que los dos habían vivido. Uno anhelando algo que no era capaz de llevar a cabo, y el otro evitando que eso ocurra.

Y aunque el día llegó, Senku al bajar de su observatorio lucia mal, estaba ojeroso y con claras marcas de haber llorado por largo rato. Gen estaba dormitando aún sentado, había esperado a que este bajara y necesitara un abrazo, pero nada de ello pasó, estaba agotado, incluso tenía unas ligeras ojeras nada comunes en él.

Se despertó solo por el abrazo de Senku, en cómo este se acurrucaba un poco a su lado y le abrazaba, a veces olvidaba que el científico estaba con esa necesidad de abrazarle, de estar a su lado solo en silencio y nada más, sin diálogo que forzar, sin palabras que pronunciar.

Vio sus ojos y como aún lucían tan tristes, tan vacíos dentro de todo lo que ocurría e su cabeza. Se quedaron así hasta que conciliaron el sueño y pudieron descansar al menos ese día, si alguien les interrumpió, la verdad ni lo sintieron, solo estaban así, Senku abrazado a Gen y este solo sosteniendo al científico.

[...]

El mentalista sabía que había cometido un error, sabía que había hecho algo que no debió, y probablemente habría consecuencias. Es que haberle dicho a Chrome que se sentía agotado de apoyar en cierta manera a Senku, sabiendo que no podía decirle a nadie nada, lidiando con el secreto de forma silenciosa y habiendo visto cosas que ellos no había sido estupido de su parte.

Chrome en cambio seguía sin saber más allá de lo que ya había escuchado, de lo que la mayoría sabía, solo que Gen estaba tratando quizás de lidiar con lo que sabía, con desahogarse un poco y ya, no había un gran mal en ello, solo que cargar con el peso de apoyara alguien sin dudarlo, verle en pedazos y tratar de constante que este no se rinda sonaba extenuante y doloroso.

Pero Senku escuchó aquello, había ido a buscar a Gen para arrastrarle a un nuevo proyecto y escuchó como Gen se "Quejaba" de su situación, como comentaba que se sentía agotado mentalmente y a veces no sabía que hacer...El estaba cansando a Gen, a la única persona que le había demostrado apoyo incondicional.

¿Como no hacerlo? Era una molestia, se había convertido en una constante molestia para Gen y pronto para los demás.  Agacho la mirada y se retiró de ahí, se fue en silencio, ya no molestaría a nadie, ya no iba a imponer sus problemas a nadie para que le apoyara, eso era lo mejor.

Sentía en sus fosas nasales el aroma a azufre, su cuerpo apestaba a azufre, las lágrimas empezaban a correr por sus mejillas al saber que jamás volvería a ser él, en que jamás iba a poder ser ni la sombra de lo que alguna vez fue.

No aguantaba más.

No quería más.

Se vio en un espejo que habían hecho con Chrome hacia un tiempo para demostrarle como funcionaba aquello...Se acercó a este y solo apreciaba sus ojeras, las marcas que aunque se habían borrado, su mente se las hacía ver, las voces, las palabras, todo en su mente escalaba tan rápido, la fuerza sobre su propio cuerpo, él como ni siquiera los golpes le dolían, si no la humillación, como mancillaron su cuerpo en búsqueda de romperle en pedazos.

"Tu cuerpo me pertenece"

Y con ello en su mente rompió aquel espejo en pedazos ¿Quería su cuerpo? Se lo daría, no lo necesitaba, no lo necesitaba más, no lo quería más, no iba a cargar más a alguien con lo que le pasaba. El mundo estaría mejor sin él y sus problemas, el mundo podría progresar, podría subsistir sin necesidad que él siguiera ahí.

No era nada, ni era nadie.

Solo un cuerpo donde tanto la mente como el alma querían escapar aunque estuvieran en pedazos.

Anémona Donde viven las historias. Descúbrelo ahora