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No desperté en mi cama, sino en el suelo, acurrucada.

Y no solo eso, sentía en mis dedos una sensación suave y pegajosa. Al levantarme, el dolor en mi cuello protestó, porque había dormido sin almohada y mi cama estaba hecha una maraña de sábanas y ropa sucia.

Desconcertada, me separé de la fría y dura superficie de mi habitación y encendí la luz, ahí fue donde noté la pintura húmeda en mis dedos y el resto de mis materiales de dibujo yacían dispersos en la mesa de trabajo y el suelo.

Me toqué la frente, tratando de detener la punzada de dolor en mi cabeza.

Un repentino mareo me obligó a sentarme un momento al borde de mi cama, no sabía si era por deterioro emocional, el cansancio, la falta de sueño o quizá el hambre. Supuse que debía ser lo último.

Busqué a tientas mi teléfono y miré la hora. Pasaban de las ocho y sentía que mi cuerpo estuvo haciendo ejercicio sin consentimiento hasta aflojar mis huesos y mis escasos músculos que rodeaban mis piernas y brazos, también mi abdomen y espalda.

Esclarecidas mis dudas, cerré los ojos y me detuve a pensar en lo que hice la noche anterior.

Pero, no recordaba nada.

Bueno, de hecho solo pequeños fragmentos que empecé a tejer y enlazar empelando los residuos de energía que, por suerte, me quedaban. Pasé un rato ajustando y reconstruyendo mis propios pensamientos hasta que pude establecer un patrón.

La noche anterior me quedé encerrada en mi dormitorio, buscando información en internet que me explicara, o como mínimo, me diera a conocer más casos de personas que habían sido afectadas gravemente por un eclipse. Sin embargo, los escasos testimonios que descubrí no revelaban nada que fuese relevante.

Mi investigación fue corta y en el proceso, exploré varios sitios web que llamaron mi atención.

Una página con información reciente en particular, que afirmaba que dos chicos, residentes en alguna parte del mundo, se habían quitado la vida luego de presenciaran el eclipse solar sin protección o seguridad en los ojos. Antes del incidente, los chicos cambiaron de comportamiento, sufrían dolores de cabeza y decían incoherencias. Días después se lanzaron desde un puente.

Ambos chicos eran hermanos.

La final de la información había una pequeña nota, la cual decía que uno de ellos tenía novia y había desaparecido. Su cuerpo sigue sin ser hallado.

Despacio, me alejé del ordenador, tratando de procesar el golpe de la revelación.

Después, en un impulso de desesperación, saqué mis reservas de pintura y… luego nada.

Me mente se cerraba a través de un muro sólido y resistente. Sé con certeza que yo misma me obligué a bloquear los recuerdos, porque algo cruel y retorcido me estaba dando la bienvenida a un mundo hecho de humo y sombras.

Además, no estaba buscando la protección del Cielo, pues mi salvación se basa únicamente en la aprobación del…

—¡Miranda!

La voz de mamá remató en las paredes de mi habitación.

Moví la cabeza en dirección a la puerta y no podía creer que lo estaba viendo.

La parte inferior de la madera estaba bañada en tinta roja y oscura; aquel el dibujo plasmado no tenía una forma concreta, porque los colores se mezclaban hasta igualarse a salpicaduras hechas con el pincel más grueso que existía.

Solo que no usé un pincel ni nada por el estilo.

Me miré los dedos y las tonalidades coincidan.

La asíntota del mal [#1] - ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora