Resaca

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Capítulo 15

Resaca

Abrió los ojos y de repente sintió como unas cuchillas afiladas atravesaban sus pupilas para alojarse en su cabeza. ¡Dios mío!, pensó para sí, ¡menuda resaca tengo!

-Ayyy, ¡qué dolor de cabeza!- exclamó.

Sherlock estaba junto a la cama. No se había desvestido. Se había quedado toda la noche sentado en el sillón del dormitorio, mirándola, completamente absorto en su belleza, y pensando qué iba a decirle cuando se despertase.

-Toma mi niña, un poco de agua y un analgésico.- respondió Sherlock. -Tómatelo todo y verás cómo te sientes mejor.

Christine lo miraba sin saber aún muy bien donde estaba, con la cabeza latiéndole ferozmente. Se tomó lo que él le ofrecía y poco a poco la niebla en la que se encontraba su cerebro se fue disipando, haciendo que el dolor de su traición volviese de repente.

-Sherlock, ¿cómo has podido?- empezó Christine, cuyos ojos empezaron de nuevo a llenarse de lágrimas.

-No, por favor, te ruego que me escuches- respondió Sherlock- llevo dos días pensando qué iba a decirte y no sabía cómo explicártelo todo. Pero ahora que te tengo delante sé precisamente cómo te sientes. Anoche lo experimenté en mis propias carnes Christine, y no se lo deseo a nadie.

-¡Serás imbécil! ¿Vas a decirme que es lo mismo? ¿Tú sabes lo que se siente cuando se ve esto?- escupió Christine, cogiendo su teléfono y mostrándole la foto de la discordia. Sherlock cerró los ojos apesadumbrado.

-Christine, no es lo que piensas. Te pido disculpas por haberte hecho sentir así, pero te prometo que no pasó nada. Irene me besó tomándome por sorpresa...

-¡Sherlock, me da igual! No es solo el hecho del beso en sí, ¡es que me has mentido! Te dije que si ella aparecía me lo hicieses saber y está claro que no te habías vestido así por casualidad, ¡habías quedado con ella!

Sherlock la miraba sin saber qué decir. -Christine, perdóname. Fui un tonto. Ella tenía algo que era importante para la investigación y para sacar a Mycroft de la cárcel. Cuando lo supe te llamé, pero no sé por qué pensé que podría lidiar con ella sin que hubiese consecuencias, así que no te dije nada para no hacerte sentir mal. No pensé que ocurriría nada de esto. Ha sido una estupidez por mi parte, te prometo que no volverá a ocurrir.

Christine lo miraba enfurecida. Sabía que estaba diciendo la verdad, pero eso no hacía que se sintiese mejor.

-¿Y ahora qué? "Christine ya no volverá a ocurrir" ¿y ya está? ¿Tengo que sentirme contenta porque te arrepientes?- le increpó.

Sherlock recuperó un poco su aire displicente. -Christine, he dicho la verdad, te he pedido perdón, ¿no es eso lo que se supone que debo hacer?

Christine lo miraba incrédula. Qué poco sabía aquel hombre al que había decidido amar de los sentimientos. No quiso dar su brazo a torcer aún. Se levantó de la cama sin decir nada y se metió en el baño.

Sherlock estaba completamente perdido. ¿Qué había hecho mal? ¿Y qué tenía que hacer ahora? Se levantó y golpeó la puerta del baño con suavidad.

-Christine, sal por favor. Así no puedo conseguir que me perdones...

Christine abrió la puerta del baño. Se había lavado la cara y parecía casi recuperada de las secuelas del alcohol.

-Sherlock, la cuestión no es que te perdone o no, la cuestión es que entiendas el daño que puedes provocar con tus actos. No quiero que me pidas perdón porque eso es lo que se supone que tienes que hacer. Quiero sentir que sabes que me has hecho daño y por eso no vas a volver a hacerlo...

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