Stecho

126 15 5
                                    

Capítulo 21

Stecho

Cuando llegaron al apartamento de Liam Flock, Irene se agachó y levantó el felpudo de la puerta, dejando a la vista la llave de la casa.

-Hay personas que nunca cambian de hábitos - dijo Irene pícaramente.

-Aunque esos hábitos sean tan perniciosos- repuso Sherlock.

Ambos entraron en el apartamento en silencio. En el salón se escuchaba de fondo la televisión. El sofá donde Liam estaba sentado daba la espalda a la puerta, por lo que no los vio llegar. Irene se sentó a su lado, sobresaltándolo.

-Buenas noches encanto, espero no interrumpir tu velada...

Liam se giró, buscando algo debajo del cojín que tenía a su lado, pero se encontró con Sherlock apuntándole con una pistola y negando con su cabeza y una mueca de superioridad en sus labios. -Yo que usted no haría eso, señor Flock- dijo Sherlock.

-¿Quién es usted? ¿Qué queréis de mí?- respondió el cada vez más asustado señor Flock.

-Mi nombre es Sherlock Holmes, y a la señorita creo que la conoce perfectamente, señor Flock. Necesitamos que nos facilite... cierta información...

En dos minutos, habían explicado al rehén lo que necesitaban de él.

-Liam- empezó Irene, valiéndose de su pose más sensual- sé bueno conmigo, y a lo mejor volveré para jugar un ratito contigo... los dos solos... Y si no eres bueno conmigo, no te preocupes, mi amigo aquí presente te contará un cuento de buenas noches y te mandará a dormir... al hospital.

Liam intentó zafarse, pero Sherlock estaba prevenido y le asestó un codazo en la nariz, la cual empezó a sangrar abundantemente.

-Ya le avisé de que no lo intentase, señor Flock. Haga el favor de colaborar, y sea rápido, no tenemos toda la noche- dijo Sherlock con su habitual desdén. -Necesito que me diga quién está detrás del atentado que se ha estado preparando con motivo de la boda real... ¡YA!

Liam no pudo ocultar su sorpresa. ¿Cómo diablos sabían lo del atentado? Pero él no era un hombre preparado para fingir, sabía que no tenía muchas opciones, y además estaba asustado. Era un cobarde desde que nació, y solo debido a su posición dentro de la política estaba al tanto de lo que iba a ocurrir.

-No tengo todos los detalles, solo sé que es una demostración de fuerza. Los terroristas han sido instruidos por la yihad, por lo que son fanáticos sin ningún miedo a la muerte o a que puedan ser encarcelados o torturados. Pero no sé en qué va a consistir el ataque, solo sé que esta madrugada me voy de Londres. Me dijeron que sería peligroso que me quedase aquí.

-¿Quién? ¿Quién se lo dijo?- gritó Sherlock, cogiendo al hombre por las solapas de su bata de seda.

-¡Por favor, suélteme! No lo sé, solo sé que se pusieron en contacto conmigo desde un teléfono con una numeración muy larga, como si fuera una centralita o algo parecido- respondió Liam.

-¿Conserva el número?- respondió Sherlock, cogiendo el teléfono móvil de Liam - ¿Cuándo recibió esa llamada?

-Hoy, a las cuatro de la tarde más o menos- respondió Liam.

Sherlock buscó en la agenda de teléfono y rápidamente encontró el número. Marcó, pero no hubo tono de espera, directamente la llamada aparecía cortada.

-Puede haber sido cualquiera, ¡maldita sea! ¿No puede recordar nada más?- inquirió Sherlock con vehemencia.

-Bueno, ahora que lo menciona, esta mañana un compañero de trabajo me dijo que tenía que llevar unos paquetes al ministerio, que era importante que estuvieran allí hoy porque se necesitaban para..."lo de mañana". En el momento no le di importancia, pero puede que tenga algo que ver- dijo Liam tembloroso.

-¡Oh señor! ¿Y quién era ese compañero?- respondió Sherlock, cada vez más impaciente.

-Mark Graves, el Ministro de exteriores.

Sherlock e Irene se miraron, completamente abrumados.

-Señor Flock, gracias por la información su ayuda ha sido inestimable, aunque no puedo decir lo mismo de su elocuencia, es usted la persona más difícil de interrogar que he tenido la desgracia de conocer- respondió Sherlock levantándose.

-Bueno, eso es bueno ¿no? Sobre todo viniendo de usted, señor Holmes - dijo Liam, sintiéndose halagado.

-No lo decía como un cumplido, señor Flock, es que su grado de estupidez es tan grande que complica cualquier labor que se intente realizar a su alrededor- soltó Sherlock exasperado. Se levantó los cuellos de su abrigo y salió de la estancia sin más dilación.

-Adiós Liam, un placer como siempre- dijo Irene, siguiendo al detective.

Cuando llegó a la calle, Sherlock estaba al teléfono con John.

-Tenemos un topo John, los terroristas han recibido ayuda desde dentro. Voy a ver a Mycroft ahora mismo para que detenga al Ministro de exteriores, y pienso asistir personalmente al interrogatorio. Antes de que amanezca tendremos la confesión completa y detendremos el atentado.

-Estupendo Sherlock, pero tengo algo que decirte...- dijo John con voz dubitativa.

-¿Qué ha ocurrido? ¿Ha pasado algo?- preguntó Sherlock ávidamente.

-Es Christine, Sherlock, Christine se ha ido.

CelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora