Cinco

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No entendía como aún pasando tiempo sacarla de mi mente era difícil, no encontraba la fórmula, motivos y la verdad tampoco me esforzaba en intentarlo. No quería olvidarme de ella, no cuando sentía tantas cosas fuertes aún, me encantaba y la extrañaba.

Cada día lo hacía... cada vez que la veía y sabía que no la tendría, cuando estaba en los brazos de él y ver cómo la besaba, saber que la hacía feliz, que provocaba sus risas y momentos más alegres.

Y no me estoy lamentando de lo que no tengo, no tengo ese derecho, no después de cuando yo pude hacerla feliz completamente y no lo hice.

No fue porque no salía del closet, ni porque tenía miedo, sino porque ella era la hija de la mejor amiga de mi madre, no congeniamos, y la mayor parte del tiempo solo peleábamos, discutíamos e incluso creo que no era sano cuando vivíamos en la tortura de ser descubiertas.

Sabía que Julián la hacía feliz, lo supe cuando ella me contó que estaba conociendo a alguien más, lo entendía a la perfección. En ese momento había pasado unos meses y nuestro acuerdo era simplemente hacer como si nosotras no existiéramos para la otra.

Camila y yo, no nacimos para estar juntas y aunque aún la quisiera, entendía que estas cosas suceden, a veces lo que pensamos que puede ser adrenalínico, excitante, divertido, solo termina siendo una bomba que puede hacer daño a todos.

Pensamos en nosotras, nuestras familias, nuestro futuro y sobre todo lo que era mejor, y estar así hoy era la mejor opción.

Solo a veces me daba miedo que ella fuera a hablar con mi mamá en alguno de sus arrebatos, o que algo más se supiera, lo cierto es que, nadie sabe de lo que sucedió entre nosotras. No nos engañamos, ella no está con Julián para usarlo, nada de lo que sucede es como se puede esperar que sea, solo tomamos una decisión y ahora seguimos nuestras vidas desde una perspectiva diferente, separadas.

Una semana después desde ese encuentro en el baño volvía a la universidad vestida de manera elegante para dar una evaluación, no estaba estresada, pero si mi mente daba vueltas en la misma persona de siempre, la que fingía que yo no existía pero a veces no, por la relación que mantenían nuestras mamás.

-Buenos días negro.- saludó a mi mejor amigo con un beso en la mejilla.

-Hola Lauren.- respondió de la misma manera pero dándome un abrazo, tan cariñoso.

-¿Como estás? ¿Gigi?.- me senté a su lado.

-Bien, estamos viendo algunas cosas de la boda.-

-Tan apresurados.- bromeó y el asintió orgulloso.

-Tu sabes cómo es de organizada ella, solo debo obedecer y decir si me parece o no cada cosa que elige para el día especial.- y el brillo en sus ojos era notable, estaba enamorada.

-Es el día más especial de cualquier mujer.- le confieso. -Y hombre también.-

-Lo es, ya te quiero ver cuando te cases.- dijo y yo me reí.

-Pasará mucho tiempo para eso.- le aseguró.

El profesor ingresó al aula, aumentando la atención, colocó una silla al lado de su escritorio sabiendo que era la "Silla de la tortura" muchos seguían mirando sus apuntes, otros sufrían de manera interna y luego estaba yo con Zayn observando a cada uno de nuestros compañeros.

Se podía decir que a veces... solo a veces éramos un poco egocéntricos.

Pero lo que más me llamo la atención esa mañana era la ausencia de Julián, el chico nunca faltaba a una evaluación, se me hizo extraño pero no le tome más importancia solo me concentre en la evaluación.

El amor está subestimado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora