Diez

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Unos días después del sismo en la ciudad, salía del salón de clases con una sonrisa en mi rostro luego de haber aprobado el ramo con excelentes notas, me sentía contenta, aliviada y sobre todo que cada cosa estaba valiendo la pena.

Mi vida había cambiado el último tiempo, el haber salido del closet si que fue sacarme un peso de encima, aunque mis padres aún no hacían un comentario de total libertad comprendía que en su proceso las cosas iban bien. Me sentía tranquila finalmente, sentía que finalmente los estragos de mi mente se iban a comenzar a ir de a poco.

Me sentía más segura, más confiada, y sobre todo de estar con la persona que yo quisiera estar en mi vida, sin temor a lo que pensaran los demás. Tampoco es como que si llevara de inmediato a un desfile de parejas a la casa de mis padres, ni siquiera sabía si quería algo serio con alguien, solo quería disfrutar de la libertad, de poder amar y estar con quien quisiera, aunque esto solo fuera algo pasajero.

Quería vivir mi vida.

Recuerdo que el día que me opere, sabía que mi vida de algún modo iba a ser diferente. El mundo te ve de una forma distinta, aunque todos digan que el físico no importa, es una total mentira, las personas se fijan constantemente en lo que eres por fuera, más en esto de relacionarse. Hasta hace unos años atrás, no tenía con quien salir porque no era alguien dentro de los estandartes normales, mi peso era alto y yo simplemente era esa chica que las personas no veían para algo amoroso.

Cuando me opere simplemente eso fue cambiando totalmente, las tallas bajaron, mi musculatura relució y las facciones de mi cara me hicieron una mujer totalmente atractiva para cualquier persona. Mis conquistas aumentaron, el hecho de sentir que no me iban a rechazar y hablar con alguien era increíble, no tenía miedo de ser quien era, porque lamentablemente el físico si importa.

Importa más de lo que creemos.

Y no era alguien promiscua, pero si me gustaba ser coqueta, estar conociendo diferentes chicas, tener algo pasajero sin mayores compromisos y poder saber que con mi confianza lograba esas cosas.

Creo que era feliz, me sentía de esa forma, aún con todos los dramas y problemas que me suceden a veces, sentía que mi vida estaba teniendo un equilibrio finalmente, eso provocaba la estabilidad en mi.

-Deja de tomar tanta Coca Cola.- me regañó July, rodé los ojos haciéndole caso omiso para beber felizmente mi bebida. -Te hace mal mujer.-

-No, no lo hace, ademas es una de las pocas cosas que puedo disfrutar y no lo pienso desperdiciar.- digo segura, tomando del líquido, sintiendo el gas llenar mi boca.

Una delicia.

-¿Como te fue?.- pregunto Zayn.

-Excelente, creo que todos aprobamos.- los miro y ellos asintieron.

-A descansar dos días porque tenemos otro más...- murmuro el mismo Zayn.

-¿Tu descansas?.- ironice, y el río levemente.

-Lo hago, cosa que tú también deberías hacer... a veces estudia mucho.- otro más que regaña.

-Voy a descansar, tengo partido mañana así que no estudiaré.- aseguró.

En ese momento, llegaba la prometida de mi mejor amigo, con su grupo de amigas, entre ellas Camila.

Edward beso a Lily de inmediato, al igual que Zayn.

Mi mirada no se dirigió a la morena, pero si sabía que estaba agotada, al menos esa mañana cuando llegó a la universidad se notó sus ojos de cansancio. Camila también se sobre exigía más de lo que debía, y sabía que era un poco por la presión de su mamá, de ser la heredera de la clínica Estrabao.

El amor está subestimado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora