Trece.

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Lauren Michelle Jáuregui, era la peor persona a la hora de levantarse, empezando porque no lo hacía y seguía durmiendo lo más feliz de la vida a pesar de que nos quedaban menos de 20 minutos para poder llegar bien al lugar donde debíamos elegir las flores.

-¡Me iré sola y sabes que soy capaz!.-  le grite lanzándole una almohada.

Es que si esperaban que despertáramos abrazadas, y luego ella me trajera el desayuno a la cama, no sucederá, no cuando Lauren los días Sábados es capaz de dormir hasta las 5 de la tarde.

-¿Por que tanto apuro?.- murmuro acomodándose para mirarme. -Si tenemos hora a las 12, aún hay tiempo.-

-¡Son 11:30 Lauren y ni siquiera te has bañado!.- le grito otra vez.

Yo estaba lista, bañada, vestida e incluso me había tomado un café, pero ella seguía roncando como la holgazana que era.

Pobre de sus clientes que tendrán que aguantar que llegue tarda, así nunca será una abogada de prestigio.

-Pero si en 5 minutos estoy lista.- asegura.

-No, te tienes que bañar, comer algo porque no puedes estar sin comer y en cinco minutos terminarás vomitando si comes rápido.- le señalo sería.

-Podemos pasar a comprar a un Starbucks algo, no seas exagerada Camila.- ella se destapó.

-Odio la impuntualidad, lo sabes.- le recuerdo. -¿Puedes levantarte por favor?.-

-Está bien.- rodó los ojos poniéndose de pie. -No seas gruñona.-

-No lo soy, solo me estresas.-

Ella se rió por lo bajo caminando al baño, cerró la puerta mientras cantaba alguna canción. Fue mi momento para ordenar la habitación, y no puedo negar que sonreí en ese momento cuando los recuerdos del pasado me inundaron un poco, pero sobre todo lo bien que la habíamos pasado la noche anterior.

Sin duda estar junto a ella era como ponerle un receso a mi vida, no sabía la razón ni el motivo, pero Lauren siempre ha sido más especial para mi de lo que quería. De alguna manera éramos como imanes, sin quererlo la vida nos juntaba, y por algún motivo ella siempre estaba ahí para mi, y yo para ella.

Se que nos equivocamos, pero Lauren tiene razón, todo eso nos sirvió para crecer, para madurar y entender un millón de cosas que antes no hacíamos. De algún modo ahora por fin me estaba sintiendo tranquila y bien conmigo misma, igualmente que cuando estuve con ella en el pasado, solo que ahora no hay terceros, y solo estoy intentando hacer lo que siento, pero con una perspectiva mucho más amplia y con vista a mi futuro.

Salimos de la casa 11:45, y Lauren conducía con una sonrisa en su rostro, lucia increíble de una forma sencilla como ella solo sabía hacerlo. Pantalones color café claro, una blusa blanca, un reloj y zapatillas blancas, casi como una abogada, su cabello suelto y algo de maquillaje en su rostro.

Sus ojos verdes resaltaban en esos momentos, y a ratos me miraba sin decir mucho, suponía que ella pensaba que yo estaba molesta, cosa que no era así, porque llegaríamos a tiempo y el Starbucks no se demoró tanto como imagine.

-Por cierto Camila.- me ayudo a bajarme del auto. -Te vez hermosa, aunque un poco exagerado para sólo venir a elegir flores.- dice sonriendo.

La mire mal sacándole el dedo de al medio.

-Es una ocasión importante, que tú andes como vagabunda no es mi culpa.- le digo sería.

-Ando normal...- me miro. -No con tacos de 20 centímetros.- exagera.

El amor está subestimado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora