-Nunca me hiciste la carga que te pedí :(
-Cómo que no te la hice? Qué decís?! Si te la hice hoy!!El corazón le retumbaba en el pecho aún más (si es que esto es posible)
-No, no me la hiciste. No me llegó nada, malo :( -Añadió ella
-No puede ser, sí te la hice, tengo el ticket!! Puede ser que tarde en llegarte. Pero te la hice hoy temprano!!
-No me llegó nada 🙁 sos malo, César. Para eso mejor era no pedirte nada...La confusión en su cabeza tornaba en indignación. La sorpresa en su corazón se convertía en un sentimiento desolador. Algo había salido mal, pero... cómo era esto posible?? Tenía el ticket que comprobaba la carga virtual aún en su bolsillo. No daba abasto con los mil pensamientos que golpeaban en su cabeza a mil por hora.
¿Qué había fallado? El número estaba mal? La kioskera se equivocó? La red falló? O acaso...la carga si había llegado y ella quizás...NO, no quería pensar en esa posibilidad de ninguna manera.Haciendo un esfuerzo monumental, trató de calmarse, ya que el temblor en sus débiles manos le impedía incluso escribir en el teclado. Literalmente estaba a punto de sufrir un infarto. Sin darse cuenta de sus axilas brotaba sudor casi como si de un grifo mal cerrado se tratara.
Lo que más lo desesperaba era quedar mal ante ella, dejar esa horrible primera impresión, que sin embargo, era equivocada. Quedar no sólo como un incapaz, sino como un mentiroso.
Así que, como pudo, escribió:
-Eve, yo te juro que te hice la carga virtual. Tengo el ticket comprobante en mi mano, te lo juro, por qué te mentiría??
-No sé, no te creo
-A ver, pasame tu número de nuevo! -Había que agotar todas las posibilidades.
-154167809Chequeó rápidamente el arrugado papel con la esperanza de encontrar algún mínimo error que justificara la supuesta "no carga":
"Hora de carga: 09:35
Cliente: CLARO
Número: 154167809
Importe: 50 $
N° de comprobante: 1746294490"Escueta información pero que no dejaba lugar a dudas. Sabía él que era prácticamente imposible que el PostNet tire un ticket de una carga no realizada.
"No hay error posible" pensó, con desolada expresión
-El número es el mismo, Eve. La carga es correcta. Debe ser un problema de tu celular, quizás...
-No sé, César, a mí no me llegó ninguna carga. Pero bueno, está bien, si no querías salir conmigo debiste decírmelo, necesitaba esa carga y me hiciste esperar. Pero bue, todo bien igual...Ya sintiendo que la desesperación le ganaba, apeló a un recurso extremo, actuando por primera vez en su vida por impulso.
-No, espera! Quizás fue un error del kiosko, podría probar cargarte desde este cyber y quizás te lleguen las dos cargas juntas. Quedate ahí! No te desconectes, ahora vengo! -Le ordenó.
-Está bien, te espero.Estas palabras le dieron una mínima luz de esperanza. Con tanta premura como fue posible, saltó de la PC dónde estaba y se dirigió al mostrador donde el simpático dependiente del cyber se asustó un poco de la premura con la que le habló. Solía ver a César como un cliente fiel, callado y tranquilo.
-Te pago la máquina 5, te puedo pedir un favor? Me la guardás, que tengo que hacer algo urgente pero en 10 minutos vuelvo?
-Dale, no hay problema, hasta las 12 estoy- Respondió sorprendido el dependiente.César corrió las 6 cuadras que lo separaban de su casa. Su ropa estaba ya totalmente húmeda por el sudor. Poco le importó lo que pensara la gente que lo vió pasar casi sin ver a nadie. Hacía casi 2 años que no corría. Se había salvado en 4to año de las molestas clases de educación física (materia en la que, para variar, era malísimo) mediante una dudosa exención médica usando el recurso de tener una abuela asmática y tener cierta probabilidad de heredar dicho mal. Esto fue suficiente para que el médico le diera el certificado, y el profesor, por fin luego de años y años de pasar vergüenza y sufrir las burlas por lo bajo de sus compañeros, lo eximiera de la cruel materia, accediendo a tomarle sólo exámenes escritos.
Por lo que cuando llegó a casa, entre su cansancio físico y su desesperación, su estado demacrado daba miedo. Sólo le importaba una cosa: los 20 pesos que le habían sobrado de una compra estaban en el bolsillo de una campera. Eran lo único que le quedaba, pero necesitaba, más que comprobar que la red celular había fallado extraordinariamente justo ese día y justo en su caso, comprobar si existía una chance de que ella quizás, talvez, no le esté siendo sincera del todo.
Haciendo caso omiso de las preguntas de su madre, tomó el billete y volvió a salir corriendo al cyber.
Con dificultad le pidió al dependiente una carga virtual, esta vez de 10 pesos, al mismo número de la empresa Claro. Una vez estuvo realizada, y teniendo un nuevo comprobante en su mano, solicitó la misma PC en la que había estado hace unos momentos. La número 5.
Se apresuró a iniciar sesión en Facebook. La carga virtual, ahora sí, no habían dudas, le tendría que haber llegado...
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La quiero, Miss.
RomanceUn estudiante herido y necesitado de amor , una profe que encuentra en él, algo más que unos ojos virginales, hermosos y llenos de dolor.